;diecisiete

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Bostezó por quinta vez en lo que iba de la hora mirando a su alrededor sin un punto específico. Seijūrõ había ido al baño y lo dejó solo en la mesa pues era el momento en que la velada se animaba y todos bailaban en la pista. Él no era muy bueno, tenía dos pies izquierdos a su parecer, así que se quedó sentado. No obstante, al rato, divisó a su chico pelirrojo bailando con un grupo de chicos y chicas que presumió debían ser sus primos. Entonces, Chihiro se sintió incómodo y algo desanimado de no ser lo suficientemente divertido o extrovertido para pasar un buen momento junto a su novio.

Si debía ser honesto, la ceremonia le pareció bonita, el lugar de la recepción también era precioso, incluso la misma pareja le resultó adorable en comparación a todo lo que Akashi había descrito con molestia sobre su prima, pero él no encajaba. No importaba que vistiera apropiadamente, que fuese educado al saludar o que supiese comportarse en la mesa, había muchas cosas que lo alejaban de esa clase de personas y la diferencia se le antojaba abismal.

Quería irse a casa.

Pero Seijūrõ lo había traído y no tenía idea de cómo volver.

Suspiró tamborileando los dedos en la mesa. La música sonaba demasiado fuerte y los gritos y vitoreos a la nueva pareja provocaban que aquel ligero dolor de cabeza aumentara.

Para ser una familia de clase alta, no eran tan aburridos y refinados como creyó que serían.

Su estómago se revolvió y se levantó en busca del baño o la puerta que diese al exterior. Necesitaba despejar la mente y pensar. Para su suerte, en el hermoso jardín del lugar habían solo un par de adultos fumando y charlando entre ellos sin notar su presencia en lo más mínimo. Arrugó la nariz y buscó alejarse del humo de cigarro.

Era patético.

¿Por qué Akashi Seijūrõ se fijó en él?

Sabía que no era bueno darle lugar a la inseguridad, podría seguirle la ansiedad y no quería llegar a eso. Se sentía un pésimo novio, no pudiendo disfrutar de su relación por las constantes voces en su cabeza que le recordaban lo inútil e insuficiente que era junto al pelirrojo. O en general.

Despeinó su cabello y miró hacia arriba. La noche estaba a punto de presentarse, las primeras estrellas lo saludaban y él les sonreía triste. ¿Qué debía hacer? Le frustraba toda la situación en su cabeza porque era la primera vez que la persona que le gustaba le correspondía, Akashi era su primer novio y aunque sonara ridículo, esperaba que fuera el único.

Lo amaba.

Estaba enamorado. Y eso hacía que todo valiese la pena.

Deseaba poder mantenerse emocionalmente estable, ser el chico que Seijūrõ merece y poder expresar todo el amor que le tiene. Porque...

—Oh, aquí estás, te estaba buscando —sonrió Akashi colocándose frente a él —. ¿Te sientes bien?

Asintió. —¿Y tú?

—Cansado, mis primos son muy intensos a la hora de bailar —suspiró antes de conectar sus ojos a los de Chihiro —. Lamento haberte dejado solo, cariño. Fui prácticamente arrastrado a la pista de baile y...

—No, está bien —lo cortó tomando una de sus manos —. Parecías divertirte, no me molestó verte reír, es de mis cosas favoritas.

Seijūrõ lo empujó hasta un rincón donde no llegaba la luz y, parándose de puntitas, lo besó en los labios con ganas ya que no pudo hacerlo en toda la tarde. Chihiro correspondió tras unos segundos enredando los brazos en su cintura y atrayéndolo más a sí mismo. El corazón de ambos palpitaba rápido y sus respiraciones llenaban el silencio.

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