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JiMin esperaba en la oficina de su alfa, tratando de no entrar en pánico, llevando lentamente el aire a sus pulmones. Siempre los nervios se hacían presentes al estar ahí, nunca pasaban cosas buenas cuando era llamado. Aparte, el beta no dejaba de mirarlo. Ese hombre como muchos, lo deseaba a pesar de lo usado y lastimado que estaba. JiMin solo podía sentir asco.

–El alfa pronto llegará, pero podemos usar ese tiempo para algo más productivo –JiMin sintió que se le oprimía el pecho con esas palabras, las náuseas se hicieron presentes y se mordió el labio.

–No, ahora no, el alfa me pidió que viniera solamente para hablar con él –usó como último recurso, no quería ser tocado por esas manos, y las órdenes del alfa eran la ley.

–Después será –el hombre salió de la oficina, no sin antes tocarle la cara y darle un sucio beso en el cuello. Que lo hizo ponerse pálido. Se obligó a calmarse, formar una escena empeoraría todo.

Tenía que responder lo sumiso que podía, su alfa se enfadaría si ponía resistencia. Y ya había probado que no era algo agradable.

Esperó impaciente al ser dejado solo, temblando como si tuviera fiebre y teniendo el sentimiento de que estaba en peligro. Aún luego de tantos años, no podía acostumbrarse.

–Siempre puntual –el alfa entró por la puerta, vistiendo jeans y sin nada que cubriera su torso, la vestimenta normal de los lobos en su manada. Por lo menos en la suya.

–Claro alfa –respondió en un tono bajo, mirando hacia su regazo en signo de respeto a su autoridad.

–Te tengo una mala noticia pequeño Park –el alfa tomó asiento y movió un par de papeles de una pila, su porte relajado– estás expulsado de la manada.

–¿Qué? –JiMin levantó la cabeza y subió la voz sin darse cuenta– eso no tiene sentido. Yo nací en esta manada, es mí derecho poder permanecer en ella.

–Baja ese tono, estúpido omega –ordenó el alfa con un gruñido– permaneciste porque eras la mejor opción para tener a mis cachorros, pero diste a luz a unos engendros.

–Mis hijos no son unos engendros –JiMin se levantó de la silla y encaró al alfa por primera vez– no estuviste presente y ellos no pudieron recibir nada de tu lazo como padre, por eso son tan pequeños y débiles.

–Eso no importa ya –el alfa se levantó y atravesó el espacio entre ellos– otros no consideran que sea adecuado que mis hijos hayan salido de un puto.

–¡Todo esto es por tú culpa! –JiMin gritó enojado- dijiste que serías mí pareja, pero solo me usaste para embarazarme. Y como las cosas no salieron como lo esperabas, me compartiste como si nada.

–Yo te di dos oportunidades y fallaste ambas. Ya no me interesas–el hombre se alejó– te quiero fuera de mí manada en unas horas, y también llévate a tus engendros.

–Con gusto –añadió JiMin volteando y saliendo.

Estaba furioso, era echado de su manada después de pasar años soportando abusos. Todo era por sus pequeños bebés. Pero ahora que lo habían echado, perdía la protección y recursos que tenía. No tenía idea de a donde iría con tres niños. Estaba acabado.

En la puerta, el beta lo esperaba.

–El alfa me acaba de avisar, es una pena, no podré disfrutar de tu culo cuando quiera –el beta fingía estar triste por eso, pero una sonrisa se deslizaba por su cara.

–Vete a la mierda TaeYang, ojalá tu pareja te descubra y te corte las pelotas –escupió JiMin pasando a su lado, sabía que el hombre no tenía el valor para hacerle algo.

Por sus cachorros| кσσкм¡หWhere stories live. Discover now