Yomi: Las Elegías Nostálgicas del Océano © [1# Team Agua/Concurso Literario Elementales]

エレメンタルキス

Quiero antes que nada agradecer a @thewingedwolf por hacerme el BookTrailer, el cual seguramente le costó mucho por lo que le agradezco infinitamente lo hermoso que quedó.

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▬▬▬▬         Capítulo 4           ▬▬▬▬

▬▬▬▬▬ Beso Elemental ▬▬▬▬▬

Sintió el frío recorrer sus pómulos, una brisa embriagadora llena de calor interno la sedujo a levantar sus párpados y a dejar de sumirse en el mundo extraño que estaba gracias a sus sueños reconfortables.

Luna abrió los ojos con pocas ganas y se llevó la mano para hacerles sombra. La luz que estaba frente a ella parecía cegarla. Se frotó los ojos, de a poco todo a su alrededor comenzó a tener sentido cada vez con más fuerza y detenimiento.

El lugar que la rodeaba no lo reconoció, ni siquiera cuando se paró de los aposentos lujosos donde estaba recostada. Ni mucho menos cuando se miró al espejo más cercano y notó que su vestido blanco y simple que Enay le había regalado había sido cambiado por uno azul intenso con pequeños decorados de piedras blancas que parecían bailar bajo los rayos de luz que entraban como una laguna por la ventana más cercana. Frente al espejo se miró el rostro. Sus cuatro círculos —dos en cada pómulo— estaban desapareciendo. Sólo quedaba uno en cada lado de su pálido rostro.

Se observó el cabello blanquecino, el cual estaba sin recoger pero totalmente peinado y pulcro. No sabía cómo había llegado hasta allí, a decir verdad no recordaba nada más que el despertarse en la mañana y haber visto los ojos grises y amarillos de su querido Enay. Al recordar cómo la miraba, se sonrojó y pudo notarlo gracias al inmenso calor que sus mejillas le daban con intensidad.

Dejó de pensar en ello, se preocupó por lo que realmente estaba viviendo en ese momento, ¿Dónde estaba? Ojala ella pudiera recordarlo. Como sabía que muy difícilmente ella podía caminar dormida sin que nadie la viera, pensó que alguien la había secuestrado. Por lo que recordó las palabras del Rey todos los días anteriores, ¿la había atrapado al fin?

El miedo erizó sus cabellos recorriendo con espeluznante monotonía la espina dorsal de su cuerpo, haciéndola tiritar. Estaba perdida si el Rey realmente la había atrapado. No había escapatoria más que la muerte aunque ella no supiera por qué el Rey la quería ver muerta. No había hecho nada, ni siquiera recordaba su nombre ni su identidad verdadera. Ella no era una amenaza, pero sabía que difícilmente podía hacerle creer eso al Rey.

Se miró de nuevo a sí misma y observó con detalle el vestido.

¿Por qué, si me va a matar, me vestiría tan elegante?, pensó entre susurros sin realmente tener una respuesta lógica.

Tal vez quería hacerle creer que estaría a salvo y, en el peor momento, la mataría.

Aunque esa ni ninguna respuesta que trató de hacerse a sí misma tuvo resultado favorable para calmarla de su propio nerviosismo.

Trató de relajarse, de respirar pausada y tranquilamente como Enay le había enseñado una vez, en la noche, cuando ella se despertó, como tantas otras veces, de una terrible pesadilla que al despertar si bien no la recordaba, la sentía.

Ya más tranquila, revisó todo a su alrededor, tenía que haber alguna forma de escapar de aquel lujoso encerramiento. Miró a la derecha donde la ventana gigante se erguía dando paso a un balcón enorme que, lamentablemente, no servía para escapar ya que tenía al menos unos cien pies de altura. Miró hacia la izquierda, pero sólo pudo comprobar una puerta junto a los aposentos de colchas de colores dorados y rojos.