Primera reunion

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Narrado por Sesshomaru:

-¿Porque tienes que irte?-Pregunta haciendo un puchero Rin. Mientras me colocaba mi corbata.

- Ya te lo explique, es una reunión importante con la yakuza.-La mire a través del espejo y la vi suspirar.

-Espero que no te espante todo eso.

-¿A qué te refieres?-Pregunte.

- Ya lo sabrás.

Minutos más tarde, me despedí de ella y me subí al auto, el padre de Rin guardó silencio todo el viaje. Y yo me límite en ver por la ventana. Era de noche, y nos metimos en la zona más roja de la ciudad. Podía ver mujeres en poca ropa en cada esquina, subiéndose a coches e incluso a personas teniendo sexo en algún callejón oscuro. Me parecía espantoso como se podía llegar a comportar la gente a estas horas tan oscuras.

Entramos a un callejón, allí habían algunos coches costosos y varias personas elegantes. Cada sujeto tenía una mujer voluptuosa a su lado. En cuanto nos bajamos del auto, se hicieron a un lado para dejar pasar al padre de Rin.

-Bienvenido al club, novato.-Me dijo Inuyasha pasando por mi lado.

Entremos a lo que parecía ser un club nocturno. Sin embargo, una vez dentro. No pude disimular mucho la sorpresa, luces de neón, mujeres bailando en poca ropa dentro de jaulas en el techo, y hasta un escenario que brindaba un show erótico. El lugar tenía numerosas mesas de juego, allí apostaban y en otras se sentaban a hablar de negocios. En la barra un sujeto preparaba extravagantes tragos y unas jóvenes se encargaban de servir a los clientes. Pero esas chicas...tenían la edad de Rin. ¿Qué es esto?

Tomamos asiento en una mesa, una mujer se acercó a nosotros y se sentó en el regazo del oyabun. No pude evitar verla en cuanto cruzo sus piernas con aquel corto vestido.

- Te estaba extrañando, cariño.-Hablo ella.

- Yo igual, muñeca.-Dijo el Oyabun antes de besar su mano.-Por cierto, hoy traje al Kobun. ¿No podrías conseguirle una amiga? Tu sabes, una candente como tu. Pero no tanto.-Le dijo sonriendole y ella asintió antes de ponerse de pie.

- No es necesario, señorita.-Le dije.

- El Kobun debe tener una mujer para los negocios y la tendrá. Le traeré la más bella de todas.-Dijo sonriente y se alejó.

-Señor, yo estoy casado con su hija.-Le recordé.

-Mi hija no está aquí. Y ella no será mostrada como un trofeo entre esta gente. Tu acompañante a partir de hoy, será alguna de las mujeres que ves aquí. No mi hija. Mi hija es tu esposa y ella hará el rol de esposa en casa. No voy a correr el riesgo de que le pase algo.

- Es necesario, aunque no lo creas.-Hablo Inuyasha antes de beber un sorbo de su whisky.- Es sólo para estas ocasiones. Nada más.¿ O acaso tienes miedo de perder la cordura ante una mujer?-Dijo con una sonrisa burlona y frunci mi ceño.

- No quiero que Rin sienta angustia por esto.

-Ella sabe como se maneja la mafia, no te preocupes.-Dijo el Oyabun y suspire.

-Vaya, tu sucesor es todo un tímido.-Se burló uno de los hombres en la mesa.

-Solo es respetuoso.-Hablo el Oyabun.

- No queremos un marica eh-Hablo otro entre risas.

-Suficiente, Onigumo. No te pases de listo.-Hablo el Oyabun y este callo inmediatamente.-Vinimos aquí a hablar de negocios. Dime, ¿que vas a ofrecer está vez?

-Tenemos un trato con el señor Fremont. Quiere darnos la mitad del dinero que gana con el tráfico de blancas.

-¿Qué desea a cambio? Esto no es muy normal en él.

- El contrato que firmó con el contrabando de armas.

-Imposible.

Guarde silencio. ¿Trata de blancas? Este hombre secuestra mujeres y las ofrece como si fueran comida. Que aberración. Me levanté de la mesa. No podía escuchar eso.

-¿Dónde vas, muchacho?-Hablo entonces refiriéndose a mi.

-¡Aquí traje lo mejor de la casa!-Entonces llegó la mujer del Oyabun con una mujer de cabello castaño, traía puesto un vestido de glitter plateado, corto y ajustado pero suelto en su pecho. Debía admitir que se veía sensual. Pero no podía estar con ella.

-Lo siento, pero debo salir un momento.

-Esta bien, Kikyo puede acompañarte.-Dijo la azabache y automáticamente el Oyabun asintió.

- No dejes sólo a mi muchacho, Kikyo. - Le dijo y ella asintió.

A pesar de que le dije numerosas veces que se apartara, me siguió fuera del club. Algunos aún estaban allí. Me aleje un poco de la entrada y tome aire.

-¿Que ocurre? -Pregunta Kikyo mirándome.

- Es sólo que...¿Sabes? Siento que no estoy listo para tolerar este mundo.

-Oh, nadie lo está. Pero luego simplemente te acostumbras. Aún no ha pasado nada, créeme. Esto es lo más sutil que verás.

-Tal vez no debí aceptar..-

-Shh-Posa uno de sus dedos en mis labios. - No pienses en eso, eres muy bello como para saturar tu cabeza con cosas innecesarias.-Se pega un poco más a mi y posa su mano en mi pecho, para descender hasta mi entrepierna.-Si quieres puedo hacer que te enfoques en otra cosa..

- No.-Aparte su mano de allí.-No vuelvas a hacer eso sin mi consentimiento.-Le dije apartándola, alejándola de mi espacio personal.

-¿El tuyo o el de aquella niña?-Pregunto.-No creo que ella pueda complacer a alguien como tu, yo puedo hacer muchas cosas para ti.

-Lo dudo.-Me aleje y camine hasta llegar a la entrada del club. Un hombre alto me permitió pasar y ella se quedó allí.

Fueron tres horas, de las cuales no dejaba de pensar en cómo el padre Rin podría aceptar tales tratos. No sólo se trataba de los negocios ya mencionados, sino de drogas, órganos y niños. ¿Cómo este hombre podía dormir por las noches sabiendo aquello?

- La próxima vez, necesitaré que partícipes más. No puedes quedarte callado como un idiota, Sesshomaru. Eres mi sucesor, tienes que hablar con los demás, opinar al respecto y...

-¿Realmente quiere que diga mi opinión de sus negocios?

-Nuestros negocios.-Me corrigió y me bajé del auto.

Prácticamente fui corriendo a los brazos de brazos de Rin, ella estaba despierta leyendo un libro en el escritorio. Me acerqué a ella, me deje caer de rodillas a sus pies y abrace su cintura, posando mi cabeza en sus piernas, tal cual niño pequeño.

-Los negocios de tu padre son...

-Son horribles, lo sé.-Suspiro ella acariciando mi cabello.

- Si quieres, podemos divorciarnos, Seshomaru.

-¿Qué?-Levante la mirada y la vi a los ojos.

- Este mundo no es para ti.-Dijo ella acariciando mi mejilla.

- No quiero, no. No voy a dejarte.- Tome sus manos y me puse de pie, obligándole a ella a hacer lo mismo. -No vuelvas a decir eso.- Dije antes de besar sus labios.

Ella correspondió a mi beso y lentamente comencé a bajar el tirante de su camisón de seda, el cual cayó a sus pies.

CONTRATO YAKUZAWhere stories live. Discover now