O3. Montañismo

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—¿Ir a escalar contigo?

—¿No quieres, infeliz? ¡Estuviste dos semanas hablándome sobre ir a escalar conmigo! ¿Ahora no quieres? ¡Tú... Maldito bastardo...!

—¡No, no! ¡Claro que quiero! —Kirishima sonrió, acercando aún más el teléfono a su oído—. Es sólo que... Me sorprende que me invites de la nada, Bakugou.

Acomodándose en su cama, Kirishima rio al oír a Bakugou volver a gritarle en respuesta. Lo gracioso de estar hablando por teléfono con él era que podía escuchar la respuesta a través del intercomunicador del celular y también de la delgada pared que los separaba, alegrándose de que el pobre de Shoji no tuviera el cuarto de Bakugou a su lado, o de lo contrario realmente no podría dormir.

—Pasado mañana, idiota.

—¡Sí! Aprovechemos nuestro domingo libre.

Una vez colgaron, Kirishima dejó su celular a un lado y cogió una de sus almohadas, colocándosela en la cara para ahogar un fuerte grito lleno de emoción. Grito masculino, por supuesto. Pronto compartiría un momento importante con Bakugou donde este le mostraría una de las cosas que tanto le gustaba hacer.

Si eso no era un avance en su amistad, no estaba seguro de qué más podría serlo. Y así, con una feliz sonrisa, el pelirrojo se acurrucó en su cama y se cubrió con las frazadas gruesas que solía tirar a los pies debido al bochorno que estaba experimentando las últimas noches. Sin embargo, por alguna razón, esa vez tenía un poco de frío y sentía sus pies helados.


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A la mañana siguiente, Kirishima oyó la alarma de reloj como la cosa más insoportable de la historia. Su cuerpo se sentía extremadamente pesado y los músculos le dolían, además de que continuaba sintiendo tanto frío como durante la noche, e incluso más. Buscó la alarma entre tanteos ciegos y una vez la encontró, la apagó tan rápido como le fue posible, cerrando sus ojos por unos cuantos segundos.

Aunque la tranquilidad se acabó tan rápido como se acurrucó porque pronto empezó a escuchar los golpes agresivos en la puerta que sólo Bakugou sabía dar, anunciando que ya estaba ahí para recogerlo. Al fin y al cabo, la habitación de Kirishima quedaba justo en el camino de Bakugou para ir al ascensor, así que no era una sorpresa que llegaran juntos a las clases, eso después de convencer al rubio de intentar crear esa costumbre.

—¡Oye! ¡Bastardo! ¡Más te vale que no te hayas quedado dormido!

—¡V-Voy!

Kirishima se olvidó de su malestar por un segundo y se levantó tan rápido como le fue posible. Ignorando el ligero mareo que sintió en el momento en que salió de la cama, se apresuró a cambiarse y vestirse rápidamente, mientras Bakugou continuaba tocando su puerta una y otra vez, impacientándose más a cada oportunidad.

—¡Ya, ya salgo, ya salgo!

Tardándose sus tres minutos promedio, Kirishima acabó de peinarse y recogió su mochila de la silla de su escritorio, mirándose una última vez en su pequeño espejo antes de abrir la puerta, encontrándose con Bakugou y su humor de perros.

—Si no vas a estar listo a la hora, ¿por qué mierda quisiste que te venga a buscar, idiota? —gruñó enojado mientras Kirishima cerraba su puerta y empezaban a caminar rumbo al salón.

—Lo siento, lo siento... Es que me quedé dormido —respondió el pelirrojo—, pero casi nunca pasa, ¿no? De todos modos, perdón por hacerte esperar, Bakugou.

Regalándole una pequeña y avergonzada sonrisa, Kirishima escuchó el bufido que soltó su mejor amigo y entendió que la discusión había sido dada por terminada, entrando al ascensor y disponiéndose a bajar a desayunar antes de iniciar sus clases de los sábados.

Only seven days of the rest of my life. | #KRBKWEEK2K19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora