Capítulo 9: Con amor, Cedric

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La maravillosa broma de Kendall terminó conmigo duchándome por una hora en mi antigua habitación, cuando por fin consigo deshacerme de la pintura verde en mi cabello. Para mi suerte, mamá y yo usamos la misma talla, por lo que me visto con un pantalón de chándal y una de sus típicas camisetas de tirantes.

Consigo salir ilesa de la mansión y cuando entro a casa, me siento en el paraíso. Huele estupendo.

—¿Pero qué te pasó? —ríe Tiffany al ver mi ropa de vagabunda y mi cabello húmedo. Mi mejor amiga está sentada en el sofá de la sala mirando una de sus series en el televisor que cuelga sobre la chimenea.

—Kendall. Eso pasó —me quejo, acercándome a ella—. ¿Te estás comiendo mis galletas?

—No —murmura con la boca llena, escondiendo algo en su espalda con una mano y con la otra limpiando las migajas en sus labios y mejillas.

—Pareces una ardilla —me quejo.

—¡Me lleva! —exclama y yo río.

—Tienes suerte de que esté exhausta —murmuro, yéndome a la cocina en donde encuentro a Tyler y Tristán detrás del caos que han hecho—. ¿Pero qué pasó aquí?

Tanto mi esposo como mi mejor amigo se encuentran en lados opuestos de la enorme isla de la cocina, ambos preparando bandejas de lasaña. Lo cierto es que no sé en donde terminan ellos, donde comienzan los platos sucios y que es comestible y que no.

—Abbs, es comida para treinta personas.

—Ya lo veo. Gran delantal —río, leyendo la inscripción en el delantal de mi mejor amigo en tanto me acerco a Tyler para dejar un beso en sus labios—. Que buen eufemismo: «¡la jefa está en el cuartel!»

—Fue lo mejor que pude encontrar, no te quejes.

—No lo hago — me río.

—¿Cómo te fue? —me pregunta Tyler.

—Bien, todos llegarán a las siete y tu madre traerá pastel de queso.

—Genial —me sonríe, volviendo a lo que hacía.

Dispuesta a hacer lo que mejor se me da en la cocina: no molestar, tomo un paquete de galletas de chocolate de la alacena y me siento en uno de los taburetes de la isla para observar a Tyler y Tristán trabajar como maquinas.

—¿Por qué Kendall te usó como lienzo? Creí que el artista era Jeremy —se burla Tristán. Sabía que el engendro del mal me había tomado una foto, el flash de su teléfono la delató, pero no supe a quien se la envió. Eso explica su sonrisa diabólica.

—Muy buen chiste, T —murmuro con sarcasmo—. Fue una venganza por no dejarla quedarse con mi antigua habitación.

—¿Para qué querría Kendall otra habitación? —ríe Tyler.

—Tal vez solo quiere más espacio.

—O crear una Baticueva —se mete Tiffany, sentándose a mi lado—. A su edad cree la mía y fue lo mejor del mundo.

A pesar de estar muy loca, Tiffany ha sido una friki para algo más que solo sus series. Mientras crecíamos sus habilidades se fueron desarrollando y su habitación dejó de ser lo suficientemente grande para ella y sus inventos, por lo que creó una especie de laboratorio en su casa, el cual termino llamando “la caverna de Tiffany”.

Siempre ha sido bastante celosa con ese lugar y Tristán no ha conseguido entrar más que un par de veces.

—¿Cómo estás tan segura de que será una Smart? —le pregunto con el ceño fruncido, comiendo otra galleta.

La Alfa (Trilogía Alfas #3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora