Capítulo 6

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Se lo pensó mucho. Realmente se lo pensó mucho. No podía apartar a Raoul de su vida así como así, pero no quería hacerle cargar con él una vez más.

No se atrevía a decirle la verdad. Su verdad. La que aún no se atrevía a aceptar. Pero no podía permitirse alejarse de él. Le necesitaba demasiado. Raoul para él era más que un amigo. Era un hermano. Era la persona que siempre había estado ahí y nunca le había juzgado. Siempre tenía palabras bonitas y de aliento para él. Fue su único apoyo mientras su vida se iba desmoronando. Con el recuerdo de su hermano... Con la marcha de su madre... Con la actitud de su padre... Siempre. Siempre estuvo ahí para él. No podía ni quería alejarle. Por eso no podía tampoco confesarle nada. Tenía miedo. Miedo de cómo fuera a reaccionar. Miedo de que le abandonara como Ricky y como su madre.

Decidió alejarse lo justo. Le dijo que tenía muchos trabajos y que quería estar unos días sin salir para poder concentrarse en ellos. No le gustaba mentirle. Pero prefería hacerlo de esa manera y darse tiempo para pensar, antes de provocar que el rubio se fuera.

Raoul le dio su espacio, pero seguían en contacto diario por whatsapp. Los ánimos y las buenas noches del rubio le alegraban los días, pero le echaba mucho de menos. Ojalá ese sentimiento o lo que fuera desapareciera pronto y todo volviera a ser como antes.

Llegó el viernes por la noche, y el sonido de su móvil le llamó la atención. Thalía le había escrito. Y no podía creer lo que estaba leyendo.


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Aún no se había recuperado del shock, cuando su móvil volvió a sonar.


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Le costó escribir ese último mensaje. Le costó porque estaba sintiéndolo de verdad. Y le dolió más lo que callaba con esos puntos suspensivos.

Llegó el lunes, y acorraló a Thalía en su pupitre para interrogarla.

- "¿Cómo lo conociste? ¿De qué hablasteis? ¿Donde fuisteis? ¿Te dijo algo?"

- "Respira, niño respira!" – Rió la morena –"Tranquilo que estuvimos muy poco juntos. Lo vi en un pub y me di cuenta de que era el chico de las fotos que me habías enseñado. Me acerqué a él, me presenté, le dije que era amiga tuya, nos tomamos unos cubatas y ya cada uno por su lado. Es muy simpático, Ago. Y se nota que te quiere mucho. Me preguntó cómo estabas, me dijo que estaba deseando que terminaras los trabajos porque te echaba mucho de menos, y me pidió que te cuidara mucho. Es una gran persona, cariño."

- "Lo sé"-Suspiró el canario-"No lo merezco"

- "Ey! Claro que lo mereces. Y él también a ti"

Las palabras y la sonrisa de su amiga hicieron que se dibujara una en su rostro y se fundieron en un abrazo justo cuando entraba el profesor y les hacía sentarse cada uno en su sitio.

Habían pasado unos días. La relación con Raoul seguía siendo puramente por whatsapp ya que "sus trabajos se habían complicado y aún tendría que estar algunos días más con ellos".  Aún así, nunca faltaban los mensajes diarios, los buenos días, las buenas noches y los audios de ambos contándose cualquier cosa. Porque cualquier motivo era bueno para volver a escuchar su voz.

Aquella mañana su padre volvió a pagarlo con él. Ni siquiera sabía porqué. Simplemente su padre entró en la cocina gritándole y zarandeándole como casi siempre que se le cruzaba en su camino tras beberse parte  del sueldo que acababa de recibir y de sacar del banco.

El timbre de la puerta sonó. Y Agoney dejó a su padre gritando solo en la cocina mientras se dirigía a abrir.

Su padre al verse solo se quedó en silencio. Quizá esperando su vuelta para seguir volcando sobre él toda su frustación.

Agoney abrió la puerta, encontrándose tras ella a un chico alto y castaño que le miraba con unos profundos ojos de color azul verdoso.

Aquella estrella de alláUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum