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La semana siguiente descubrí que el ridículo rumor que había comenzado en la cafetería se había esparcido como virus por toda la escuela, un virus letal que terminaría matándome si no le ponía alto.

- Te digo que no lo soy, Seul

- A mí me parece que, según Kai y las otras tres historias que oí por los pasillos, si que lo eres - Su tono burlón y cantarín lograba robarme unas cuantas sonrisas mientras avanzábamos por los pasillos, ella sobre mi espalda como comenzaba a hacerse costumbre. - Y en dado caso que fuera mentira, ¿¡Porqué negarlo!?- Chilló en una pequeña queja, apoyando su barbilla en mi hombro - Imagina... Tendrías todo un séquito de chicas detrás tuyo pensando que eres un badboy que las amará de forma extraña como en una historia cliché, cualquier chico querría tener eso

- ¿Hablas en serio? - Volví a reír ante sus ideas locas y la sujeté con un poco más de firmeza por los muslos antes de acomodarla a mis espaldas, ella estremeciéndose un poco por el gesto anterior mientras yo daba vuelta en una esquina - No sé que estereotipo tengas de las fantasías que podría tener un chico pero al menos estoy seguro de que esa no es la mía

- ¿De verdaaaaad? - Su incredulidad exagerada me hizo rodar los ojos, la chica comenzó a balancear sus pies en el aire con inocencia.

- Si - Aseguré con voz tranquila, un tanto fascinado ante el carisma tan radiante y encantador que emanaba de ella, contagiándome como había estado haciéndolo desde hace una semana. - Yo no me he enrollado con nadie en ningún baño de ninguna fiesta, y de haberlo hecho créeme que lo recordaría

Salimos del edificio principal a la cancha de fútbol y caminé con Seul en mi espalda hasta que llegamos a las gradas, una vez ahí subí hasta las más altas y la bajé con mucho cuidado para no lastimarla. Casi inmediatamente de eso, la chica descolgó la mochila de sus hombros y sacó un trasto con bibimbap y dos pares de palillos, extendiendo uno en mi dirección mientras yo me encargaba de sacar dos jugos de mi mochila. Uno de moras y otro de naranja, el mío era el de naranja.

- ¿Cómo sigue tu tobillo? - Pregunté de forma casual, intercambiando el jugo de moras por los palillos antes de tomar un bocado de carne.

- El doctor dijo que me quitará el yeso mañana, supongo que eso es algo bueno - La chica destapó el jugo y le brindó un trago antes de dejarlo a lado suyo en la grada. - Pero quién sabe - Agregó con su típico tono juguetón - Quizá cuando me quite el yeso descubre que hay bichos viviendo en mi pie y tenga que amputarlo, uno nunca sabe - Clavó sus palillos en el arroz y se llevó un trozo con huevo a la boca, despreocupada.

- ¿Tener bichos viviendo en tu pie es algo bueno o malo? - La observé arrugando el ceño con desconcierto y seguí masticando la comida en mi boca, Seul sonrió con diversión mientras me observaba fijamente y dejó escapar una pequeña sonrisita traviesa, confundiéndome más. - ¿Qué?

- Eres muy lindo confundido, yo que sé - Siguió observándome un par de segundos más, entrecerró los ojos haciendo un pequeño puchero y luego volvió a dirigir su atención al bibimbap.

Sentí como mi corazón comenzaba a acelerar sus latidos de forma extraña después de sus palabras y tuve que darle un gran trago a mi jugo para no ahogarme con el arroz. - Qué chistosita - Mustié en un intento por sonar tranquilo y casual, pero mi voz salió algo extraña y ronca debido a la comida a medio pasar en mi garganta.

- Lo único que te faltaba era la voz y ya la conseguiste... Señor Grey

Un bufido rendido huyó de mis labios con irritación mientras rodaba los ojos y ella seguía comiendo entre risas, alegre.

- ¡Ya deja de llamarme así! - Chillé, aventándole un trozo de zanahoria que (para mi mala suerte) logró esquivar con facilidad.

- ¡No es mi culpa que te quede tan bien el apodo!

V I R G I N #1 | YeonjunWhere stories live. Discover now