Capítulo 5: Solamente tú

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—¡Kendall, tu perro acaba de orinar mis zapatos!

—¡No es mi culpa que dejes tus zapatos por todo el suelo! Thor aún no está entrenado.

La discusión de Kendall y Jeremy me hace reír mientras se alejan por el pasillo y me alegra que por fin haya vuelto un poco de la normalidad a la mansión. Varios días luego de los funerales, en busca de traer otra vibra a la casa, Kendall decidió adoptar un perro al cual llamó Thor después de ver una película con Tyler. Pasó horas hablando sobre como era su vengador favorito y que era el más sexy y al día siguiente apareció con un pequeño labrador que, estoy más que segura, sacará canas verdes a más de uno.

Si, vi la película Marlee y yo y por el momento no necesito tantos destrozos cerca.

Tomo de la parte superior del armario la caja con todos mis discos de Queen y la sello con la cinta de embalar que se encuentra sobre la cama.

—¿Te llevarás todo? —pregunta Kol.

—Por supuesto, Kol —murmuro y miro el montón las cajas desperdigadas por toda mi habitación que están llenas tan solo con ropa, zapatos, libros y mis fotografías.

Aunque pudimos habernos mudado hace una semana, decidimos esperar a que Tommy desapareciera de nuestra vista. Superficialmente, la herida está completamente cerrada, pero la plata destruyó ligamentos y músculos que tardarán en sanar un poco más. Aún debo usarlo la mayor parte del día, pero ya no soy completamente inútil.

Vuelvo a rebuscar en la parte superior del armario para cerciorarme de que he sacado todo y frunzo el ceño cuando encuentro algo más. Mi corazón se hunde en mi pecho cuando veo que se trata de un viejo álbum de fotos.

Caigo como peso muerto en la cama y Kol se sienta a mi lado.

—¿Qué es eso?

Rozo con los dedos la portada del álbum rosa en donde pone “Mejores amigos por siempre” con escarcha morada, todavía recuerdo cuando Ashley lo hizo. Fue su regalo por mi décimo cumpleaños.

Abro la tapa y mis ojos se llenan de lágrimas viendo las fotografías, siempre hemos sido Ashley, Tristán, Tiffany y yo y ahora ya no más.

Ashley, Ashley y Ashley.

Es como si cada cosa que hago me recuerda a ella y lo odio.

Odio haberle dado el poder para destruirme.

Y vaya que lo hizo muy bien.

—¿Estás bien? —me pregunta mi primo cuando limpio una lágrima que corre por mi mejilla con furia y cierro el álbum de golpe.

—Sí.

Lanzo el álbum dentro de la última caja abierta y la cierro con la cinta.

—¿Podrías llevar esto abajo, por favor? —Kol asiente y toma la caja para salir de la habitación. Cubro mi boca con mi mano y camino un par de veces de un lado a otro de la habitación para intentar calmarme.

—¿Debo suponer que tienes un ataque de pánico porque te estas mudando?

Río al escuchar la voz de Tristán en la puerta y limpio los restos de lágrimas de mi rostro, con la esperanza de que no note mi pequeño arranque.

—No, es solo que... encontré el álbum que me regaló Ashley el día que cumplí diez años, eso es todo —suspiro—. Y yo no puedo tener ataques de pánico.

—¿Por qué crees que eres invencible?

—No, porque soy una líder y los líderes no pueden sufrir de cosas como esa. Los líderes no pueden ser débiles.

La Alfa (Trilogía Alfas #3) Where stories live. Discover now