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Cleodata se avalanzó sobre Ariel primero y Ariel la esquivó dejándola correr de largo. A espaldas de Cleodata, tiró de su cabellera estampándola contra el suelo. Luego se montó sobre Cleodata, y empezó a golpearla en el pecho con los puños entrelazados, varias veces, los suficientes para quitarle el aliento.

El primer golpe de la espada de Sentinel Prime sacó a Megatron de balance. Megatron se estrelló en un pilar de soporte y tuvo poco tiempo para evadir un segundo ataque, levantando su espada para bloquear y atacar de vuelta. En su contraataque sintió que la hoja de la espada hería el hombro de Sentinel Prime justo antes de que el puño de este se estrellara en el rostro de Megatron, sacándolo de balance de nuevo.

Megatron y Sentinel Prime se enfrascaron en la lucha otra vez. En algún lugar detrás de Megatron, él escuchó a dos de sus gladiadores hacer una apuesta sobre las dos peleas. No sobre quién ganaría, sino de cuanto duraría el combate.

Gradualmente, Megatron lo dejó maltrecho. Primero un golpe a su rodilla que arruinó la articulación del mayor, dejando cables y metal expuesto. Después combatieron mano a mano, y Megatron era más joven, más fuerte y estaba impulsado por defender a Cleodata de los comentarios de Sentinel Prime. Hizo caer una lluvia de golpes sobre el cuerpo de este, hasta que con lo último de su voluntad, Sentinel Prime aventó a Megatron y se puso de pie. Una vez más tomó su espada.

—Puede que me mates, Megatron. He sentido que tienes la esencia de Unicron dentro de ti, dándote una fuerza que es difícil resistir, pero ten en cuenta el costo. El universo no ofrece nada gratis. Menos Unicron.

—Fue una pelea digna —dijo Megatron—, pero es hora de terminarla.

Cleodata estuvo entrenando, sí, pero todavía no cambia el hecho de que es muy confianzuda en batalla, siempre perjudicándola. Con el indicado a su lado para entrenarla, se supone que debería abatirla con un par de golpes, ¿no? Ariel era delicada —o así es como Cleodata la veía— pero sus golpes eran sólidos, bastante dolorosos. Entonces Cleodata utilizó los machetes de su cabellera, una ventaja que Ariel no tenía. Solo se veía un destello de luz y se escuchaba el agudo metal de los machetes chocar con los antebrazos de Ariel bloqueando cada ataque de Cleodata. Ariel no contraatacaba, cosa que Cleodata no pudo evitar soltar carcajadas. Ariel solo estaba esperando el momento adecuado, que llegó cuando Megatron lanzó un grito de dolor.

La atención de Cleodata se desvió hacia la agonía de su amado, que tenía encrustada en su hombro la espada de Sentinel Prime. Ariel aprovechó su distracción y lanzó un disparo concentrado a su abdomen.

Megatron echó atrás la cabeza y lanzó un grito agonizante. Él con el mismo brazo que había sido herido, y aún con la espada incrustada, tomó la mano de Sentinel Prime, inmovilizando su espada.

—Por herirme —dijo Megatron—, debes saber que es mi turno.

Y su espada cortó el brazo de Sentinel Prime, separándolo de su cuerpo.

El quejido que escapó de Sentinel Prime era un lamento por todo en lo que había fallado.

Cleodata rebotó de espaldas contra el suelo con un grito grave y bajo; en un intento por no distraer a Megatron de su batalla. Pero él aún así la escuchó.

—¡No se queden ahí parados! —gritó Megatron hacia los espectadores, haciendo una pausa al Sentinel Prime agonizante en el suelo.

Uno de los gladiadores trató de ayudar poniéndose entre Cleodata y Ariel.

—¡No! —gritó Cleodata (o eso intentó con el dolor en el abdomen) apoyándose sobre sus codos—. Ella es mía.

Ariel disparó con sus cañones sin cesar hacia Cleodata. Unos cuantos la aturdieron manteniéndola arrastrada en el suelo mientras que Ariel avanzaba a paso lento, aún con los disparos interminables. Cleodata, harta, utilizó su cabellera como escudo mientras trataba de levantarse.

—Pudimos haber llevado a las hembras a ser diosas —dijo agonizando Cleodata tras la barrera de su cabellera.

—Tantas cosas que pudimos haber hecho juntas —dijo su compañera de baile con un intento de no mostrar melancolía en su voz.

Así que ellas danzaron de nuevo. Con Ariel a punto de pasar el escudo de machetes, Cleodata se eleva con la fuerza de estos, dando una vuelta en el aire para caer a espaldas de Ariel y patearla con un grito de rencor. Esta se golpeó la cabeza con uno de los pilares, abatida.

Ella se acercó y la alzó del cuello. Ariel solo soltaba quejidos e intentaba lastimarle la cara, pero sus brazos no llegaban; Cleodata bufó una burla.

Cada uno de los machetes negros de su cabellera -como si tuvieran vida propia- estaban tensas en el aire a punto de rebanarle cada sección de su cuerpo. Cleodata la miró a los ojos. Los ojos de Ariel estaban temblorosos y poco a poco dejó de ejercer fuerza para librarse del agarre, así que Cleodata no pudo. No pudo acabarla. Ariel no tenía la culpa de nada de lo que estaba ocurriendo en esta guerra. Solo defendió al ser que amaba como Cleodata hizo con Megatron.

Cleodata la soltó y esta cayó sobre sus rodillas, apoyándose en sus manos y con la cabeza baja.

—Vete ahora, antes de que me arrepienta —dijo Cleodata. Ariel no contestó más que con la mirada dulce de ella—. Y espero no verte nunca más —dijo dándole la espalda.

—También te extraño, Cleodata. —Fue lo último que escuchó de Ariel antes de verla por encima del hombro acelerar hacia los túneles.

Sin saber que de verdad nunca más la volvería a ver, o al menos conocida como Ariel.

Sentinel Prime levantó el brazo que le quedaba para evadir el siguiente ataque de Megatron, pero igualmente Megatron lo cortó.

—Una vez fuiste un gran líder, Sentinel Prime —dijo Megatron—, pero te hiciste débil, y así fue como Cybertron se fue debilitando. Por eso estoy aquí, para fortalecerlo de nuevo.

Cuando Cleodata regresó hacia su amado, presenció a Megatron levantar la espada en alto, dando el golpe final, partiendo la armadura de Sentinel Prime desde la garganta hasta la cintura. También presenció a Sentinel Prime desplomarse de lado, y presenció un ligero brillo dentro del cuerpo de este.

Megatron aventó su espada a un lado. —Bien —dijo Megatron dirigiéndose a Cleodata y sus gladiadores—. Ahora que se acabaron las interrupciones, sigamos buscando esa llave.

Cleodata lo jaló de un brazo. —Megatron, mira dentro del cuerpo de Sentinel.

Megatron se puso de pie sobre el moribundo Sentinel Prime de manera triunfante, enfocando los ópticos en el brillo, era la llave Justicia. Starscream ya había conseguido la llave Poder y habían acordado que se reunirían de haberlo hecho. Cuando Starscream entró a la periferia del cuarto, sin hacerse notar todavía, Megatron se dirigió hacia Cleodata.

—¿Estás bien? -preguntó Cleodata acariciándole el brazo mientras observaba la herida de su hombro.

—¿Esto? —dijo Megatron observando la herida—. No es nada. Tus aruñadas en la espalda duelen más. —Cleodata sonrió de lado, no sin antes darle un suave golpe—. Auch, ¿no ves que estoy herido? —bromeó él señalando la herida, luego rio con ella—. ¿Y tú? —Megatron se inclinó un poco, deslizando la mano por el abdomen de ella como si se tratara de un sparkling dentro de ella.

Cleodata aprovechó el nivel de altura y le plantó un beso en la frente. —Estoy bien, amado mío.

Starscream pensó ¿será mi oportunidad?

Si él llegaba a tener en sus manos ambas llaves, ya no tendría porqué servirle a Megatron ni a Cleodata.

Él se acerco al cuerpo de Sentinel Prime. Estaba lo suficientemente cerca para agarrarla.

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Al principio pensé en que su hija andara con el frío Soundwave . . .

Gracias por llegar hasta aquí.

Las quiero un Cybertron.

xoxo, CL.

Gladiador GrisáceoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora