Capítulo 12

5 1 0
                                    

- JEREMY, JEREMY. Me despierto con mi madre tirando de mi camisa.

- ¿Qué pasa mama? ¿Qué haces? Déjame dormir un poco más. Me viro hacia la pared, me tapo la cabeza con la manta. Siento su culo haciendo presión sobre mi colchón en la cama.

- ¿Pero qué te sucede hijo? ¡Jamás duermes por la tarde, siempre estas metido en el ordenador trabajando! ¿Tienes problemas con tu nueva chica Emilly?

Como si tuvieras muchas otras más.

- Mama, no es mi chica...Ni siquiera me deja terminar la frase.

- ¿Estás enfermo hijo? Sus manos frías oliendo a lejía me tocan la cara, en seguida me quita la manta de encima. - Creo que tienes un poco de fiebre.

- ¡Que no mamá! Solo necesitaba descansar un poco más. Me incorporo y le cojo las manos llevándolas hacia a mi. - Estoy bien.

- ¿Haces lo del garaje hoy? Hace semanas habíamos quedado en ordenar unas cuantas cosas en nuestro garaje. Para mi madre era una terapia estar juntos. Ella lo necesitaba, se sentía sola. Jack casi nunca le hacía compañía, y el viejo no estaba en su mejor momento para escucharla. Quería estar allí, pero alguien no salía de mi cabeza y no me dejaba concentrarme al cien por cien en lo que andaba haciendo. Lo único que me consolaba en ese momento era saber que le volvería a ver por la noche.  

Me pase el día ordenando todo el garaje con ella, hemos recordado momentos cuando Jack y yo éramos pequeño. Encontramos fotos antiguas de cuando fuimos a Venecia, en Italia, yo tenía como quince años. Mi madre quería meterse en una barca y a mí no me hacía mucha ilusión. Fueron momentos inolvidables. Le hizo bien ese rato conmigo. Una que otra vez, ella intentó hablar sobre Emilly, aunque yo sin mucho que decirle cambie rápido de conversación.  A lo mejor conseguiré engañarme a mi mismo en toda esa situación, pero ella se huele algo y como le conozco no me dejará en paz hasta enterarse de lo que pasa.

Cuando terminé en ayudarla, volví a mi habitación y pasé el resto de la tarde mirando al ordenador, intentando descifrar en qué parte de Canadá vivía Julia, ella estaba allí, dentro de ese país, necesitaba encontrarla.

Decidí coger mi lapis y dibujar su rostro angelical en mi cuaderno. Llevaba años sin dibujar, siempre estaba tan ocupado con tanto trabajo que acabé olvidando las cosas que me ayudaban a sentirme mejor. Cuando terminé, colgué su dibujo en mi pared, la pared que se situaba en frente a mi cama.

Siento que estoy obsesionado con ella, pero no puedo evitarlo. La quiero, lo sé, es real. No puedo dejar de hacer otra cosa que intentar buscar una solución para encontrarla.

Bajo y decido pasar el resto del día con mis padres, para poder cenar en familia y hacerles compañía.

- ¿Estabas metido en la cueva otra vez muchacho?

- Necesitaba tiempo hermano. Ordenar unas cuantas cosas en mi habitación. Me siento en la mesa, mi madre me pasa un plato de cerámica en el color azul y blanco . - Además, mamá y yo hemos limpiado todo el garaje, la próxima te toca a ti guapo.

- A mí no me liéis, estoy demasiado ocupado con otras cosas. Me guiña el ojo como un sin vergüenza profesional. Yo sé de lo que él está hablando, espero que mi madre no lo sepa.

Le ignoro, ese tío siempre se pasa, no se corta en nada.

- ¿Y tu que papá? ¿Cómo te sientes hoy?

- Había mariposas volando por el jardín, pensé por un momento que podría acercarme a ellas, pero me di cuenta que estoy muy viejo para perseguirlas. Respira recuperando el aire para seguir hablando. - Nuestras piernas ya no tienen la misma velocidad desde hace unos años, nuestras manos no tienen la misma fuerza y nuestros ojos no perciben los reflejos como cuándo éramos jóvenes. Estamos viejos, ella también lo está. Apunta hacia mi madre.

Mi madre arruga su frente, indignada con tal acusación.

- ¿Vieja yo? ¡Que blasfemia! Se le nota ofendida.

- Yo tampoco puedo acercarme a las mariposas papá, nacieron para que sean libres. Llevo mis manos a las manos de mi padre, huerco mi silla hacia la suya, me aproximo del mismo.

- Si ni a las reuniones últimamente llegas a tiempo, imagínate atrapar una mariposa. Jack suelta una risa irónica. Los hermanos mayores tienen el don de sacarte de quicio cuando no es un momento apropiado. 

Mi madre le echa una mala mirada a Jack

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Mi madre le echa una mala mirada a Jack. El mismo baja la cabeza mientras frunce las cejas.

- Ya los he dicho que en la mesa no se habla de trabajo.

Lo siento por mi madre, pero es que cada vez me resulta más difícil aguantarme la lengua y no contestarle.

- Ya sabes que yo soy quién participo de todas las reuniones de la empresa, mientras tu guapo estas de vacaciones a tomar por culo por el mundo. Estoy harto de regañarte por motivos infantiles, harto de llevarme todo en la espalda desde cuando empezados, harto de decir a la gente que cumples con lo tuyo cuando no es así. ¿Así que, sabes que digo? Que me voy de vacaciones y tu te encargaras de todo solito. Apañatela! 

- ¡Oye, oye! Para el coche. ¿Como que te vas de vacaciones? ¿Qué te pasa hermanito?

Jack se levanta de la mesa, sorprendido con mi tono de voz.

- Solo necesito descansar. ¡Ya está dicho!

- Jeremy, creo que no estás siendo sincero conmigo tío.

- A ver, ¿qué quieres que te cuente? Llevo años sin dejar de trabajar, me lo merezco.

- Pero hijo... Mi madre me mira preocupada. - Te necesitamos para llevarnos en las revisiones de tu padre.

- No te preocupes madre. Jack ya es mayorcito y se puede encargar de vosotros durante esas semanas.

¿Semanas?

Me mira enfadado, suspira fuerte y no se lo puede creer. Se sienta del tirón en la mesa, coge su vaso de cerveza y se lo manda por completo.

- Pero, ¿dónde vas a ir hijo?

Su mirada es de preocupación y tengo que decir que me duele separarme de ellos en esos momentos, pero es necesario para mí.

- Aun no estoy seguro mamá, pero sé que me iré en breve. Me levanto de la mesa. - Me voy acostarme madre, gracias estaba todo muy rico.

- Estás mal de la cabeza tío, no hay quién te entienda. Mi hermano se levanta y camina hacia su habitación.

Acaricio el rostro de mi hermosa madre y luego beso la frente de mi padre.

- No te preocupes, los cambios son necesarios hijo. El viejo me lo susurra al oído. 


Encuentro de almasWhere stories live. Discover now