Capítulo 15: El comienzo menos épico jamás visto

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Nuestra salida fue lo más épico que podríamos haber hecho, con el sol perfilando nuestra sombra a medida que asomaba..., pero duró unos cinco segundos, los cinco segundos que tardamos en perder de vista el campamento, porque entonces se armó la gorda. Y eso que sólo éramos dos semidioses y una sátiro.

—¡Es que eres increíble, y en el peor de los sentidos! —se quejó Alexander, que se había dado en la frente con una rama traicionera. A ver, que sí, que yo había levantado esa rama para que pasáramos Leslie y yo, y luego la había soltado,  así que tenía cierta razón al gritar... Lo que no significaba que yo fuera a dársela—. Me fastidias la vida, me obligas a salir de aquí sólo porque te apetece soltar unos gallos en la hoguera del campamento y encima me atizas con una rama. ¿Es que no eres capaz de hacer nada bien?

—¿Gallos? ¿¡Gallos!? Oye, mira, que aquí la que llega a agudos chachis tipo Fa5 sin dejarse la garganta soy yo, y tampoco es cuestión de criticar, porque si empezamos mejor siéntate, que tengo que sacar tu lista, ¡y te aviso de que va para rato! —contesté, enfadada. Si hubiera sido cualquier otra canción, quizá sí hubiera admitido que podría habérseme colado alguna nota de la gloria, pero ¿en Counting Stars, que llevaba berreando a diario desde hacía meses? ¡Anda ya! Era más probable que encontrasen vida en el centro del sol.

—Oooh, Fa5, mira cómo tiemblo —se burló, sacándome la lengua—. Para tu información, Fa5 es un paseo. ¿Acaso te parece complicado? Ni siquiera sabes cómo suena Do# sobreagudo —venga, claro que sabía cómo sonaba Do sostenido sobre... ¿qué?—, y eso es una nota alta. Así que deja de hablar como si fueras la próxima Mariah Carey, que estás bien lejos de llegarle a la suela de los zapatos, y mejor ni hablar de que estás a años luz de alcanzar una gota de mi talento.

—¡Hay que fastidiarse con los creídos! Un día saldrás volando de lo hinchado que tienes el ego, ¿sabes?

—¡Habló la modestia en persona! —ironizó él. Cerré la mano en un puño, y me lo metí en el bolsillo... Sólo por si acaso.

Mientras discutíamos, avanzábamos por el bosque. Al ir mirando a las Batuecas, Alexander no vio un socavón que había justo en medio... y acabó dándose un buen morrazo contra el suelo. Él empezó a maldecir en griego y en inglés, levantándose a duras penas y sacudiéndose a manotazos la tierra húmeda del bosque, mientras yo me apoyaba en el tronco de un árbol para no caerme de la risa. Me clavé una astillita, más bien astillaza, con sus saludables diez centímetros, en el brazo derecho (el karma, el maldito karma), pero ni siquiera eso hizo que se me cortase el ataque de risa. Ya empezaba a parecer que tenía convulsiones.

—¡Se acabó! —gritó la tercera en discordia, Leslie, que iba unos pasos por delante de nosotros. Se giró, caminó hasta ponerse a nuestra altura, levantó a Alexander agarrándole de la oreja y nos dio una buena colleja a cada uno, de las que pican en la nuca media hora. Lo rápido que se me cortó la risa, fue casi de libro.

—¡AU! Y ¿por qué me pegas? —se quejó Alexander, frotándose la nuca. Tenía la nariz ensangrentada, supuse que del tortazo que se había dado contra el suelo, y le lloraban los ojos, muy probablemente por el dolor—. ¡Yo ya he recibido mi ración de sufrimiento!

—¡Os pego a los dos, porque sois unos pesados y unos cenutrios! ¡Como no os calléis de una maldita vez, os digo muy en serio que el puñetero pendiente va a ser el peor de vuestros problemas! —estalló Leslie. Ya había dejado de reírme desde la colleja, pero ahora ya se me quitaron todas las posibles ganas restantes de volver a hacerlo.

Alexander se tocó la nariz con el índice y el corazón, concentrado, y dejó de sangrarle la nariz. Cuando retiró la mano, se le habían puesto las mejillas rojas por el esfuerzo. Viendo aquello, se me revolvió otra vez la conciencia... Aquello de no estar en paz conmigo misma era una sensación nueva, y no agradable, precisamente. Desvié la mirada, y se calmó la bestezuela furiosa de mis remordimientos. De verdad, necesitaba hacérmelo mirar.

La Cazadora (PJO)Onde histórias criam vida. Descubra agora