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La fila se había hecho un poco larga a mis espaldas; sin embargo, solo faltaban dos personas para que me tocase pasar a comprar unas gomitas en la máquina expendedora del edificio así que mi desesperación disminuyó considerablemente, haciendo más soportables los gruñidos hambrientos de mi estómago.

Un suspiro cansado huyó de mis labios mientras me pasaba ambas manos por las ojeras y soltaba un profundo bostezo antes de estirar los brazos al cielo, en un intento por despertar mis extremidades entumecidas.

- ¡Es mi turno!, ¡Es mi turno!

Una pareja de niños pasó corriendo velozmente frente a mí, el niño parecía enfurruñado con la que aparentaba ser mayor mientras ésta reía entretenida y se aseguraba de que el otro continuara siguiéndola a sus espaldas.

- ¡Alcánzame y te dejo jugar primero!

- ¡Pero ya es mi turno jugar en la máquinaaa! - Replicaba el menor aún entre quejidos enfurruñados antes de desaparecer en la esquina del pasillo.

Al principio no le tomé mucha importancia a la escena anterior, pero mientras tecleaba el código de mis gomitas en la máquina expendedora una burbuja de curiosidad comenzó a inflarse en mi cabeza. ¿A qué se refería aquél pequeño con "jugar en la máquina"?, ¿Acaso había una máquina de juegos en el hospital?. Y en caso de que mi teoría fuese correcta, ¿Porqué demonios había una máquina de juegos en un hospital? La simple idea me parecía extraña.

Finalmente tomé el cambio, mis golosinas y las eché a mi suéter, trazando rumbo de regreso a la que se había vuelto mi segunda habitación en los últimos días.

"Máquina de juegos"

Mientras más me esforzaba por encontrarle algo de lógica a la idea, más surrealista me parecía y con ello, mi curiosidad aumentaba. Al cabo de unos cuantos pasos decidí detenerme: - Bah, sólo le daré un vistazo - Giré sobre mis talones con algo de emoción y aceleré el paso hacia aquella esquina por donde habían desaparecido los niños de antes.

Para mi gran sorpresa ahí se encontraba, justo al final del pasillo con colores brillantes, luces llamativas, muchos peluches en su interior y una garra mecánica en la parte superior, esperando pacientemente a que alguna persona se dignara a darle vida. Los infantes de antes estaban ahí también, el pequeño se alzaba en las puntas de los pies para poder ver el interior de la máquina mientras manejaba la garra y la niña mayor se encontraba contra el cristal lateral, dándole instrucciones a su compañero para poder sacar un pequeño dinosaurio verde de escamas amarillas. Me pareció lindo observarlos trabajar en equipo así que me quedé haciéndolo desde la esquina del pasillo, cruzando los brazos mientras apoyaba el hombro contra la pared antes de pegar un respingo asombrado al notar como lograban sacar el peluche ansiado con éxito.

Toda mi vida pensé que aquellas máquinas eran una estafa, al menos hasta ese momento.

- ¡Hay que llevárselo a mamá! - Chilló el pequeño en cuanto tuvo el premio en sus manos - Seguro que se sentirá mejor al tener algo que abrazar por la noche... Yo lo haría

- ¡Tienes razón! - Afirmó la mayor completamente de acuerdo con su hermanito - Vamos Hangyul, que ya casi nos vamos a casa

Y acto seguido se tomaron de las manos y corrieron entre risas por el pasillo hasta pasar al lado mío.

"Seul"

Fue el primer pensamiento que me llegó a la mente, haciéndome llevar las manos a los bolsillos para revisar si aún tenía algunas monedas por ahí mientras avanzaba distraídamente a la máquina de peluches. Por fortuna aún contaba con unas cuantas del cambio de las gomitas y después de un pequeño gesto de victoria me coloqué al lado de la máquina para revisar los peluches por el cristal.

V I R G I N #1 | YeonjunWhere stories live. Discover now