Hermione Granger Y La Orden del Fénix

CAPÍTULO 12

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Aclaración: Esta historia está basada en personajes y situaciones creadas por JK Rowling, y pertenecientes a ella misma y editoriales. Ninguna ganancia económica se obtiene, ni se infringen los derechos de copyright. Algunos diálogos y descripciones de JK Rowling son brillantes, y se utilizarán apropiadamente dentro de los diálogos del Fic, mismos que pudiesen ser citados en las notas Post-fic del Autor.

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En cierto modo, Hermione se alegraba de que Hogwarts se hubiera ido al infierno después de esa noche, eso mantuvo su mente lejos de lo que había hecho con Ron. Ambos se distrajeron de lo ocurrido en aquella aula después de huir de La Sala de los Requerimientos. Tan maravillosos aunque pocos habían sido esos preciosos segundos, Hermione no podía permitirse pensar en ellos. Por mucho que quisiera deleitarse con esos momentos gloriosos, no se lo permitió, aquello sólo le causaría desear cada vez más. Y eso no iba a suceder. Había besado a Ron Weasley, y él no quería volver a recordar ese incidente nunca más. La simple idea de aquello le dolía a Hermione más de lo que jamás admitiría. Así que hizo caso omiso del dolor punzante en su corazón y se arrojó en otras cosas. Fue con McGonagall a tratar acerca de disolver la estúpida Brigada Inquisitorial que Umbridge había instaurado, pero McGongall no tenía más poder. Se preocupaba por Harry, como de costumbre, sobre todo después de lo que le contó acerca de la manera en que Umbridge había intentado hacerle beber Veritaserum. Estudió, tejió, le escribió a Viktor y a sus padres, Daba sus rondas nocturnas, se mostraba inquieta por sus amigos... pero al final del día, cuando estaba recostada en su cama por la noche, mirando a la oscuridad, no podía evitar soñar. Y era entonces cuando las lágrimas siempre venían.

Una noche, Hermione no podía soportar la idea de llorar. Había estado en tan hermoso estado de ánimo todo el día. Fred y George habían lanzado esos brillantes fuegos artificiales, y tuvo el gran placer de ver a Umbridge correr como un hipogrifo en dificultades, con su gordo rostro de color rosa por el esfuerzo, su atroz peinado desecho. La verdad es que, Hermione había estado en tan buen humor que de hecho, decidió no hacer la tarea esa noche. Por supuesto, Hermione normalmente quería hacer la tarea; adoraba el reto de escribir estimulantes ensayos y de responder a preguntas difíciles. Pero por una de las pocas veces en su vida, quería hacer sólo algo completamente fuera de lo común, algo completamente fuera de lugar para ella. Así que, por supuesto, la cosa más obvia era no estudiar.

Pero ahora que Harry y Ron se habían ido a la cama, Hermione consideró sus opciones. Podía ir a la cama y llorar por Ron nuevamente, o podía quedarse aquí y estudiar. O podía hacer algo rebelde.

Hermione empujó su silla, y muy pero muy resuelta, salió de la sala común.

Tenía que admitir, no tenía idea del acto de rebeldía que iba a cometer, pero debía darse una oportunidad. A veces se cansaba de la imagen de puritana, recatada y apropiada de Hermione Granger. Podía dejarse el pelo suelto y divertirse. Simplemente tenía que estar en el momento y lugar con las personas adecuadas. El corazón de Hermione involuntariamente se contristó. Ron era una de esas personas adecuadas.

No, ella gritó a sí misma, no pienses en Ron. No esta noche. Esta noche, es sólo tuya. Hizo una pausa para mirar por la ventana el espectáculo de fuegos artificiales que aún brillaban y bailaban en el cielo nocturno. Realmente parecía ser una noche hermosa, agradable y tibia, no demasiado fría...

Eso es, Hermione decidió rápidamente, eso es lo que haré.

Antes de poder pensar demasiado acerca de su decisión, y cambiar de opinión, Hermione salió rápidamente del castillo a la clara y estrellada noche. Sólo se detuvo un momento para admirar los fuegos artificiales que seguían explotando brillantemente contra el cielo añil. No era frecuente que las travesuras de Fred y George le hicieran sonreír así, pero lo que habían hecho, sin duda en el momento la hacía sonreír. A decir verdad, nunca pensó que le complacería tanto que ver a Umbridge frustrada.