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Si de alguna manera esto llegara a su fin si tuviera que dejar ir tu corazón. Abandonaré todo sin esperanza alguna. Para mí, dispara.
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— Jeongguk no aparece hace tres días – mencionó NamJoon, mirando a todos.
En largos tres días podían pasar muchas cosas, la desaparición de Jeongguk, el expediente de Nahee, sabían quién era ella ahora, no le temían, querían ayudarla, pero no podían. YoonGi y Jimin habían dejado de verse, oficialmente, el motivo tenía nombre y apellido.
"Hwang Yayeong"
Una chica acusada de haber matado a su jefe, al parecer la habían inculpado, era de las pocas personas que estaban ahí por accidente. YoonGi se había encaprichado con ella, eso le trajo muchos problemas.
— Buscaremos de nuevo en la biblioteca, apresúrense, no tenemos mucho tiempo — mencionó Jimin, soltando bruscamente la mano de YoonGi, caminando a un lado de Taehyung.
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— Te he estado siguiendo de cerca, Jeon, oh que irritante eres — mencionó cierto demonio, sonriendo, el chico de cabello azabache estaba sentado enfrente de él.
— Entonces deberías olvidarte de mi presencia, es decir, ¿para que me quieres aquí? Déjame salir — rodó los ojos, cruzando los brazos y mirando a Nahee, tenia la mirada perdida en un punto fijo de la habitación, ignorando cualquier interacción fuera de sí.
— El problema, eres tú, dije que te mataría, pero necesito a tus amigos aquí, un show no es un show, sin público. — Una carcajada salió de sus labios, de esas siniestras que enchinan los vellos de los brazos, y te hacen querer correr, pero no a Jungkook.
— ¡He dicho que es suficiente! Libérame y déjanos a todos en paz, maldito fenómeno — lo estampó contra la pared, atreviéndose a darle un puñetazo en la nariz, solamente recibiendo una carcajada a cambio.
La carcajada terminó tan rápido como empezó, y lo tiró al suelo, llenando su rostro de puñetazos.
— Puedo hacer tu vida aun más miserable, puedo controlar a todos tus amigos, vencerlos, y destruirlos, no te fíes de mi gratitud niño estúpido, he notado como ves a mi juguete y es mío — En los ojos del demonio se veía la ira, el dolor.
