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En aquella habitación tan refinada que podría hacer sentir vergüenza a los cuartos principales de los palacios de cuentos, la luz del sol cortaba la oscuridad con casi violencia. Irrumpía con la confianza de quien se siente poderosamente en sitio, de quién no teme, de quién confía en sí mismo y la situación; de la misma manera en que las dobles puertas doradas se abrieron.

La figura, de pasos pesados y ruidosos, avanzó por el amplio espacio hasta alcanzar el cortinaje de seda y apartarlo, descubriendo un ventanal rectangular que permitía la vista hacia el admirable mundo dominado por el atardecer. Sus ojos azules se enfocaron allí donde la tierra y el sol se juntaban en el horizonte y, a la vez, sus orbes se pintaron con los colores naranja, rosa, violeta y amarillo que llenaban el cielo. Los brazos del sujeto se dirigieron a su espalda y sus manos se entrelazaron entre sí, dejando su espalda tan recta como la de un líder militar.

— Es una situación complicada —desde su lugar, la vista del pueblo que el rosetón le ofrecía, hacía parecer a las personas pequeñas hormigas que se movían con casi nerviosismo—. No sé cómo debería proceder.

La voz grave reverberó en las paredes contenidas por el silencio, y como única respuesta el aire silbó en sus oídos cuando abrió la ventana.

— ¿Qué puedo hacer para obligar al pequeño perrito miedoso a salir de su jaulita? —cuestionó a nadie en particular. Se apoyó sobre los marcos blancos e inmaculados de la ventana, y al dejar que su cabeza sobresaliera por los límites de las paredes, el aire revolvió sus cabellos negros—. ¿Qué sería lo suficientemente poderoso como para orillarlo a obedecerme?

Examinó los bordes del paisaje y sus írises siguieron fielmente las líneas desdibujadas del paisaje, desde la espesa floresta, hasta las siluetas de los hogares o de las nubes salpicadas por los colores del atardecer.

— Si ya no tiene compañera y sus dos cachorros están relativamente fuera de la trayectoria, ¿qué me queda? —su garganta formó un sonido largo y bajo, antes de que, al obtener lo que quería, en la habitación silenciosa retumbara el sonido del choque de su palma sobre el material del marco de la ventana—. Ay, ¿por qué no lo pensé antes?

La risa que le siguió rompió con el paisaje y sus vibras relajantes sobretodo por el deje irónico y amargo que se filtró en sus carcajadas. Cuando volvió a fijar la vista sobre el paisaje, su expresión ya no era ni relajada ni abatida, ni el punto medio que había mantenido hasta entonces.

No, su expresión se había empapado con el espantoso y sangriento color de la crueldad.

— Creo que será divertido descubrir quién tiene más traumas, si la pequeña omega o el poderoso alfa.

**

Lancé un aullido bajo y lastimero, moviendo la cabeza de lado a lado con violencia, intentando ahuyentar el mareo que entorpecía mis pasos y los puntitos blancos que nublaban mi vista, así mismo tratando de obviar el pitido ensordecedor que enmudecía y achicharraba mis tímpanos. Resoplé, intentando volver al cauce y mantener el ritmo, pero mis patas simplemente se enredaban sin darme tiempo a poder avanzar con normalidad.

Mi cuerpo, simplemente, ya no podía soportarlo. Había estado tratando de contener mi malestar por al menos tres horas, pero sentía que podía colapsar –si no había ocurrido ya. Ambos betas interrumpieron su marcha al oírme caer, respirando tan alígera y superficialmente que el aire matutino arañaba como cuchillas calientes el paso desde mis orificios nasales hasta mis pulmones. Mi pecho ardió como si cargara con una herida abierta, y mis patas se contrajeron como si las pulsaciones de mi corazón acelerado las poseyeran. Ilhoon transmutó hasta su cuerpo humano, examinando como podía mi cuerpo en busca de alguna lesión.

❝TEASE❞ »kim taehyung, bts v.Onde histórias criam vida. Descubra agora