ウォータードラゴン

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▬▬▬▬ Capítulo 2 ▬▬▬▬

▬▬▬▬▬ El Dragón de Agua ▬▬▬▬▬


Su piel parecía vibrar con intensidad bajo la luz de los rayos del sol, que se filtraban con pocas energías debido al invierno que azotaba con fuerza por las ventanas cubiertas de pieles.

Copos de nieve cruzaban todos los techos de las casas ajenas, Enay se sentaba a observarlas desde que era chico, aunque eso era antes de que ella apareciera en su vida hacía ya días atrás donde de lo único que en el Reino se habló fue de la desaparición de la luna... la cual el mismo Rey había hablado a sus súbditos con la finalidad de encontrarla. Éste estaba enterado sobre la aparición de una joven en medio de la noche aunque nadie sabía de qué hablaba. El Rey comenzó a cuestionar a cada persona sospechosa de ocultar a aquella misteriosa joven, castigándolos con un precio muy alto: su propia vida, la cual era tomada en público de todos, por el mismo Rey. Esto sucedía todos los días y a todas horas en la plaza central del pueblo, donde el Rey convocaba a todos para que vean el espectáculo de la muerte del supuesto traidor que mentía al monarca sobre la desaparición de la luna. Éste mandaba a atar a su prisionero en un pino enorme que tenía el tamaño de al menos cuatro troncos de robles juntos; luego, con movimientos de manos derechos y cuidados, comenzaba a encender el cuerpo de la víctima con fuego que tornaba de colores anaranjados hasta llegar al violeta, haciendo que éste se extendiera hasta sus ojos y fuera lo único que observara hasta que se duerma para siempre con el sonido de sus propios gritos desgarradores de dolor.

El Rey disfrutaba el ver tal actuación, moviéndose en su trono dorado colocado en medio de la multitud asustada mientras sostenía con su manos la espada tan famosa de la cual él jamás se separaba. A él le encantaba ver a su pueblo morir, sobre todo gracias a las llamas que nacían de sus propios dedos, lo cual para todos era un misterio.

¿Por qué el Rey podía matarlos solo con mover las manos gracias al fuego que desprendían sus dedos? ¿Por qué él podía, si quisiera, cambiar la dirección de los vientos con sólo mover un brazo? ¿Por qué, también, podía el hacer mover terrenos completos sólo pisando la tierra o quebrarla a ésta por la mitad para matar a sus enemigos sólo con dos pasos? Era lo que en las bocas de los habitantes se oía particularmente.

Nadie comprendía el por qué él era especial aun siendo un humano igual que ellos... nadie entendía quién era en realidad y por qué se ocultó siempre tras sus muros de cristal hasta que ella desapareció del cielo. Tampoco nadie entendía por qué sus ojos parecían destellar fuego y su sonrisa parecía ladearse cada vez más al ver a sus víctimas ser consumidas por las llamas que él mismo provocaba con sus manos ágiles.

Enay se encontraba siempre atento a su alrededor y a sus vecinos, por si sospechaban algo, estaba preocupado por que lo atrapen o por si atrapaban a su madre, la cual también estaba metida en aquello... o, más bien, él la había metido en ello, por lo que debía ahora protegerla a ella y a su nueva hospedante, de la cual ya se había encariñado aunque ella no lo supiera.

En ese momento, desde que había llegado a su vida, él se ocupaba de solamente verla. Día y noche. Desde que sus espesas pestañas comenzaban a tocar el sol hasta que sentían el frío atardecer, cerrándose completamente para abrirlos al otro día, con la espera de ver nuevamente los ojos grises y amarillos de Enay.

Vio la piel de la joven de nuevo, tenía dos círculos ―uno era similar al tamaño de una uña, el otro era exactamente la mitad del anterior―, de un claro color violeta, que se encontraban en las mejillas superior, justo debajo del ojo y las pestañas oscuras, espesas, que lo rodeaban. Eran una marca en su piel que aparecieron en el momento justo que la sacó del agua, al igual que el cambio en el color de su cabello, que se tornó blanquecino.

Yomi: Las Elegías Nostálgicas del Océano ©  [1# Team Agua/Concurso Literario Elementales]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz