Capítulo Once

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Capítulo once. Gian Caccini.

Supe que las cosas no irían bien cuando Hades entro al auto con el ceño fruncido y sin decir nada que pueda molestarme o provocarme.

La miré por unos segundos, esperando alguna reacción de su parte que nunca llegó así que mi mirada fue al perro que tenía entre sus piernas, fue mi turno de fruncir el ceño al ver la mirada desagradable que tenía el animal en mi.

—¿Qué es eso que tienes en tus piernas?—pregunte señalando al canino con mi cabeza.

Ella esbozo una sonrisa, y sin saber porqué eso me hizo sonreír a mi también.

—¿No es obvio? Es un perro.—dio un pequeño beso en la boca del perro. Asqueroso.—Se llama Cerbero.

De mi brotó una carcajada sin poder evitarlo.

—Tomas en serio lo de llamarte Hades.—arranque el auto.

Soltó una pequeña risa para luego conectar su celular al Bluetooth sin consultarme.

—¿Podemos pasar por un McDonald's?—pregunto después de unos segundos.

Quería fastidiarla y decirle que había comida en la casa, pero al verla relajada y acariciando a su perro, no pude decirle que no. Simplemente era una persona débil en estos momentos.

Maneje al McDonald's más cercano y decidí que era mejor pedir por automac.

—Buenas, bienvenido a McDonald's, ¿Qué desea?

Mire a Hades esperando respuestas, pero ella se quito el cinturón de sguridad para luego ir a parar de una manera poco cómoda en mis piernas.

—¡Hola! Me da esa promoción que tiene de veinte nuggets, las papas pueden ser mcpatas y una soda Coca-Cola grande.—entro la cabeza en el auto y se giro a verme—¿Quieres algo?

—Una ensalada esta bien.—murmure cuando empezó a mover su cuerpo se un lado a otro. Sacó nuevamente la cabeza por la ventana.

—Me da una hamburguesa clubhouse, con todo, una Coca-Cola grande y también agregue un helado, ese que tiene kit kat.—termino de decir para luego tomar a Cerbero y volver a sentarse correctamente para dejarme manejar.

Cuando nos dieron nuestros pedidos Hades empezó a devorar el helado.

—¿Puedes comer mejor? El helado no irá a ninguna parte.—dije al ver la manera desordenada en la que comía.

Como era de esperarse, me ignoro.

—Cerbero, bebé, no puedes comer eso. Castigado por morder a mami.—regañó dejándolo en la parte trasera y tomando la comida para que el perro no pudiera tocarla.

—Te dije que solo quería una ensalada.

—Entonces me como yo la hamburguesa.—no le dio importancia a mi queja.—Debimos de llevarle algo de comer a los chicos, seguro y tienen hambre.

—No te preocupes que ellos no son tus hijos.

Ya habíamos llegado a la casa. Al estacionar, me baje rápidamente del auto para poder ayudar a Hades quien ya se había bajado con la comida así que me toco bajar al perro y sus maletas del coche.

Antes que pudiéramos entrar a la casa, nos encontramos con Cato quien no tenía una buena expresión y eso me puso alerta.

—Señor Caccini, es mi deber informarle que sus amigos han traído un grupo de mujeres además de que están tomando de su vino de la reserva privada.—dijo rápidamente, seguramente preocupado por mi reacción.

Mi molestia estaba más en el hecho que tomaron de mis vinos más buenos por personas que no valían la pena. Aún no le ofrecía a Hades ninguna de mis mejores botellas.

Mire a Hades quien tenía una mirada confusa y que seguro buscaba alguna explicación que no podría y no tendría que darle. Aún esta relación no ha llegado a ese punto y tampoco sabía que chicas estaban dentro de mi casa, ya que ellos nunca me mencionaron nada y si fuera así nunca hubiera traído a Hades conmigo.

—¿Entramos?—dijo con una sonrisa.

El perro en mis brazo ladro, hasta me había olvidado de él.

Las palabras de Cato no estaban vacías, si estaban un par de chicas en la casa junto a los otros individuos que están bebiendo de mi vino. Quise gritar y sacar a todos de una patada, pero Hades se adelantó.

—¡Hola chicos y chicas!—saludo como si los conociera de años.

—¿Alguien me explica que mierda esta pasando aquí?—mire a Hades y le entregue a su amiguito.—Sube a mi habitación.—le dije y ella solo asintió sin replicar cosa que me sorprendió.

Cato sin esperar indicaciones ayudo a subir su maleta a alguna habitación vacía.

—¿Qué hace Hades con maletas?—pregunto Jawad.

—No es tu asunto y les pediré amablemente que saquen a esta chicas de mi casa. Como ven estoy ocupado y me están dañando la imagen.

Recibí miríadas de disgusto, pero no me importo.

—¿Te hicimos esta sorpresa y así nos pagas?—pronunció Archilles fingiendo estar indignado.

Lo ignore y subí la habitación. Pensé en tocar la puerta o no, pero decidí por no hacerlo ya que era mi habitación.

Y no me arrepentí de nada al ver a Hades en mi cama, envuelta en mis sábanas mientras abrazaba a su perro. Era una escena que siempre estaría en mi mente, ya que se ve preciosa.

Me preocupa los sentimientos que estaba atravesando en estos momentos porque eso significa que poco a poco ella está entrando en mi sistema y afectando mis sentimientos.

—¿Ya me vas a contar porqué te vas a quedar aquí?—pregunté haciendo que se girará a verme.

Me acerque lentamente hasta estar sentado al lado de ella en la cama.

—Solo una linda discusión familiar así que fui una hija rebelde y me escape contigo.

—¿Quieres hablar de eso?—pregunté  y ella negó con una sonrisa.

Estaba agradecido que se negara, no creía que fuera bueno consolando a las personas. Soy más de evadir los sentimientos que son abrumadores.

—No, pero me ayudaría si me dices que soy hermosa.

— Eres hermosa.—dije y me sorprendí porque ni siquiera pensé antes de decir esas palabras.

—Lo sé, gracias por recordármelo.–Sonrió acercándose más a mi.

Nos miramos fijamente por unos segundos, que se sintieron minutos.

—¿Quieres bajar a comer o prefieres comer aquí?—pregunté tocando sus mejillas.

—Prefiero bajar.—rio quitando las manos sus mejillas.

La mire avergonzando, seguro noto que estaba actuando como un idiota.

Beso mis mejillas y no puede evita reír un poco ya que parecía un niño invitando por primera vez a la chica que le gusta a su casa.

Dulce VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora