XVIII

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Aquella noche ella se volvía a topar con él, lo había visto la noche del veinticuatro de diciembre, en noche buena, lo había observado de lejos, solo el perfil de su rostro a unos cuantos metros bastó para darse cuenta de que le parecía un hombre sumamente atractivo, no solo había logrado observar su encantador perfil, sino que también había visto algo muy particular y singular en él.

Recorrió a lo lejos con su mirada a aquel hombre, este tenía un corte de pelo perfectamente prolijo, tal y como a ella le gustaba, observó su nuca y en ella había una mancha blanca.

Pensó que se podía tratar de un huésped del hotel flotante, lo que hizo que perdiera las expectativas que tenía de poder lograr un encuentro íntimo con él. Luego de ese día no volvió a verlo.

Días después, exactamente el veintiséis de diciembre, se topa sorpresivamente con este hombre otra vez, para su sorpresa este no era un huésped, sino que ofrecía shows de música a los pasajeros. Las anteriores noches ella no lo había visto por el simple hecho de ser bastante despistada y se arrepentía un poco de ello.

Aquel hombre vestía muy elegante un esmoquin, a primera viste podía contemplarse que se trataba de un hombre refinado, pero su mente divagó en un sugar daddy, porque este poseía todas las características para serlo.

Su prolija y bien cuidada cabellera tenía un corte muy jovial y esplendido, ese corte era uno de los que más le gustaban a ella, ya que odiaba a los hombres con pelo largo y desprolijo, éste, era espléndidamente pulcro y a ella eso le fascinaba.

Nombrando más de sus características de sugar daddy, podía atisbarse a simple vista que se trataba de un hombre mayor, probablemente estaba cerca de los cuarenta, a menos que ya los haya superado.

Otra clara característica era su cuerpo, se notaba que se cuidaba bastante y asistía al gimnasio porque se veía en muy buena forma, el esmoquin podría dejar mal parado a cualquiera pero a él le quedaba pintado.

Lucía también unas gafas que lo delataban un poco cada vez que la observaba.

Ella se encontraba parada en una gran escalera que estaba cerca del set donde él hacía su show musical, acompañado de sus compañeros, era de esperarse que el show fuera igual de refinado que él.

Ella lo observaba a una distancia prudente, él tocaba su guitarra muy concentrado, ella lo veía y pensaba en lo intelectual que seguramente era, porque realmente parecía un erudito y eso a ella le gustaba.

Quería conocer a ese erudito refinado y pulcro, querría dialogar con él de libros, música y conocerlo más, quería saber quién era.

Minutos antes de que finalice el show, aquel hombre había posado su mirada en la bella muchacha, ella había sentido una suerte de conexión en sus miradas.

Ella seguía parada sobre la gran escalera dorada, él guardó su instrumento musical y al finalizar, la miró, sonrió mínimamente y con su mano levantada le dedicó un breve saludo de despedida.

Algunas horas pasaron, ella volvió al mismo lugar y lo observó, se encontraba allí también, charlado con sus compañeros, ella se encontraba a espaldas de él pero casualmente él se dio vuelta y la observó, volvió a desplegar sus labios en una pequeña sonrisa a lo que ella respondió del mismo modo, ella sabía que si tomaba asiento en uno de los sillones que se encontraban a unos pocos metros, él se acercaría a ella y le hablaría, así que de ese modo lo hizo, y como arte de magia todo fue como ella lo pensó, él cuando la vio tomar asiento en un sillón cercano a la gran escalera dorada, se acercó hasta allí, con el pretexto de que iba a subir al piso siguiente, pero no fue así, sino que este individuo tan agraciado, comenzó a hablarle.

Para su sorpresa él no era la persona que ella se esperaba, no era tan erudito pero si muy charlatán, sus diálogos no eran de un intelectual pero si eran interesantes y divertidos.

Él casualmente provenía del mismo país que ella y eso a ella no le gustaba tanto.

Finalmente como ella lo estaba esperando, él le propuso encontrarse más tarde.

Una hora más tarde se reencontraron, habían pactado encontrarse en el mismo lugar. Ella lo vio llegar y él decía que se veía como un muñeco de torta de casamiento aunque por muy lindo que parezca este comentario, él lo decía con un tono de voz peyorativo.

Él le propuso caminar para continuar con la charla. Salieron afuera por una cuestión de su seguridad y se apoyaron en una baranda del barco en el que viajaban.

Él hablaba y ella contemplaba la grandeza del mar, el agua era de color verde oscuro y estaba espumosa, golpeaba con fuerza los laterales del barco y producía olas de todos los tamaños, ella no podía dejar de contemplar la belleza que se encontraba metros debajo y él no paraba de hablar.

Él la invitó a su cabina, ella aceptó, al fin y al cabo eso era lo que quería, besarlo y tenerlo para ella en la intimidad de su aposento.

Ella pensó, me gusta más cuando callás daddy .

Fin.

Cuentos eróticos para eyaculadores precoces y orgasmos prematuros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora