13. Tú eres tú

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Estuvimos bastante tiempo en la playa, con Apaya admirando al mar y conmigo admirándola a ella; sencillamente fue un momento inolvidable. Pero el tiempo pasó y el sol comenzó a estar más al horizonte, tornándolo de un color rojizo e indicando que el atardecer había llegado.

Entonces, Apaya y yo, íbamos montando a Epona para ir de regreso a la aldea Arkadia, a una velocidad un poco más alta. Con ella detrás de mí, como siempre, sujetándome con fuerza y con las palmas de las manos abiertas; quizá tratando de tocarme lo más que la situación le permitía; aunque claro, yo iba concentrado en el camino y no le di mucha importancia en ese momento.

Si había algo más de lo que podía alegrarme, era el que Apaya ahora podía resistir más velocidad a caballo; lo que volvía más amenos los viajes sobre Epona.

Esas tardes en la aldea eran maravillosas, me hacían sentir bastante capaz de cualquier cosa y más teniendo en cuenta a la persona que me acompañaba; era como si, de alguna manera, cabalgar bajo el cielo crepuscular me fuera familiar; aunque al final era algo a lo que no le di muchas vueltas.

Luego de un buen rato, yendo colina arriba y dejando atrás incluso las vistas al mar, habíamos llegado a la orilla del lago de Akkala; para entonces cruzar el puente que conectaba con la aldea. Y así fue como volvimos, con el cielo mostrando cada vez más colores apagados y las lámparas de los caminos ya siendo encendidas.

Bajé de Epona y le ofrecí una mano a Apaya, para que pudiera bajar con total seguridad. No intercambiamos palabras en ese momento, aunque sí sonrisas bien intencionadas. Entonces tomé las riendas de Epona y la dirigí a la valla que estaba frente a la casa, para así atarla y dejar que descanse.

Aunque al hacerlo, pude ver a la persona que estaba encendiendo las lámparas, era Karid. Él utilizaba una herramienta parecida a una lanza para poder encenderlas, y parecía ser que las lámparas frente a nuestra casa eran las últimas. Entonces él se da cuenta de que llegué y se sorprende al verme, para luego dirigirse hacia nosotros.

—¡Qué hay, Link!— me dijo.

—Qué hay.— dije sencillamente.

—Veo que vienen de dar un paseo.

—Sí. De la playa de hecho.— le dije de forma un tanto seca.

—Ya veo, aquí son buenas las vistas al mar.

—Sí, sí... de ahí la idea.

Apaya y yo comenzamos a caminar hacia la puerta de la casa, aunque Karid no se movía mucho de su lugar. Ella tampoco habló y solo se limitaba a caminar a la puerta. No me sentía muy contento con Karid y con algunos de la aldea, pues el que hayan dudado tanto de mí es algo que me había desanimado bastante; aunque claro, sabía perfectamente que ellos podían dudar, pero aun así el sentimiento perduraba.

—¡Espera, Link!— dijo antes de que ambos entráramos.

—¿Qué pasa?— dije sin mucho entusiasmo y deteniéndome frente a la puerta. 

—Quería disculparme por... lo de ayer. Ya sabes, mí comportamiento y el de mi esposa.— dijo con algo de dificultad, a lo cual yo me sorprendí.

¿Por qué se disculpaba? ¿Había entendido como me sentía o solo era cortés? No lo sabía realmente, pero me tranquilizó bastante el que lo hiciera.

—No, no. No te preocupes, sé que no estaban malintencionados o algo así.

—Pero aun así, te quiero pedir disculpas de parte de mi esposa y de mí... por no creerte.

—Sí, bueno. Te perdono, no hay problema. De igual forma, sé que quizá no me expliqué muy bien ayer.

—Claro, no todos los días alguien viene y dice ser alguna clase de "elegido".

Nuevos Recuerdos [#1] - Link x Apaya - TLOZ Breath Of The Wild +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora