Epílogo

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—Seis meses después—

¿Quién podía dejar su vida acomodada para vivir en medio de la selva? Pues, Corine. La joven morena se había ido a vivir a la selva junto a su pareja.

Y desde hacía tres meses, trabajaba en un hospital ambulatorio, que poco a poco iban reformando y capacitando, para que las personas que vivían a los alrededor de allí, pudieran recibir atención médica en el momento.

Muchos pueblos vivían lejos del asentamiento. Y algunos tenían hasta dos días de viaje para poder llegar al hospital. Es por eso que la morena había propuesto trabajar allí, aunque fuera de forma ambulatoria.

Junto a ella, había una enfermera, un odontólogo, y un técnico en diagnóstico por imágenes, quién se encargaba de realizar radiografía y ecografías.

Corine solía atender diez horas en el hospital, todos los días, al igual que el resto de los especialistas. Y sabía que era muy sacrificado, pero hasta que buscarán más profesionales, ella había aceptado el reto.

Estaba hablando con la enfermera, cuando vio entrar a una joven mujer morena, cargando a una niñita en brazos. La bebé había cumplido hacía poco el año y medio.

—Atok (hola) Corine, Atok Vivian —saludó la joven madre, de diecisiete años.

Era la última mujer que Zato había tenido, con quién había concebido a la pequeña Zany. Nubkia era la joven que se había enamorado de él, esperando a que regresara.

Y cuando el moreno lo había hecho, la había aceptado... Tal vez por el simple hecho de verla tan joven y esperando a un bebé.

—Atok Nubkia —sonrió Corine, tomando una de las manitos de la bebé—. Atok Zany'nishi (hola pequeña Zany)

Nubkia había llevado a su hija a su control del año y medio, y con él, a que la vacunarán también. Blaise le había dicho que ellos en la isla no sufrían de enfermedades.

Y aquella era cierto, pero con la llegada de los humanos, para prevenir cualquier tipo de percance, habían optado por un calendario de vacunación.

Miró como la joven madre entraba junto a la enfermera a un consultorio, y sonrió suavemente... Quizás en algún momento, ella también tendría la dicha de tener un bebé.

***

"Lloró al escuchar a su hijo nacer, y más aún lloró al ver al pequeño. No porque no lo amara. Fue verlo y sentir ese amor verdadero, a primera vista, y saber que nada de lo que había vivido hasta ese momento, se comparaba con lo que había sentido al ver a su hijo por primera vez.

Lloró por saber lo que vendría al momento de que su familia lo conociera. Lloró porque se sentía sola, desamparada. Sin saber a dónde ir, o a quien acudir.

Y el primero en conocer a su hijo, fue su hermano, que al verlo, observó desconcertado a su hermana... Ese bebé no podía ser hijo del muchacho que ella había dicho.

—Es... Negro —le había dicho, al ver al pequeño, acurrucado en los brazos de la pelirroja—. ¿Con quién mierda te metiste, Fleur?"

Había intentando por meses comunicarse con Corine, pero no lo había conseguido. Lo único que le habían dicho, era que ella vivía en la zona salvaje, dónde no tenían comunicación, más que por teléfono de tubo.

Y si ella necesitaba dejarle un mensaje, podía hacerlo con ellos, que se lo pasarían.

¿Y como diablos Fleur le iba a decir a esas personas como si nada, que ella tenía un bebé de Zato? Fleur necesitaba hablar personalmente con él.

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