Capítulo 7.

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Un espantoso ruido me despertó. Cuando giré mi cuerpo, me di cuenta que estaba tendida en mi propia cama. Mi cabello castaño ocultó mis ojos, y débilmente le pedí a mi madre que me dejara dormir cinco minutos más. Ella insistió, recordándome que tenía que ir a clase.

Rodé una vez más por las sabanas con los ojos cerrados, dejando que mi cuerpo semidesnudo quedara sin cubrir.

El sonido del despertador volvió a abrir mis ojos, así que cuando los abrí, aguanté las ganas de gritar. No estaba sola, al otro lado había un chico.

Un chico que estaba conociendo.

—Jayden... —tiré de su camiseta—, ¡Jayden!

Alterado dio un brinco que le hizo caer del lugar donde estaba durmiendo tan plácidamente. Asomé la cabeza, viendo al chico con el que había dormido en el suelo y arreglándose la ropa que apestaba a alcohol.

— ¿Qué hora es?

— ¿Me preguntas por la hora? ¿En serio estás preguntando por la hora? —Era una gran locura. — ¿¡Qué haces aquí?

Sus piernas estaban desnudas, no llevaba pantalones, salvo los negros bóxers con la tira elástica azul.

—Dormir —dijo Jay levantándose del suelo.

No tenía que alzar la voz.

— ¿Qué pasó a noche?

—A noche —susurró y después soltó una risa. —Te saqué de la fiesta porque te bebiste el maldito líquido que te di para Wade. Kia, dime que él lo ha bebido.

Claro que lo bebió; de mis propios labios.

Asentí con la cabeza.

— ¿Qué era? Necesito saber que era, ya que casi me mata.

Los llamativos ojos de Jay se concentraron en mi cuerpo; el muy maldito me quitó el vestido hasta dejarme en ropa interior. Apreté los labios enfurecida, y le tiré el cojín a la cabeza.

—No lo sé —empezó a ponerse los pantalones. —Lo compré el otro día. A un universitario. Es como una nueva droga; circula rápido y es efectiva.

— ¿Efectiva en qué sentido?

—Pierdes el conocimiento —estaba muy tranquilo. —Menos mal que no pesas demasiado, por suerte te llevé en brazos hasta el coche. Deberías darme las gracias.

— ¡Oh! ¿Tengo que agradecerte que me salvaras la vida? Yo no le doy las gracias a los imbéciles como tú, ¿Entendido? —crucé mis brazos. — ¿Y Wade? ¿Sabes algo de él?

Negó con la cabeza.

—Pero pronto lo sabremos.

—Te juro que como esté grave en el hospital no dudaré en decir que has sido tú...—me interrumpió.

—No está muerto.

—Eso no lo sabes, Jay.

Solo quería humillar a Wade, no drogarlo y matarlo con alguna sobredosis liquida.

Jay se acercó hasta la puerta de mi habitación, y con un movimiento de cabeza me pidió que corriera hasta él. Primero cubrí mi cuerpo con algo de ropa, y en silencio quedé delante del chico de ojos verdosos.

Señaló su reloj de muñeca, y con una sonrisa dijo:

—Distrae a tus padres, saldré por la puerta de atrás.

—Me debes muchas explicaciones, Jayden.

—Y te las daré, pero en su momento —se inclinó hacia delante para darme un beso en la mejilla. —Corre, Kia, o llegaremos tarde a clase. Estaré esperándote dentro de mi coche —lo aparté para pasar yo primera, y una vez más me detuvo. —Coge algo para desayunar.

QuarterbackWhere stories live. Discover now