Harry despertó con un ardor en el rostro. El sol quemaba a través de sus párpados, su mejilla estaba llena de raspones cicatrizados y sangre seca, y el fresco aire mañanero rozaba partes en su cuerpo que no deberían ser rozadas.
Levantó la cabeza del pavimento con una mueca dolorosa y miró su cuerpo. Estaba desnudo en un lugar desconocido a la mitad del bosque, y ni siquiera recordaba cuando había llegado hasta ahí. Su torso estaba cubierto de rasguños, y su ropa había ido a parar a quien sabe dónde. No eran más de las ocho de la mañana, Harry lo sabía por la posición del sol.
—¡Panqueques! —escuchó una voz aguda.
Cuando se tomó el tiempo de observar su entorno, se dio cuenta de que no estaba en cualquier lugar, lo supo por la puerta de madera que se erguía intimidante frente a él, con una aldaba en el frente con forma de colmillos. Tragó saliva, nervioso.
—Sacaré la basura primero —dijo una mujer del otro lado, y Harry escuchó un click.
Una señora, bajita y de cabello rubio, con ojos grandes y azules miró hacia el cuerpo desnudo de Harry, que yacía lánguido en la entrada de su casa. Dejó caer la bolsa de basura que sostenía al suelo y rápidamente regresó al interior de su casa, sin cerrar la puerta.
Harry escuchó revuelo, pero estaba demasiado cansado como para tan siquiera levantar la cabeza y espiar que estaba ocurriendo. Poco después, la misma mujer apareció en a puerta, con rostro preocupado y acompañada de un hombre grande y de hombros amplios. Su aspecto era duro, pero sus ojos transparentaban bondad.
El hombre lo cargó, y Harry sintió sus manos frías contra su piel. Sus ojos eran azules y su cabello castaño, un castaño más claro que el suyo. Parecía que había estado dejando crecer su barba por semanas, y ahora tenía un tupido matorral de cabello creciendo en su barbilla.
—En el sofá, cariño —dijo la voz dulce de la mujer.
El hombre lo dejó sobre el mueble suavemente, y Harry sintió como su cuerpo desnudo era rápidamente cubierto por una manta rígida y que picaba sobre su piel. Pasos se escucharon por el salón, y Harry volvió a ver el mismo rostro de expresiones duras y ojos azules. Le resultaba bastante familiar, pero su delirio no le permitía reconocer en dónde lo había visto.
—¿Qué carajos haces aquí, Harry? —preguntó entre dientes el hombre, demandante, sosteniendo al alfa por los hombros.
Harry, confundido, abrió la boca débilmente, tomando aire para hablar, cuando una voz dulce y aguda lo interrumpió.
—¿Quién es él, mamá?
—Nadie cariño, regresa a la cocina con papá —la mujer regresó a un lado del hombre castaño y puso su delgada y huesuda mano sobre su hombro— ¿Por qué no vas por algo de ropa para él?, yo llamaré a una ambulancia.
—No —replicó de inmediato—, no es necesario, no es nada grave.
Ella asintió, muy poco convencida, antes de que Harry escuchara resonar sus zapatos alejándose poco a poco.
—Intenta llamar a alguno de sus familiares, al menos.
Él le dio un asentimiento certero, y regresó su atención a Harry.
—No puedes estar aquí, tienes que irte.
Harry lo miró interrogante. Su cabeza daba vueltas, y que el muchacho frente a él lo estuviera confundiendo no ayudaba en nada a su migraña.
El castaño se puso de pie, y sus pisadas resonaron en el suelo como las de un gigante. Escuchó el sonido de la tela impermeable deslizarse sobre sus brazos, y luego el hombre gritó:

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savage; ns
Fanfiction"Si la mordida del vampiro no lo mata, entonces la tuya lo hará." "La mordida es algo sagrado, que no debe ser desperdiciado" Harry, un alfa riguroso y estricto, se ve obligado a morder a un joven moribundo y aceptarlo dentro de su manada. Tal vez a...