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     Cleodata voló en su forma alterna como helicóptero hasta llegar a casa junto a Alpha Trion, donde él la esperaba con desesperación a su entrada.

     —¿Dónde has estado? —pregunta Alpha Trion.

     —Trabajando —mintió Cleodata.

     Pero Alpha Trion no es ningún tonto para comerse las creencias de la joven. Él la miró hasta que Cleodata se empezó a sentir avergonzada de haberle mentido. Cuando él habló de nuevo, su tono fue cortante.

     —Mentir es de cobardes, tenlo en mente —dijo Alpha Trion—. Contesta lo que se te pregunta.

     —Estuve en Kaon.

     —¿Con quién? —pregunta nuevamente.

     —Con Megatron.

     Alpha Trion se quedó observando a la joven sobre qué hacer ante la situación.

     —Hablaremos mañana, ya es tarde —finalmente contesta—. Ve a descansar.

     Escuchar ese nombre puso a Alpha Trion en un curso de pensamientos que podría llamarse nostálgico, reavivando en su memoria los días de la Guerra de los Primes. Desde que estaba escrito en las páginas del Pacto, estaba obligado a pasar. Se estaba repitiendo la historia.

     Alpha Trion cerró sus ojos, estaba empezando lo que decía el Pacto de Primus. Ahora empezaba a trasarse en líneas finas. Los días de Cleodata, reportera de Iacon, se estaban acabando. Nuevos días turbulentos y conflictivos se veían en el horizonte. Esto sería inevitable.

     Reconsiderando, Alpha Trion se dio cuenta de la cadena de eventos que había sucedido mucho antes de eso. Uno podría ser que había empezado desde la primera vez que Orion Pax hizo contacto con Megatron. O tal vez si Orion no lo habría hecho, alguien más lo habría hecho. Tal vez el suceso de eventos se hizo inevitable desde el momento en el que Megatron asumió su nombre . . . ¿Pero se detendrá ahora? Si se va a creer en lo inevitable, entonces esto había empezado desde la Era de los Primes, en el momento del Caído.
Lo que sería evitable, reflexionó Alpha Trion, era cómo podría influir en los eventos venideros para guiarlos en la dirección correcta. Cleodata era pura, joven y era ella a la que habrían elegido, solo hay que saber guiarla.

     Al ciclo solar siguiente, Alpha Trion la esperaba apoyado en la ventana.

     —Acércate, Cleodata —dijo él hacia Cleodata recién saliendo del pasillo. Al tener a Cleodata cerca, observando sus ópticos, pudo ver a través de esos el alma una vieja amiga, dejándolo melancólico—. Mírate —dijo acariciándole la cabellera a Cleodata—. Toda una femme ahora, ¿recuerdas cuando te contaba las historias sobre los Trece Primes?

     —Sí —contesta con sonrisa relajada.

     —¿Quién era tu Prime favorito?

     —Solus Prime. La única Prime hembra —contesta Cleodata.

     —Me alegro, ¿y estás haciendo lo correcto?

     —Creo que estoy haciendo lo correcto al defender lo que creo justo.

     —¿Recuerdas que te dije que tengo buen ojo? Cada día te pareces más a ella.

     —Usted me lo había dicho cuando era pequeña, lo recuerdo perfectamente.

     —Perfecto, puedes retirarte —terminó Alpha Trion.

     Alpha Trion no podía evitar pensar anhelando a través de la ventana, preguntándose si la crió bien, si está haciendo lo correcto . . . Oh Solus, confío en ti de que la guíes por el buen camino y no se repita tu historia, pensó el archivista.

Gladiador GrisáceoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora