Brighton (ᴇsᴘᴇᴄɪᴀʟ 10ᴋ)

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Gracias infinitas, a los amigos, a los conocidos y a los extraños, a los que se cruzan por casualidad y a los que dudan antes de hacer click. Gracias a los que votan, los que comentan, o los que pasan desapercibidos. Gracias al que la amó, y al que la dejó a la mitad también. Gracias por leer, a todos y cada uno de ustedes. 

***

Louis entra a la biblioteca con cierta inercia, pero cuando está allí, suelta un suspiro agotado, como un globo que se desinfla. Es un lindo cuarto, pequeño pero acogedor, y casi perfectamente ordenado a pesar de que han puesto todo en su lugar a las apuradas en un afán de liberar espacio. Louis está contento con haber destapado el pequeño ventanal; le dijo a Harry que no comprarían una casa que no la tuviera, y él rodó los ojos con exasperación cariñosa, pero lo puso como prioridad a su agente de bienes raíces.

Dos semanas y muchas cajas abiertas más tarde, al fin puede disfrutar del espacio con libertad. Lo recorre con la mirada, satisfecho con sus logros, hasta toparse con las únicas dos cajas de cartón en la esquina, una junto a otra, y recuerda por qué fue allí en primer lugar.

— Bueno, les llegó la hora.

Palmea sus manos en sus jeans, quitándoles el polvo y toma aire, predispuesto al trabajo. Camina hasta ellas y se arrodilla a su lado, tomando la caja más cercana y abriéndola.

Ha hecho esto exactamente veintisiete veces desde que se mudaron, y cada vez ha acabado cubierto de polvo o fatiga adelantada. Ahora, sin embargo, acaba cubierto de recuerdos.

Harry y él acordaron dejar estas dos cajas para el final y así evitar que su contenido se rompa entre tanto acomodar muebles, pero ahora Louis cree que debieron haber empezado antes, así no tendría que lidiar con el mar de recuerdos inundando su mente a la vez. Suspira, con una sonrisa ausente, y se dispone a sacar uno por uno los pequeños souvenirs mientras recorre sus figuras con los dedos y sus historias con cariño.

***

— Haz, de verdad no tenías por qué — insiste por como enésima vez, pero no parece suficiente.

— Cállate y cierra los ojos.

Louis resopla, obedeciendo y balanceando sus pies desde el borde de la cama como un niño pequeño.

— Están cerrados —le avisa a Harry, y puede oír sus pasos acercándose desde la esquina del cuarto.

— Sí tenía por qué. Había conocido a un lindo y dulce chico que había estado en todos lados pero no había visto nada —insiste, también por enésima vez, pero tampoco parece suficiente—. Lo mínimo que quería hacer era darte algo de cada lugar.

Louis siente algo burbujear en su pecho. Incredulidad, emoción. Alegría.

— Aw, Harreh — dice, enternecido.

— También quería meterme en tus pantalones, asique...

Louis borra su sonrisa, para nada sorprendido.

— Yyyy, lo arruinaste.

Harry murmura una risa, y él siente el colchón hundirse a su lado antes de que bese su mejilla suavemente. Coloca varios pesos en su regazo, y entonces oye un susurro sonriente.

— Abre los ojos.

Cuando lo hace, encuentra toda clase de pequeños souvenirs; un llavero y dos adornos, una vela aromática, una figura tallada en madera, una bola de nieve y unas mamushkas miniatura. Louis observa maravillado cada cosa, rozando con sus dedos con cierta incredulidad, a pesar de saber de antemano que Harry le había comprado varios. Es muy distinto pensarlo que verlo, y aun así es probable que el rizado esté más nervioso que él, juzgando por como tiembla su pierna.

Souvenir || l.sWhere stories live. Discover now