Capítulo 2: Realidades duras

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Mi primera reacción es comenzar a reírme como un loro epiléptico. Mis carcajadas resuenan en las paredes de la sala y termino por detenerme cuando me duelen los músculos del abdomen y las lágrimas se escapan de mis ojos.

—Cariño, deberías ser comediante, ese ha sido un gran chiste —río, enjugando las lágrimas y dejando varios mechones de cabello detrás de mis orejas. Tyler me tiende la taza de café y tomo un gran sorbo que me sabe a gloria.

—Linda... —inicia mamá pero hago un ademan.

—Mamá, Ashley ha sido mi mejor amiga desde que tengo memoria. Siempre hemos sido Tristán, Tiffany, Ashley y yo. Es imposible que ella hiciera algo como eso —afirmo convencida—. Ustedes sólo intentan jugarme una broma. Y les salió muy bien además, sus caras de tragedia son bastante convincentes. ¿Me pasas las tostadas, por favor?

Tyler hace lo que le pido con una expresión como de quien no quiere la cosa y suelta un suspiro, levantándose de su lugar y frotando su rostro con sus manos.

—Creo que necesito una ducha —murmura cansado.

—Dejé tus cosas en la habitación de invitados de Octavia.

—Gracias, mamá. —Tyler deja un beso en la cima de mi cabeza—. Ya vuelvo.

—No me moveré de aquí —le sonrío para que se quede más tranquilo.

Aunque son pasadas las doce y toda la casa está impregnada del olor del estofado de Rita, decido comer solo las tostadas y beber mi café, no creo que mi estómago pueda tolerar algo más.

La monotonía se ve interrumpida por el ruido del portón de la mansión y escucho varios autos entrando.

—Ya llegaron —anuncia la abuela y desiste de su papel de guardiana de la fortaleza Moore para abrir la puerta y recibir a todos, siendo las gemelas, Kendall y Scarlett las primeras en entrar. Al igual que todos los demás, unas enormes ojeras decoran sus rostros pálidos y traen ropa llena de escombros, cenizas y hollín.

—Abby... —suspira una sorprendida Scarlett y no puedo evitar sonreír mientras me levanto del sofá con el mayor cuidado posible.

—No luzcas tan feliz, ¿quieres?

Mi prima me mira de arriba abajo sin saber que decir o que hacer y termino recibiendo unos brazos que me rodean desde el cuello, haciéndome ver todo el firmamento.

—Estoy muy feliz de que estés bien.

El alivio de Kat es palpable y le devuelvo el abrazo lo mejor que puedo, ignorando el malestar.

—Lamento que se haya arruinado el vestido —murmuro, pero su respuesta es darme un zape en la nuca.

—El vestido no importa, puedo volverlo a hacer. ¿Pero conseguir una copia tuya? Es imposible.

Contrario a su hermana, Candice me saluda con mucho más cuidado, lo cual agradezco sobremanera.

—Los Oompa Loompa son irremplazables, ya deberías saberlo.

Sin poder evitarlo, termino riendo junto a las gemelas.

—¿De qué hablas, Candice? Era obvio que Abby estaría bien, mala hierba nunca muere —se mete Kendall, haciéndome rodar los ojos divertida.

—También me alegro de verte, Kendall.

—Oh créeme que no más que a mí, acabo de ganar dinero fácil gracias a ti.

Frunzo el ceño confundida y miro a las chicas en busca de una respuesta, la cual viene de Tiffany.

—Minion, ¿no podías dormir un poco más? —Se queja cuando me ve y termina sacando un billete de su bolsillo para dárselo al engendro del mal—. Me acabas de hacer perder 10$ con Kendall. Apostamos que al momento de volver tú seguirías dormida.

La Alfa (Trilogía Alfas #3) Where stories live. Discover now