La Cumbre Escarlata: Más Allá de la Oscuridad

Lucille Sharpe (2/2)

Había matado muchos cerdos y había descubierto en su corazón un rincón oscuro al que podía acudir cuando era necesario, un rincón en el que podía ignorar las súplicas, las caras de las bestezuelas o los chillidos de los animales moribundos. Una noche, mientras su madre tomaba un baño, desnuda e indefensa, la niña hizo lo que había que hacer.

El agua se tiñó de rojo.

Lucille y Thomas no llegaron muy lejos antes de que la policía diera con ellos. A ella la enviaron a un sanatorio mental -un sitio lleno de ruidos estridentes, gritos y risotadas descomedidas-. Quedó aislada del resto del mundo. Thomas era el único lazo que le quedaba con este. Él lo era todo para ella; su razón para vivir y matar.

Años después, cuando ya era adulta y se consideró que ya había pagado por su crimen, la pusieron en libertad y a Thomas bajo su cuidado. Fue entonces cuando decidió que nada volvería a separarlos. Su relación empezó a ser más cercana de lo que debería entre hermanos. Thomas se obsesionó con devolverle a Allerdale Hall su gloria pasada pero, no obstante, dada la gran deuda que tenían, se vieron obligados a vender partes del terreno de la mansión. Allerdale Hall subsistió y los hermanos decidieron que lucharían a muerte por ella. A Lucille, Thomas era lo único que le importaba. No obstante, a este le encantaba la aventura, lo exótico. Nunca volvería a estar solo en la vida. Dado que tenía un carisma especial para encandilar a las mujeres, el amor de otras enseguida empezó a entrar en escena, lo que volvía a Lucille loca de celos.