Sacrificio

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Había trascurrido poco más de dos meses desde que Draco y Hermione descubrieran su futura paternidad. Desde entonces la relación entre ambos había mejorado y el muchacho se había vuelto más cariñoso, comprensivo y protector con la castaña, la cual estaba realmente agradecida y entusiasmada por sentirse tan querida.

Poco después de conocer la noticia, Hermione se lo había contado todo a Harry. El moreno había montado en cólera ante semejante bombazo, por una vez en su vida estaba total y absolutamente de acuerdo con Malfoy. Le parecía una auténtica locura que su amiga se hubiera quedado embarazada teniendo en cuenta la situación en la que se encontraban, y le recriminaba que no hubieran tenido más precaución a la hora de mantener relaciones. Al ver la congoja y el tormento en el rostro de su amiga no pudo evitar tranquilizarse y apoyarla en todo lo posible. Seguía sin estar de acuerdo con lo ocurrido, pero le ayudaría en todo lo que fuera necesario.

En cuanto al rubio, por las noches se dormía acariciando con extremo amor el apenas pronunciado vientre de la leona y fantaseando con cómo sería su pequeño.

- ¿Qué crees que será?- Preguntó ella con curiosidad una noche mientras el Slytherin posaba su mano sobre la barriguita de la chica, como de costumbre.

- Un chico, por supuesto.- Dijo con tal convicción, que dejó a la castaña sorprendida.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro?

- Porque es un Malfoy.- Respondió como si ese fuera motivo suficiente.

- ¿Y eso qué tiene que ver?- Añadió todavía sin comprender.

- Desde siempre los primogénitos de la familia Malfoy han sido varones.- Explicó con naturalidad.

- ¿Nunca ha nacido una primogénita Malfoy?

- No, nunca.

- A lo mejor nuestro bebé es el primero en romper la tradición.- Dijo con una sonrisa llena de amor acariciando su vientre junto con la mano de Draco.

- Lo dudo.

- Bueno, mañana cuando me hagan la ecografía saldremos de dudas.

- Verás cómo tengo razón.- Dijo con sonrisa orgullosa al pensar en su hijito entre sus brazos.- Y como todo Malfoy será rubio y de ojos grises.

- ¿Y cómo sabes que no será castaño y de ojos achocolatados como yo?- Preguntó sin poder disimular algo de celos en su voz.

- Porque es un distintivo de los Malfoy. No importa los rasgos de la madre, todos son rubios y de ojos grises, son genes inalterables.

- Ya veo.- Aceptó un poco a regañadientes. Le gustaría que su bebé también se pareciera en algo a ella.- ¿Y qué me dices de los nombres? ¿Has pensado alguno ya?

- Por supuesto.- Dijo sonriendo con orgullo.- Scorpius Malfoy Granger.- Anunció radiante.- ¿No crees que suena genial?

- ¿Scorpius?- Repitió ella con gesto que al rubio se le antojó de asco.

- ¿No te gusta?- Preguntó contrariado a la par que decepcionado.

- Me parece demasiado... ¿cómo lo diría?- Mencionó pensativa, buscando una palabra que no hiriera al Slytherin.- Agresivo.

- Eso es bueno, Hermione.- Comentó con alivio ante las palabras de la chica.- Un Malfoy debe ser respetado, admirado y temido.

- No quiero que nuestro hijo vaya sembrado el temor entre el resto de estudiantes de Hogwarts, como hacías tú.- Explicó ella mirándolo con resentimiento.

Amor SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora