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Cinco días más tarde. 02:45 a.m.

El rechinar del colchón era constante, al igual que los gemidos que resonaban entre esas cuatro paredes provenientes de las dos personas que se fundían en la lujuria aquella noche.

El omega agarraba con fuerza las sábanas, gimiendo y resistiendo a la rudeza con la que un hombre mucho mayor que él lo penetraba. Éste ultimo sostenía sus piernas, abiertas para él mientras se descargaba con el menor, a quien no dejaba de apreciar las excitantes y dolorosas expresiones que le mostraba. Ambos cuerpos envueltos por una capa de sudor, con su respirar irregular y sin dejar de jadear, hicieron de aquella noche el cuarto encuentro sexual consecutivo con otro hombre para el joven pelinegro, que ya le era una costumbre como el pan de cada día.

El menor gritó, recibiendo el nudo del contrario tras llegar al orgasmo en su interior, después de que él lo hubiese hecho minutos atrás. Estaba agotado y se sentía sucio, pero al menos ya había ganado el mínimo de dinero que su jefe le exigía cada noche.

—Joder... —Murmuró el hombre, dejando sus piernas caer y aún estando dentro suyo, delineó su cintura con sus dedos. —Si no fuera tan caro comprar a la gente, te convertiría en mi amante. —El menor cerró los ojos, esperando a que el nudo desapareciera y se fuera de una vez. Por suerte, se había tomado su supresor al igual que los días anteriores durante el celo. —Eres muy bonito, pero es una lástima que seas tan zorra. —Finalmente, salió de él y el mayor comenzó a vestirse.

El omega no dijo nada, tan solo calló y se limpió un poco antes de volver a acomodarse la ropa, viendo al hombre dejar unas cuantas monedas en la cómoda antes de salir por la puerta. Él estaba acostumbrado a ese trato, era lo normal, según él, al fin y al cabo era su modo de vida si no quería morir de hambre en la calle, mas no escogió esa vida, sino que ésta no le dio la opción a elegir.

JungKook llevaba años en el negocio, sumergido en una amarga espiral de la que no podía salir, usado por un millón de hombres y en su casi totalidad, por alfas. A pesar de todo, su cuerpo se adaptó y era de lo más normal para él, como un niño que crecía en un buen hogar junto a sus padres.

🍃🍃🍃

Ya al mediodía, se levantó de la cama individual donde dormía en la misma habitación con uno de sus compañeros, quien no estaba en esos momentos y ejercía el mismo oficio que él, como la mayoría en ese edificio. Se levantó, ignorando el dolor de cadera y nada más salió del cuarto fue al comedor a desayunar un poco, solo. No es que no tuviera mala relación con el resto, tan solo era alguien de pocas palabras que prefería callar y no hacer nada que fuera a molestar a nadie. Así era él, o cómo la vida lo moldeó.

Volvió a su habitación y sin decir nada a nadie, aprovechando que a esas horas su jefe estaría afuera o durmiendo, llenó una cesta con ropa limpia, junto a una pastilla de jabón y una toalla, para luego salir por la puerta trasera del prostíbulo y emprender su marcha al río.

—¡Pequeñín! —Detuvo sus pasos al escuchar esa conocida voz, habiéndose alejado ya unas calles del burdel. Giró sobre sus talones y se encontró con una reconocida cabellera pelirroja dirigiéndose hacia su posición.

—HoSeok hyung. —Dijo una vez estuvieron cerca, mostrando el mencionado una sonrisa tan reluciente como los mismísimos rayos del sol. —¿No deberías estar en el taller?

—Hoy no, nos hemos tomado el día libre por reformas. —Se estiró en su sitio. —Iba a hacerte una visita, pero te he encontrado antes de llegar. —El menor sonrió con sutilidad, le agradaba mucho las veces que recibía las visitas de su buen amigo. —¿Vas al río?

Claro de Mar [Taekook - Omegaverse]Where stories live. Discover now