二人の兄弟、物語

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▬▬▬▬          Capítulo 3            ▬▬▬▬

▬▬▬▬▬ Dos hermanos, una historia ▬▬▬▬▬


—¡Corre! —le gritaba Enay a su caballo como podía, entre el aire que se mezclaba en sus pulmones junto al miedo que se incrementaba cada metro, al ver cómo el ejército cada vez los cercaba más contra el Bosque Oscuro, que bordeaba al pueblo de Ryaahn.

Sin embargo, Luna parecía adormilada; la había tenido que cargar hasta su montura, lejos de su casa destruida, en los establos del pueblo. Allí, la había subido a cuestas de su caballo y había partido sin pensarlo dos veces hacia la costa más lejana de Ryaahn, pero más cercana a la Isla Awaji. Esta isla había sido la primera en todo Japón, poseía el nombre del primer hijo de la leyenda entre el casamiento de Izanagi e Izanami.

El caballo retomó para atrás al ver que se acercaban al bosque, pero Enay no tenía tiempo para ello. Le tomó del pelaje marrón y lo obligó a seguir galopando por entre los arboles de tronco oscuro como la tierra. Si bien las ramas estaban peladas, marchitas, el bosque poseía un aura oscura y tenebrosa, como si las copas de los arboles invisibles ocultaran el sol. A pesar de ello, los rayos de éste igualmente parecían no querer alumbrar aquel lugar maldito, lleno de asperezas y maldiciones. Enay se paró nuevamente en la entrada del bosque, antes que su caballo regresara por cuenta propia, observó hacia atrás, donde los banderizos del Rey ya estaban siguiéndolo de cerca.

Enay tragó saliva, el cuello entero se le endureció, mientras su boca se secaba lentamente. Necesitaba agua para poder seguir, era una necesidad que jamás había tenido tan arduamente. Era algo que parecía que, si no lo obtenía, podía morirse en ese momento de deshidratación. No tenía agua cerca ni tampoco quería conseguir, no sin antes haber escapado lo más lejos posible del ejército.

Levantó la vista al bosque, hacia los arboles pelados y viejos. Cada uno guardaba una historia, como él mismo y Luna —la cual seguía adormilada entre su regazo y el cuerpo del caballo—. Una historia que parecía estar maldita, según todos los ancianos del pueblo.

Enay golpeó con poca presión y fuerza las costillas de su viejo amigo, éste galopó con fuerza y velocidad por entre las ramas oscuras.

—Estaremos a salvo dentro, prometo que no se animarán a cruzarlo —susurró entre las orejas de su caballo, el cual parecía asustado.

Los animales comprenden cuando algo va mal, o cuando las cosas van a suceder malas para los que ellos aman... y aún faltaban muchas cosas para que la historia se termine.

Por entre los arboles no se distinguía nada más que oscura y siniestra oscuridad total. Muchas veces tuvo que parar el caballo, llamado Uriah, para poder acostumbrar su vista al nuevo grado de oscuridad que tenía el bosque, esto era ya que, con cada paso que daban por entre las ramas viejas, una oscuridad total se cernía aún más sobre ellos.

—¡Por allí! —oyó a sus espaldas Enay, los guardias estaban muy cerca de él, no quería estar en esa situación, al menos quería escapar en una sola pieza para llevar a Luna a salvo junto al Dios Dragón.

Avanzó con el caballo, galopó por entre las oscuras penumbras de la soledad del Bosque Oscuro. Pronto, dejó de escuchar siquiera su propia respiración, estaba demasiado alejado de los gritos de los confundidos guardias, los cuales se quedaron esperando que el joven regrese, pero no sucedió así, sino que los tenebrosos árboles lo atraparon.

Uriah se detuvo en seco, justo antes de chocar contra una enorme roca que estaba muy mimetizada con el ambiente, haciendo que difícilmente se distinga. Por el impacto, Luna salió disparada fuera del caballo al igual que Enay, que cayó cerca de ella, con un golpe seco y un ruido sin eco.

Yomi: Las Elegías Nostálgicas del Océano ©  [1# Team Agua/Concurso Literario Elementales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora