Amor Secreto

Confesión

Cuando aparecieron en casa continuaban abrazados. Hermione se separó lo justo como para poder mirar al chico a los ojos. Se sentía tan bien entre sus brazos. Si alguna vez le faltara su presencia ya no sabría qué hacer. Le encantaba cómo la trataba en las últimas semanas, aunque en ocasiones seguía siendo punzantemente sincero, se lo agradecía. Le gustaba su cabello rubio platino laceo, sus ojos plateados y su cuerpo fibroso, tal vez por los entrenamientos de quiddicht a través de los años y suponía también que por su duro adiestramiento como mortífago. Le gustaban sus manos de dedos largos, que eran tiernas cuando la acariciaban y firmes y fuertes cuando la sujetaban por la cintura para estrecharla entre sus brazos o besarla con pasión. Adoraba sus labios, los cuales últimamente habían mostrado frecuentes sonrisas que lograban acelerar el corazón de la leona, pero sobre todo cuando la besaba hasta hacerle olvidar el mundo que los rodeaba. Ahora lo veía con absoluta claridad, por fin se había dado cuenta de sus verdaderos sentimientos, y no pensaba perder ni un solo segundo más en demostrárselos al él.

- Te amo, Draco.- Confesó la castaña con una dulce sonrisa en los labios.

Ante esta declaración el Slyhterin sintió cómo su corazón se henchía de felicidad. Pensó que jamás ocurriría. Es cierto que la chica le había confesado que sentía algo por él, pero siempre había temido que no fuera nada serio. Que tan solo estuviera encaprichada y que con el paso del tiempo se olvidara de él. También sabía que no la merecía, ella debía estar con un hombre que pudiera hacerla plenamente feliz. Un hombre con el que pudiera salir a la calle y disfrutar de la vida y la libertad. Alguien con quien crear una familia. Y no con él. Él no podía darle nada de eso. Sólo era un ex-mortífago prófugo de la justicia mágica, que lo único que conseguía permaneciendo a su lado era ponerla en peligro. Él era el hombre que la había maltratado e insultado a lo largo de años, el hombre que hasta hace unas semanas la había denigrado y mortificado sin importarle sus sentimientos, a pesar de que ella había salvado su vida. Y allí estaba ahora, recibiendo su amor incondicional. Él definitivamente no la merecía, y por todo eso, se sintió tan afortunado de tenerla a su lado que un nudo se formó en su garganta dejándolo sin habla, y sus ojos se llenaron de lágrimas que luchó por contener. Le hubiera gustado recordarle que él también la amaba, pero le resultó imposible. A cambio, cerró los ojos sintiendo cómo las lágrimas lo traicionaban, escapando de ellos y rodando por sus mejillas, y entonces la besó. La besó con ternura y pasión, poniendo su alma al descubierto, mostrándole cuanto la amaba.

La muchacha correspondió el beso con amor, sabiendo lo que el chico quería transmitirle. Se acercó a él todo lo que pudo y pasó sus manos alrededor de su cuello enlazando sus dedos entre sus rubios cabellos. Él posó una de sus manos en la espada de la castaña, estrechándola más contra él, si es que eso era posible, y con la otra apresó su nuca profundizando más el beso.

Ambos estaban cada vez más ardientes. Se deseaban, anhelaban estar el uno con el otro de forma más íntima, sus cuerpos se llamaban a gritos. Entonces, Draco liberó sus manos y cogió las piernas de la muchacha, alzándola del suelo en un arrebato apasionado. Ella a su vez se cogió con más fuerza del cuello del rubio y enroscó sus piernas alrededor de su cintura. Fue entonces, cuando el Slytherin puso rumbo a la habitación de la chica, y tumbándola sobre la cama con suavidad y colocándose sobre ella sin aplastarla con su peso, continuó besándola. Cuando se separó de sus labios siguió por su mentón hacia su mandíbula y posteriormente continuó bajando el rastro de besos por su cuello.

La castaña estaba extasiada. Lo deseaba allí y ahora, pero, antes de perder la cordura por completo, debía hacer algo.

- Draco...- Lo nombró con la voz velada por el placer.

- Dime.- Mencionó el muchacho mientras seguía devorándola a besos.

- Hay algo que debes saber.- Consiguió decir.