Porque te reconozco (Kacchako) (Bakuraka) Boku No Hero

Capítulo 28

Big Problem y Zero se conocían desde hace mucho tiempo, los dos habían sido la víctima perfecta de los bravucones de sus institutos, al tener quirks que no tenían nada de especial o útil, provocó que los molestaran una y otra vez. Las cosas fueron para peor cuando ambos habían dicho que irían a U.A para convertirse en héroes profesionales.

Nunca tuvieron una habilidad que los ayudara a defenderse, por lo que ambos desde muy jóvenes aprendieron por su cuenta cómo lidiar con aquellas personas que le molestaban. Sus padres vivían reprendiéndoles todo el tiempo, llegaban con heridas a sus casas pero jamás llorando, siempre con la frente en alto al saber que habían derrotado a alguien que claramente tenía una ventaja enorme sobre ellos en el campo de batalla.

Ellos sabían que si querían ser héroes tenían que ser más rápidos y fuertes que los demás, por lo que diseñaron planes de entrenamiento, trabajaron en su fuerza, en la resistencia, en soportar golpes, en levantarse cuando no podían más. Cuando llegaron a los exámenes de ingreso se dieron cuenta que todos tenían quirks maravillosos pero que más allá de eso no eran nada especial.

En una parte del proceso de selección les tocó pelear contra otros estudiantes, quienes confiados en sus quirks, no pudieron hacer otra cosa que retirarse con un par de golpes bastante fuertes en sus cuerpos.

La velocidad, la fuerza, la habilidad, la capacidad de reacción, esas y un montón más de cosas que el ser humano era capaz de llevar más allá de lo extraordinario era ignorado por todos los que tenían un quirk maravilloso, así que ¿de qué te sirve esa peculiaridad si no puedes usarla?

Muchos se burlaron de ellos dentro de U.A, indicando que no serían capaces de ser útiles como héroes profesionales, bocas que callaron de un golpe durante el primer Festival Deportivo, así como la de aquellos héroes que desde el público los subestimaban.

Habían buscado fortalecer sus habilidades en batallas donde no hubiera compasión, donde si no reaccionabas a tiempo podía salirte realmente muy caro, los dos habían recurrido a las peleas clandestinas, pagaban bastante bien pero para ellos jamás se trató de dinero.

Aprendieron demasiado rápido el valor de pararse una vez más aunque sus piernas no pararan de temblar. Conocieron pronto que una batalla podía definirse solo por la fortaleza mental. Creer en ti o no podía ser el factor definitivo en una situación de vida o muerte.

Al graduarse se dedicaron a misiones alejadas del ojo público, aquellas donde necesitaban a alguien que pudiera infiltrarse y a su vez no tener problema en deshacerse de multitudes de enemigos cuando llegara el momento. No se habían centrado solo en Japón, el país ya tenía suficientes héroes como para apañárselas lo suficientemente bien.

Más allá de las fronteras del país del sol naciente existían conflictos antiguos que seguían ardiendo con la misma furia que la de hace décadas, los dos estuvieron de acuerdo en ir a aquellos lugares en donde un vaso de agua fría tomaba un valor incalculable, donde dormir seis horas seguidas era una especie de mito, en donde las canciones de cuna eran el sonido de las balas. Países en donde no habían héroes y probablemente no se necesitaban, porque estos estaban atados a actuar con un tipo de decálogo del cual no debían olvidarse, lo cual estaba bien para el ojo público pero en aquellos lugares desérticos era mejor pasar de largo de ellos.

Los dos no tenían una gran fama dentro de su país, tampoco fuera de este como figuras públicas, pero entre las trincheras, las casas derrumbadas, los suelos destruidos por las bombas y entre quienes habían perdido algo en las llamadas guerras, sabían muy bien el nombre de los dos. Héroes profesionales que habían optado por abandonar la gloria y pantallas de televisión, de dejar a un lado el bien de su país y sus ciudadanos para ofrecerles una mano a aquellos que eran pisoteados sin siquiera poder gritar por ayuda. Dos hombres que no tenían ningún quirk destacable, pero que de alguna manera se habían hecho lo suficientemente fuerte para no necesitarlos.