D I E C I O C H O

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6. Falla y eliminación.

No tenía grandes planes a futuro porque no me gustaba proyectar tan lejos, pero el futuro cercano seguía incluyendo el que yo estudiara hasta terminar mi carrera, no sabía qué sería de mi relación con Lou pero era algo fijo que dependía totalmente de mí. No comía casi nunca, así que eso aliviaba el posible gasto que representa alimentar a alguien.

La llevé conmigo a la universidad esa segunda semana y de nuevo, nadie hizo preguntas y las miradas a ella ya habían disminuído; supuse que ya todos se habían hecho a la idea de verla por ahí. Braiden nos vio a lo lejos en varias ocasiones y soltaba una risita aunque decidí ignorarlo cada vez y dejé a Lou lo menos sola posible, solamente en clase y la dejaba en la biblioteca.

Ella ya conocía mis horarios y cuando veía que era casi la hora de que mi clase terminara, se dirigía a esa aula con su libro en la mano; al verme dejaba un beso suave en mis labios y se colgaba de mi brazo para acompañarme a la siguiente clase.

Igual que cada lunes, tenía un hueco a mitad de jornada y por esta ocasión fuimos a buscar a Dolly para pasar un rato juntos. La verdad la extrañaba un poco.

La encontramos esta vez sola, así que nos acercamos y caminamos hasta la fuente donde siempre nos gustaba estar; le daré crédito por no volver a fulminar a Lou con la mirada, también se había acostumbrado a ella; es más, cuando ella abusivamente iba a saludarla con un abrazo o un beso en la mejilla, esta se dejaba sin mostrar cara de asco o algo similar; no le correspondía, pero no rechazarlo ya era un gran paso.

Esa mañana Lou llevaba un vestido amarillo hasta la rodilla que le sentaba de maravilla. Dolly por su parte, llevaba una blusa azul y un pantalón ancho de jean. Su cabello iba suelto y adornado con un moño del mismo tono amarillo de sus sandalias. Los colores de su ropa y el color de su piel creaban un contraste divertido, pero en un buen sentido; lucía muy linda.

—¿Cómo estuvo el fin de semana? —dijo Dolly por compromiso.

Nos gustaba la fuente porque estaba a la sombra un árbol grande que nos daba comodidad; allí nos habíamos sentado, yo en medio de ambas.

—Estuvo bien. Hice un par de trabajos y Lou estuvo con los libros —respondí.

Lou agregó:

—Estuve todo el sábado y parte del domingo leyendo. ¿A ti te gusta leer?

—Sí —murmuró Dolly, sonriendo tímidamente. Esa interacción de preguntas era tan distinta a las que tenía con Melinda que me hizo sonreír—. Me gusta mucho. ¿Qué leíste?

—Varias obras de Shakespeare, un libro que Jonathan tiene de Freud, la Biblia, uno de Friedrich Nietzsche, Orgullo y Prejuicio, La insoportable levedad del ser, en la biblioteca me prestaron ocho y...

—¿Cuántos leíste? —interrumpió Dolly.

—¿Cuántos libros tienes en tu habitación, Jonathan?

—Como quince más o menos.

—Como quince más o menos —repitió Lou—. Más los de la biblioteca. Aunque la semana pasada leí muchos más.

—¿Cómo lo hiciste? Yo tardo al menos una semana en leer uno como Orgullo y Prejuicio.

—No duermo —dijo ella con simpleza—. Y puedo leer muy rápido. Y no me distraigo. Y no tengo nada más qué hacer cuando Jonathan está en otras cosas.

Dolly soltó el comentario más inesperado, aunque a Lou la hizo sonreír ampliamente:

—Te envidio.

Amor de Laboratorio •TERMINADA•Where stories live. Discover now