Capitulo Tres

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Capítulo tres. Gian Caccini.

La noche de ayer me había dejado llevar por el alcohol y en consecuencia amanecí con dos chicas a mi lado, puede ser que tuve un buen sexo o simplemente me quitaron mi dinero, no tenía ganas de averiguarlo.

Otra consecuencia del alcohol nublando mi razón fue que no recordé la visita de Hades Athens para su nuevo empleo, asi que cuando me dijeron que lo que más anhelaba estaba aquí, relamente no me la esperaba a ella. Pero estaba agradecido de verla una vez más, se vía igual o más hermosa que ayer, su cabello no se encontraba liso y su peculiar olo a vainilla todavía estaba en ella.

Al final le ofrecí un trabajo que estaba seguro no iba a desempeñar bien, pero con tal de complacerla a ella y a Ares, todo estaba bien para mi. ¿Pensar en cómo fastidiarla teniéndola frente a mi? Era un trabajo difícil, las mujeres guapas son una debilidad para mi y al parecer la princesa Athens, apodo que recibió gracias a su padre, se iba a convertir en una debilidad para mi si no ponía pronto un límite a lo que quiero obtener de ella.

Tocaron la puerta cinco veces seguidas e inmediatamente supe que era Fénix, el tenía esa irritante peculiaridad que me hacía diferenciarlo cuando alguien venía a verme.

—¿Hay algún problema?—pregunté y negó.





—Solo quería informarte que voy a salir por un momento. Voy aprovechar que Hades esta aquí para hablar de unos trabajos que quiero que me haga.—asentí.





—No te preocupes, toma tu tiempo. Cuando salgas dile a Kaine que me traiga de esos aerosoles que siempre tiene.





—Esta bien, gracias.



Unos minutos después, llegó Kaine con dos aerosoles en la mano, mostrando las etiquetas que decían el olor.



—En mi opinión, debería escoger...—



—Quiero el de lavanda.

No sería tan estupido de escoger el de vainilla.



—¿Así está bien?—preguntó esparciendo un poco por todo el lugar.

Aspire fuerte hasta sentir un vago olor del perfume de Hades y negué.



—Un poco más, sin miedo.



Hades tenía que estar llevando un buen perfume y me tomaría la molestia de averiguar cual era. No es difícil conseguir información de chicas como ella que se involucran mucho en el mundo de la fama.



Cuando termino sonreí agradecido, para luego volver mi vista al computador donde había trabajo pendiente.



—Señor, disculpe la molestia pero el señor Hamilton quiere hablas con usted, ¿lo hago pasar?—asentí.



Esperaba esa visita.



Kaine se dio la vuelta dejándome una vista de su cuerpo de espalda. Algo que me divertía de Kaine era como me criticaba por la espalda, quejándose de mi personalidad y vociferando que nunca se acostaría conmigo, pero me pregunto si ella sabe que su lenguaje corporal demuestra todo lo contrario.



Dulce VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora