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||El comienzo.

El viaje en el auto iba más silencioso de lo que me agradaba. Mi padre manejaba con tranquilidad mientras tarareaba la canción que él mismo puso de fondo, mientras que mi hermano no apartaba la vista de su celular.

Bufé mirando por la ventana, ese día no había podido dormir bien por todo el papeleo que estuve completando durante la semana por mi transferencia a mi nueva escuela, sin embargo, mi emoción por asistir allí era 'preocupante' según el punto de vista de mi padre.

El auto fue disminuyendo de velocidad hasta quedar al frente de unas casas departamentales, los tres nos bajamos del auto y fuimos recibidos por un hombre que nos entregó las llaves de mi nuevo hogar.

—Toma hija, debes tener mucho cuidado en mantener este hogar, ¿Entiendes de tus responsabilidades?—El hombre casi calvo estiró su mano y colocó suavemente una llave plateada en la palma de mi mano. Sonreí con entusiasmo.

—Claro que si papá, haré todo lo posible para mantener este lugar.—Mi padre sonrió y se acercó para darme un abrazo.

—Mi niña, ¡Ya estás creciendo!—Nos separamos con una sonrisa plasmada en nuestros rostros y procedimos a bajar todas mis pertenencias del auto.

Mi hermano, Takahiro, pudo desprenderse de su teléfono móvil y nos ayudó a bajar los objetos más pesados. Finalmente me despedí de ellos con un gran abrazo y un beso en la mejilla, papá me prometió venir a visitarme todos los fines de semana que él pudiera.

Al abrir la puerta pude apreciar que lucia bastante cómodo aunque también se hacía notar una fina capa de polvillo en los muebles del living.

Mi día fue ocupado por la limpieza del lugar mientras también iba guardando mis pertenencias en donde podía encontrar un espacio. Mi celular vibró ante la llegada de una llamada.

—¿Si?—Coloqué el celular entre mi hombro y mi oreja para aprovechar y seguir limpiando.

—¿_______? Soy tu madre, ya me han avisado de tu llegada al hogar.—Esperé un momento y decidí sentarme para conversar con ella mejor.

—Hace una hora habré llegado, ahora me encuentro limpiando. Parece que no vienes muy seguido por aquí, ¿No?—Una risa apagada sonó a través del otro lado del teléfono.

—Pues no, suelo ir al final del mes para descansar un poco, pero últimamente con la llegada de los nuevos jefes tenemos más trabajo.—

—Claro, te entiendo. ¿Me puedes avisar los días que vengas por aquí? Me gustaría poder verte y no haber organizado otra cosa antes.—

—Escucha hija, no iré por un tiempo. Pero apenas encuentre un poco de tiempo no dudaré en ir a visitarte ¿Okey?—

—Está bien, no te preocupes.—

—Muy bien ______, ahora debo colgar. Que empieces bien tu semana.—Sin ninguna otra palabra o siquiera darme la oportunidad de contestar, ella me colgó.

Observé la pantalla del celular cuando el timbre sonó. Me acerqué a la puerta y encontré al hombre que nos había recibido con un sobre marrón.

—Esto ha llegado esta mañana, es para usted señorita Jaminari.—Le agradecí al hombre y este con una reverencia se retiró de mi vista.

Decidí sentarme para abrir el sobre con tranquilidad, según el sello de este, pertenecía a la academia UA.

Su ingreso a la academia UA ya ha sido confirmado por los directivos de la institución. Al ingresar a la academia lo recibirá un estudiante del curso 1-A siendo este mismo el curso al cuál usted pertenecerá. No deberá preocuparse por los exámenes previos a su llegada ya que ya ha sido calificada para su puesto actual.
Esta será su tarjeta de identificación, deberá contar siempre con ella para poder ingresar a la institución. - Agarré una tarjeta de plástico en la cual mostraba información mia y una foto de reconocimiento. -

Nuestros más sinceros saludos.
Director Nezu.

Guardé el sobre en un cajón de mi habitación y a la tarjeta de identificación la guardé en mi mochila.

Al ver la cocina un hambre inundó mi ser, decidí llamar por teléfono a una pizzería y pedí una pizza de muzarella. Al cabo de unos minutos el timbre sonó y le entregué lo debido al repartidor con un poco de propina, el chico me sonrió y se retiró para continuar con su jornada laboral.

Por última acción del día decidí tomar una ducha relajante e irme a dormir, ya que mañana comenzaría mis estudios en UA. Coloqué la alarma a las 6:30 a.m y me acosté en mi cama esperando a que el sueño me agarrara.

Sin embargo, al cabo de unos segundos un mensaje de texto llegó a mi celular, era de mi amigo de mi anterior academia deseándome suerte por mañana de parte de él y del resto del curso, no pude resistirme a soltar unas risitas expresando mi felicidad por su mensaje, ya que no sabía cuanto le importaba si hacía unos pocos meses que nos habíamos conocido.

Finalmente pude relajarme y con una sonrisa pasmada en mi rostro, me dormí.

Al día siguiente.

La alarma retumbó en mis oídos, estiré mi brazo esperando alcanzar esta misma pero parecía estar más lejos de lo que debía. Abrí un ojo tratando de localizar el dispositivo pero todavía debía acostumbrarme a la luz del día. Al sentarme y esperar unos segundos pude observar el aparato, el cuál se encontraba del otro lado de la cama.

—¿Cómo no pude darme cuenta de eso?—Susurré para mi misma mientras apagaba el despertador.

Fui corriendo hasta el baño al ver que ya se habían hecho las 6:42 a.m, haciendo así que se atrasara mi rutina diaria.

Desayune unas tostadas con queso y una leche con chocolate fría, ya había cambiado el pijama por el uniforme escolar, notando que es muy diferente al de mi anterior academia, y salí de mi casa encaminando hacia la estación de trenes.

El viaje fue un poco molesto por la cantidad de gente que se encontraba allí, pero mi emoción opaco esa molestia y en un santiamén ya me encontraba en la barrera de la UA.

—Muy bien... ¿A qué estoy esperando?—Hice mi primer paso, ahora era una estudiante de la mejor academia de héroes de Japón.

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