20. Una guerra en ascenso

34.2K 3.5K 2.6K
                                    

Dos días más tarde conseguí adaptarme un poco a la rutina que se llevaba a cabo en la Resistencia, no obstante, también estaba inquieta y necesitaba hacer algo productivo por ello insistí en escuchar y ser partícipe de la reunión de Marlee.

―Elton me confirmó que todos los Construidos de la Capital regresaron con sus clanes ―informó Jason, arrojando un periódico al escritorio―. Es nuestra oportunidad.

―No, sería estúpido atacar cuando están alerta y esperándonos ―señaló mi hermano―. Tenemos que esperar un tiempo. Ellos no entienden el concepto de "la calma antes de la tormenta", lo que está a nuestro favor.

―¿Qué planean?

―Edmund está débil. Wesley fue criado a su semejanza desde que tenía cinco años ―recalcó Black―. Es joven y astuto, aunque no lo parezca. La coronación será dentro de unos meses; no tenemos tanto tiempo ni paciencia. El sistema puede ser manejado por alguien de confianza, es decir, de la familia real.

―¿Y cómo se supone que eso nos sirve?

―Es una locura ―le oí murmurar a William.

―¿Qué cosa?

―Todo rey necesita una reina, Kaysa ―soltó Maureen, poniendo fin a un silencio incómodo―. Desde la fiesta, Wesley ha demostrado un interés particular en buscarte a pesar de los rumores de tu muerte. Tú tienes el apellido correcto, un prontuario excelente y todos los atributos necesarios para gobernar no solo este país, sino La Nación entera. Él lo sabe y su corte también ―alegó. No entendí por qué oír el nombre de Wesley me daba una mala sensación. No lo conocía―. Si vuelves puede que te haga una propuesta y serás la espía menos pensada y la más importante.

―"La política es el arte de engañar."

―Demasiado maquiavélico para mi gusto, mas ese es el punto. Mira, no será por mucho, será hasta que consigamos la información necesaria y si no aceptas, lo entenderemos.

Lo pensé por un momento porque no esperaba tal petición.

Las mentiras eran mis mejores amigas.

Mentiría por una buena causa.

No sentiría culpa por ello.

Y, confiando en mi hermano más que en nadie, saqué la siguiente conclusión:

―De acuerdo ―acepté con voz firme, a pesar de mis dudas.

―¿Qué?

―Will, ustedes ya tienen un plan firme. Yo sería una pieza en su juego, estoy acostumbrada y la tarea no parece tan riesgosa. Soy la última Natural a sus ojos, él es el rey, no me dañará. He visto cosas en estos días que no habría imaginado. Las personas de allá afuera y las de aquí adentro son mi pueblo, no permitiré que vivan en esas condiciones. Haré lo que sea necesario ―manifesté.

Marlee dio unos pasos hacia mí.

―Pequeña, pero poderosa ―dijo. Sonreí por el cumplido―. Bueno, nos pondremos a trabajar en ello y en los medios de comunicación. Calculando el tiempo, volverás en cinco días, nos vemos esta noche para decidir los detalles, ¿ok?

Los integrantes de la reunión asintieron, incluso yo, y se retiraron para ir a almorzar. La comunidad de Destruidos aceptó mi presencia como no lo harían los miembros de mi sociedad de élite con ellos, y esa fue una de las diferencias: no importaba quienes fueran tus padres o donde naciste, importaba quién fueras tú y tus acciones. Me senté en el sector del fondo. Serví en mi plato el menú del día: arroz ordinario. Probé un bocado, escuchando a Clara conversar con Peter acerca de las publicaciones de El Libro Azul.

ConstruidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora