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Día 9

Recuerdo el primer día que realmente te conocí. Estabas parado en el marco de la puerta donde iba a tener mi primer clase. Estábamos empezando nuestro cuarto semestre de la preparatoria y nunca antes te había visto, hasta ese día. Ese día en el que te metiste en mi corazón con tu sinceridad y tu capacidad de hacerme sentir cómoda y tan risueña. 
Me contaste que estabas triste porque ya no pasabas mucho tiempo con tus amigos, porque todos tenían novia, casualmente tú no. Aveces me pongo a pensar que fue el destino el que unió nuestros caminos, pero sólo fue casualidad que estuviéramos juntos en el mismo salón, en la misma escuela. 

Recuerdo perfectamente la ropa que él y yo usábamos ese día. Lucía tan guapo, con el cabello alborotado y usaba una loción realmente hipnotizadora. Siendo sincera, me enterneció el corazón y decidí sentarme toda la clase junto a él. Creo que fue la primera vez que su cuaderno quedó en blanco ante una clase de todo lo que platicamos, también recuerdo que la maestra nos mandó callar un par de veces. Nunca había conocido a un chico tan lindo, tan conforme consigo mismo y tan seguro. Su estilo lo hacía único, no aparentaba ser algo más. Pero había una tristeza profunda en esos ojos inmensos en los que me sorprendí pensando con mucho interés. Después de eso, y de sentarnos juntos la mayoría de clases en los siguientes días, descubrí que lo amaba. Fui de ese porcentaje de chicas que se declara al chico, pero, cómo no, llegó el manipulador de mi ex. Justo el día que, con una rosa, me pidió ser su novia. 

A pesar de rechazarlo, mis sentimientos por él no cambiaron, hasta que me harté. Enfrenté al chico que creí haber amado antes y corrí a los brazos de mi verdadero amor. Salí de trabajar y lo cité a una cuadra de su casa. Le pedí disculpas y le conté la verdad. Él fue como mi ángel, así lo sentí y lo siento ahora. Me salvó. Fue mi luz en la oscuridad. Y por segunda vez, me declaré. 

Creo que esa fue la mejor decisión que eh tomado en toda mi vida.