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Muletas.

La enorme mueca de desagrado en el rostro de Seul logró robarle una risa a la doctora y sinceramente no la juzgo, pues en el poco tiempo que había logrado convivir con ella descubrí que su rostro podía llegar a ser demasiado expresivo tratándose de ciertas emociones y bueno, ahora no parecía estar contenta.

- Eran éstas o una silla de ruedas - Informó la doctora dejando las muletas al lado de la camilla donde se encontraba Seul, luego me observó de reojo - Asegúrate de que no apoye ese tobillo contra el piso hasta que le pongan un yeso, ¿Puedes?

Asentí sin dudarlo y volteé con la chica del tobillo fracturado, su ceño arrugado mientras observaba a sus nuevas compañeras de las próximas dos semanas era algo extremadamente entretenido de ver, parecía una auténtica niña pequeña recibiendo un helado de sabor equivocado. Y gracias a las reacciones de la doctora, podía darme cuenta que yo no era el único capaz de notarlo.

- Bueno chicos, eso es todo lo que puedo hacer por ustedes. Ahora pueden ir a su siguiente clase - La mayor nos sonrió amigablemente mientras ambos agradecíamos dedicándole una pequeña reverencia y luego salió del lugar, dejándonos solos por segunda vez consecutiva.

Plasmé mi atención en Seul una vez más con la intención de ayudarla a levantarse pero la chica ya se había recostado nuevamente en la camilla, cubriendo su cuerpo con las sábanas mientras fingía inconsciencia, así cómo un cuerpo inerte recién llevado a la morgue. Una pequeña risa huyó de mis labios de forma inevitable.

- Hey Seul, tenemos que ir a clase

Nada.

- Oye, vamos... - Pedí con suavidad, acercándome a la camilla y estirando una mano cerca de su hombro con la intención de sacudirlo suavemente, sin embargo, al final me arrepentí y regresé mi brazo a los costados del cuerpo - Si gustas, podemos pasar al comedor para comprar un refresco o algo

- No es que no quiera... - Respondió con timidez, aún en su posición inerte y con los ojos cerrados. - Pero no sé como usar las muletas

Mis cejas se alzaron en sorpresa ante aquella confesión y la chica comenzó a comprimir su cuerpo hasta quedar en posición fetal bajo las sábanas, gimiendo en voz baja de la vergüenza.

- Oye, yo puedo enseñarte - Las palabras me salieron por inercia, intentando hacerla sentir menos apenada. - O... ¿Prefieres que llame a la enfermera para que te traiga una silla de ruedas?

- ¡No! - Seúl salió de bajo las sábanas en un salto y se sentó al borde de la camilla, negando efusivamente con la cabeza mientras me observaba con unos ojos que casi se salían de sus cuencas debido a lo abiertos que se encontraban - No, no, no. No quiero una silla de ruedas

- Personalmente, creo que la silla está mejor - Comenté al aire con dejes despreocupados, encogiendo los hombros antes de tomar las muletas al lado de la camilla y acomodarlas bajo mis axilas. - Éstas cosas son muy duras - Hice una mueca intentando acomodarlas de mejor manera y luego subí un pie al aire, fingiendo estar lesionado.

- Personalmente, creo que no recuerdo haberte pedido una opinión al respecto - Su tono entre sarcástico y molesto logró hacerme reír con suavidad mientras negaba con la cabeza, cosa que a ella no le parecía nada divertido. - ¿Te ríes de mí?

- No - Aseguré con voz firme, pues era verdad. - Jamás haría eso, perdón si lo sentiste así... De verdad

Seúl se tensó de inmediato ante mis palabras, un tenue rubor comenzaba a hacer presencia en sus mejillas de forma adorable y acto seguido suspiré con suavidad. - Además, no hubiera sido necesario que usaras muletas si tú necedad de salir caminando no te hubiera ganado - Subí y bajé los hombros con desinterés y acto seguido comencé a avanzar lentamente con ayuda de las muletas, andando por la habitación. - ¿Ves ésto?, no es tan difícil

Subí ambos pies al aire, quedando sostenido únicamente por las muletas. La mueca de horror en el rostro de ella era graciosa a morir, sin embargo, me negué a reír para que no se sintiera avergonzada. En todo caso me mordí la lengua con discreción para evitar soltar una risa mientras volvía a estabilizar mis pies en el suelo, acercándome a la camilla para ofrecerle las muletas. - Toma, inténtalo

- No quiero - Objetó con firmeza.

Mi paciencia comenzaba a agotarse. Sin embargo, estaba seguro de que, incluso si intentase ser rudo con ella, la estrategia jamás funcionaría, menos con su temperamento firme y terco.

- Vamos, al menos inténtalo - Volví a pedir, extendiendo las muletas un poco más cerca de su cuerpo al mismo tiempo en el que ella retrocedía la misma distancia. - Te prometo que no pasará nada, ¿Sí?

- ¿Y qué tal si pasa?

Muy buena pregunta. Maldita sea.

- ¡Ya pues, está bien! - Alcé las manos rendido y me puse de espaldas a la camilla, quedando en cuclillas frente a ella.

- ¿Qué haces, Yeonjun?

- Te ofrezco un transporte cien porciento libre de riesgos, no te caerás ni te resbalarás o lastimarás de ninguna forma. - Giré la cabeza para verla y la alenté a subir con un movimiento - Anda, mis pies se cansan de estar en cuclillas

Su rostro se vió iluminado cómo el de un niño frente una juguetería y sin necesidad de pedírselo dos veces, dió un salto desde la camilla y subió a mi espalda, aferrándose a mi cuello con el cuidado suficiente para no lastimarme pero la fuerza necesaria para no resbalar. Acto seguido me incorporé del suelo, afirmando mi agarre en sus muslos para asegurarla y suspiré mientras me detenía frente a la puerta.

- Vamos a salir de aquí directamente al hospital más cercano para que te pongan un yeso, ¿De acuerdo?

- Bien - Asintió con la cabeza apoyada en mi hombro - Luego nos olvidaremos de la escuela y cada quién se irá a su casa

- ¿Qué? - Hice una mueca confusa y la volteé a ver - ¡No! - Negué con la cabeza, con desagrado y casi con obviedad - Luego de ponerte el yeso regresaremos a clase, no planeo perderme el almuerzo junto a Soobin

Un pequeño silencio se hizo después de esa frase, uno medianamente incómodo.

- Así que... Soobin, ¿Eh? - La chica rompió la tensión, comenzando a mover sus cejas de arriba a abajo con picardía. - Me imagino lo cercanos que han de ser para que no quieras perderte ni un almuerzo a su lado...

- ¡No es eso! - Reproché en una queja, Seúl había comenzado a reír. - Ya ni para qué lo intento - Rodé lo ojos, suspirando y salí al pasillo con la chica a mis espaldas.

V I R G I N #1 | YeonjunWhere stories live. Discover now