MIRANDO CON OTROS OJOS

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Transcurrieron días y noches y aquella e inofensiva imilla junto a la fogata cubierta con mantas de lana,bien cuidada y con poco signos de vida, sin poder abrir sus ojos , era un misterio para nuestros amigos. Se sabía que aún estaba viva porque respiraba. No había día en el que Pukara no la dedicara fervientemente todos los cuidados necesarios.

Todas las noches junto a la fogata Pukara se hacia la misma pregunta una y otra vez ¿Qué misterio?¿Quién será?. Pukara tenía fe que si tocaba su quena, la cual producía un melodioso sonido. Los dioses podrían escuchar sus súplicas. Fue así, Los dioses se deleitaban y bailan cada noche al son que tocara Pukara, que le concedieron el deseo de su corazón, "era salvar a esa pobre imilla" porque aunque Pukara lo negara no había momento que no le quitaba la mirada, es que en él había nacido un sentimiento que alguna vez todos experimentamos y se llama "amor'' , la observaba con complacencia y dulzura como algo divino y al mismo tiempo terrenal. 

Era tan evidente su interés que Zapaki y Wayna solo sonreían. Una noche mientras Pukara  abrigaba a nuestra amiga forastera.  Zapaki miró a Pukara y le dijo: Ay, Pukara creo que aún no te has dado cuenta o es que lo quieres negar. ¿De qué habla? Preguntó Pukara, entonces Zapaki respondió- No niegues que estas empezando a sentir algo que no tiene teoría, aquello lo que alguna vez a todos nos hizo volar por las nubes llamado "Amor", sí Pukara tu estas enamorado y no lo dudo. Es muy bella.

Calla viejo cóndor respondió Pukara con ímpetu. Entonces Zapaki continuo: sí, soy un viejo cóndor y parlanchin y a veces un poco petulante pero a mí no me lo puedes negar, a mí ¡No!, soy viejo pero vivido. ¡Uf!. Todo irritado y avergonzado Pukara y le dio la espalda al pobre de Zapaki. y continuó tocando sin cesar.

No vez Wayna mencionó Zapaki y continuó diciendo: se ve que está muy enfadado por lo que le mencioné, vez que tengo razón, es un tonto o no quiere darse cuenta y ya lo dije: "no lo quiere reconocer", calma respondió Wayna. Wayna calmó los ánimos de Zapaki y continuó: Recuerda, es humano y ellos son muy complicados en asuntos del corazón , lo tienen tan cerca que casi nunca se dan cuenta, miran con ojos superficiales y no son capaces de abrir sus corazones es por eso que para ellos el amor es como una estrella fugaz. Una vez que pasa, se va sin retorno y cuando se dan cuenta ya es tarde, claro está si es que se dan cuenta; pero Pukara es muy inteligente y sabemos que él usa más el corazón que la mente,  aunque lo niegue, su corazón lo sabe muy bien ¡ay, así son los humanos! Y con un gran suspiro Wayna y Zapaki entraron al mundo de los sueños.

Un mes después, por la mañana con los rayos de sol iluminando todos los apus, lentamente abrió sus ojos aquella indescifrable imilla. media convaleciente se sentó, ¿Qué? ¿Dónde estoy? ¡Ay, ay! me duele mi cabeza ¡ Ay! dio un grito ¡Ay, Ay!. Automáticamente Pukara, Wayna y  Zapaki se despertaron, mira sí que estaba viva dijo Zapaki, ¿Qué? ¿Quiénes están ahí? Preguntó aquella chica.

No te asuste le dijo Pukara- nosotros solo te auxiliamos, con todo temor le preguntó ¿Qué no recuerdas nada?, Algo desconfiada replicó:si algo , solo algunos pasajes vagos, solo recuerdo que dos raintos querían matar a mis vicuñas además querían hacerme daño y llevarme como esclava y entre el forcejeo me golpearon en la cabeza y caí, la verdad es lo único que recuerdo. Lograste salvar a mis vicuñas, están a salvo. Pukara agachó la cabeza y solo respondió: No, cuando llegué era muy tarde, todas estaban muertas y trasquiladas.

El rostro de aquella imilla estaba llena de lágrimas y en medio de aquel dolor dijo: No, no!!!!! era lo único que tenía, no, no y lloro todo el día sin cesar; Pukara prestó su hombro para consolarla se quedó todo el día con ella. A ella solo le quedó recostarse en los brazos de Pukara y de tanto dolor y llanto se quedó dormida.

Al llegar la noche, aquella chica misteriosa volvió abrir sus ojos y con un suspiro como de alma en pena, se sentó junto a Pukara, Wayna y Zapaki en la fogata. Wayna ofreciéndole un poco de comida le dijo: Toma, come. Debes tener mucha hambre ya que no has comido nada durante días, toma, no tengas miedo. Pukara cogiendo un pedazo de chapla (pan andino) cogió su mano y se lo dio. Zapaki dándole ánimo dijo: no sientas pena, ya todo paso, además más adelante podrás juntar otras vicuñas. Sí respondió aquella chica pero tendré que empezar de cero es decir de nuevo.

Illari ChaskaWhere stories live. Discover now