Epílogo

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El cielo está profundo, puede notarse la cueva azulada que parece penetrar la tierra con fuerza, su mejor respaldo. Es el mejor lugar para habitar con sigilo, observando todo desde las alturas, inmaculada soledad la que la lleva a desganar este pedazo de cielo ínfimo para posarse con su perfecta sintonía.

La luna aún me ve con sus manchas oscuras carecientes de ojos pero sí de humildad y paciencia. Era ella. La siento en lo más profundo de mi ser: un ser vacío carente de esperanza alguna.

¿Qué esperamos?

Ambos sabemos que queremos vernos, ambos somos lo suficientemente capaces de valorar lo que tenemos delante de nuestros ojos, sabemos las dificultades y aún más... sabemos a lo que nos enfrentamos si es que vuelves a ver mis ojos grises y amarillos. Pero aun así sería tan egoísta de sacrificar todo por volver a sentir tu aroma a agua salada y lluvia. Aquel aroma refrescante que me hacía sentir, a pesar de ahora saber que no lo estoy, vivo.

Soy un demonio, los males pasan por mis venas, mi carne está maldita con mil injurias pero aun así te amo, tengo sentimientos.

El mundo está pacífico. Las comunidades de elementos se han protegido una de otras, pero la armonía está latente en la tierra. Han pasado muchos años desde que vi tu rostro por última vez, tú pacífico y pálido rostro lleno de ambiciones desmesuradas de nobleza pura. Todos estos años he venido todas las noches para verte, aunque aun siendo de día, con el sol en mi cabeza, sé que me observas desde la lejanía del cielo.

No tiene que estar oscuro el día para que tú estés cerca de mí, todavía te siento. Siento lo poderoso de tu llamado.

¿Me recuerdas tú a mí como solías hacerlo?

Eso espero.

Me acerco despacio a la playa, me recuesto sobre la arena fría haciendo que todos mis músculos se contraigan por el congelamiento de mis extremidades.

Ya no sabía si era una alucinación más, pero no quiero que lo sea. Coloco mis manos bajo la arena, las partículas frías se incrustan hasta en lo más profundo de mis uñas, entre la carne. El sueño devora mis pensamientos, no sé cuándo, pero en la arena dormido quedé.

Al abrir los ojos ya no estabas allí en el cielo, la desesperación me carcomió.

¿Todo eso era parte de otro mal sueño?

Corrí a buscarte por entre las burbujas que afloraban en el agua, no había nada más que terror en el mar, que serpenteaba con furia por sobre mi cuerpo, el cual ya estaba entumecido por las bajas temperaturas a las cuales estaba expuesto hacía ya mucho tiempo.

Tu cuerpo afloró como la primera vez que te vi, tus ojos volvieron a ser los mismos que me miraban con pasión, que me miraban con ese amor eterno que yo tenía.

Mi garganta se cerró, no quería que fuera otro sueño de aquellos a los cuales pocas veces podía acceder y con desesperación me aferraba sin pensar que realmente era una alucinación, tú no estabas allí conmigo realmente. Pero, ¿y esta vez no era un sueño?

—Enay...

Tu voz era dulce, como la última vez que te había escuchado. Eras tú.

Eras verdaderamente tú.

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Yomi: Las Elegías Nostálgicas del Océano ©  [1# Team Agua/Concurso Literario Elementales]Where stories live. Discover now