37- Kamikaze

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Todo estaba en calma menos sus sentidos, menos sus manos. Un mechón suave de pelo acariciaba la mejilla de Natalia mientras dormía, Alba podía sentir lo cálido de su rubor... "rosado, pizcas de blanco... debería hacer más caso a Laura", pensaba mientras se lamentaba por no llevar consigo un kit de pinturas en el bolso, ahora tenía que conformarse con el folio y el lápiz que había encontrado entre las cosas de su novia. Los detalles que definirían la sensual línea que describía la forma curvilínea del perfil de su novia desnuda, empezaron a plasmarse en el papel... Alba no había podido dormirse. Habían hecho el amor nada más cruzar la puerta de aquel apartamento hasta quedar saciadas y rendidas, pero la imagen de su desnudez impresa en las retinas, la electricidad que sentía cuando la tocaba, cuando se entregaba a ella, cuando la hacía suya.... habían despertado a la rubia con una necesidad angustiosa de poseerla nuevamente, y sólo había dos modos de conseguirlo para ella, despertarla y volverle a hacer el amor, o poseer cada recodo de su cuerpo mientras lo plasmaba con sus dibujos. Alba decidió dejarla descansar, pero su ansiedad la consumió hasta ser más fuerte que el placer de permanecer a su lado quieta, y tuvo que salir de la cama para dibujar, dibujarla. Hacía tanto que no sentía aquella fuerza invisible, electrizante y a la vez enloquecedora entre sus manos.... volvió a sentir como Natalia la engullía, cada detalle que perfilaba sobre el papel era un paso más hacia la profundidad de perderse a si misma para perecer en ella, pero no podía evitar dar cada paso, adentrarse en aquel laberinto más y más. Las manos empezaron a obsesionarse en sus recodos... las sombras de la unión de sus muslos, bajo sus senos y su mentón... la respiración de la rubia estaba agitada, su corazón golpeaba el pecho con demasiada fuerza, pero ¿cómo parar? Difuminó con la yema de su dedo algunos trazos de lápiz... "¿por qué nunca puedo...?", se acomplejó al no lograr hacerle justicia... dejó a un lado los hombros, repasó su cuello... pequeños trazos para trasmitir profundidad y mayor perspectiva... y de nuevo su boca, Alba se mordió los labios mientras retocaba los suyos... su nariz, sus pómulos.... la morena se movió en aquel instante, y a ella casi se le resbaló el lápiz de entre los dedos idiotizada. El momento mágico de verla despertar había llegado, llevaban tanto tiempo no pudiendo compartirlo que se quedó sin respiración, a la espera... un pequeño gesto para desperezarse, y el primer  intento de abrir los ojos... Nat arrugó la nariz e hizo una graciosa mueca por la luz, pronto se daría cuenta de que Alba no estaba a su lado y cuando su rostro reflejó aquel instante de lucidez, ella sonrió por haber sido capaz de predecirlo. Sus ojos. A Alba le escocieron las manos, pero ya era tarde para el lápiz y el papel... ya no podía desanclar sus pupilas de sus preciosos y adormilados ojos.

-    ¿Qué haces ahí? –le preguntó aún despertándose-... Anda ven... vuelve a la cama.

La reclamó, y Alba dejó el boceto encima del taburete donde se había sentado para dibujarla. En cuanto su cuerpo se envolvió de la calidez de su piel, gimió. Natalia la estrechó más fuertemente contra ella tras escucharla, siempre la cogía por sorpresa su predisposición, pues en el fondo nunca creía ser digna de un amor tan noble como el que ella le brindaba.

-    ¿Qué hacías ahí sentada? ¿dibujabas? –volvió a preguntarle en un susurro-.

Alba tenía enterrada la cara en su cuello, ese que había intentado dibujar unos minutos antes... sus labios lo besaron allí donde la sangre corre tan superficial que la piel adquiere otro sabor, una temperatura distinta... ¿cómo pretender plasmar un detalle así con pintura? Ahora le parecía tan ridículo si quiera intentarlo, su lengua trazó con saliva lo que su talento jamás conseguiría... el escalofrío que recorrió a Natalia por lo que le estaba haciendo reafirmó sus pensamientos.

-    Soy distinta cuando te tengo cerca –musitó casi como si de un embrujo se tratara mientras sus dientes pellizcaban ya el lóbulo de su oreja-.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora