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Con los brazos cruzados alrededor de mis rodillas, hago lo que puedo para protegerme del frío. De todas maneras, sé que no es mucho, porque no tengo que hacer más que bajar la mirada para ver mi piel erizada, mis dedos temblantes. Aún así, no me quejo, porque por primera vez estoy viendo la nieve.

Con ocho años, además de sonreír y saltar, una de las cosas que más me gustaban era fantasear. Mamá me contaba muchas historias, pero había una en particular que era mi favorita, y bastaba con ver los ojos castaños de mi madre iluminados con la devoción al contarla para saber que no era la única que la apreciaba de tal manera. Así que, siempre antes de dormirme definitivamente, después de que mi mamá me arropara, peinara mis cabellos y me dijera "Que la Luna cuide de ti, preciosa cachorra", pensaba en lo mucho que quería ver la nieve. Desde que oí la historia en particular por primera vez, la magia de las palabras se arremolinó sobre mi cabeza y me llenó de arriba hasta debajo de una energía inigualable.

Mami, mami —diría entonces, correteando a su alrededor como un pequeño huracán de sonrisas con dientes faltantes. Recuerdo perfectamente la noche en que lo hice, sonriendo como tanta gracia le causaba a los lobos mayores que cuidaban de Hyunjin y de mí. En esos momentos, mi hermano estaba dormido y lo suficientemente en paz como para que me diera pena despertarle, papá no estaba en casa y Kiboom estaba enfermo, así que me dediqué a perseguir a mi progenitora—. Estoy aburrida, mami.

¿Es así? —cuestionó ella, devolviéndome una sonrisa que expresaba la diversión y el amor que explotaban en su pecho al verme aferrarme a una de sus piernas. Cuando alcé la cabeza, asegurándome de pegar la barbilla a su vientre, asentí como pude—. ¿Y qué podría hacer yo para ayudarte, entonces?

Cuando me alzó en brazos, recuerdo reír tan fuerte que por unos segundos ella se asustó. Aquello sólo me hizo más gracia, por lo que nada pudo evitar que sacudiera mis brazos y manos aún en el aire, un nivel por encima de su cabeza llena de hebras negras que bajaban armoniosamente a lo largo de su espalda.

¿Cuándo te hiciste tan chiquita, mami? —pregunté, soltando carcajadas bajas y dulces que ella me correspondió. Cuando me bajó, sosteniendo mi cuerpo pegado al suyo y liberando una de sus manos, me removí para sentarme sobre su brazo, acomodarme y rodear con mis cortos bracitos su cuello.

No lo sé, mi pequeña gigante. ¿Cuándo creciste tanto?

Esa noche, cocinamos junto a la madre de Kiboom, un omega por demás dulce, que aunque estaba tremendamente preocupado por su hijo no me descuidó ni un segundo hasta que se marchó a cuidar de su propio cachorro. Comí entre risitas cómplices a las que mi madre correspondía de vez en cuando.

Ni siquiera recuerdo por qué me sentía tan feliz, pero sé que después de guardar la comida restante, en lugar de ir a su habitación, mamá se acostó junto a mí en mi cama, desviando sus ojos de vez en cuando al bultito que formaba Hyunjin completamente envuelto en sábanas.

Cuéntame un cuento, mami —no supe muy bien de dónde salieron aquellas palabras, pero tan pronto las formulé, los ojos de mi mamá volvieron a los míos. Brillaron como estrellas, casi opacando el color chocolate, y las comisuras de sus labios se alzaron con suavidad, tan sutilmente que de no haber estado tan cerca probablemente no lo habría notado.

¿Qué debería contarte? —pero ella ya tenía en mente lo que quería compartirme, y cuando le respondí un "¡La historia más genial del mundo mundano mundial mundialístico!", su sonrisa creció finalmente—. Bueno, pequeña. ¿Conoces la historia de la Alfa Luna?

Negué enérgicamente, frunciendo el ceño con suavidad. No era como si conociera muchas personas fuera de mi manada, y estaba segura de que ninguno tenía aquel nombre.

❝TEASE❞ »kim taehyung, bts v.Where stories live. Discover now