Capítulo 7: Suposiciones

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—¿Qué? ¿Cómo podría ser yo?

Tyler me mira como si me hubiese vuelto completamente loca y lo cierto es que comienzo a creérmelo un poco.

—Más bien es, ¿cómo no podrías ser tú?

Me separo de él y llevo mis manos a mi cabello mientras camino de un lado a otro de la habitación, rogando porque no haya oídos indiscretos escuchando nuestra conversación.

—Antes del duelo tú eras mitad lobo y mitad humano, eras un híbrido. ¿Y si después de revivirte solo recibiste el poder pero realmente no eres un lobo por completo?

Tyler me sigue por la habitación y me toma de los hombros para hacer que deje de dar vueltas como un trompo.

—Abby, Abby, Abby —repite intentando que detenga mi verborrea—. Abby, cariño escúchame.

Cubre mi boca con su mano y lo miro a los ojos sintiendo que de un momento a otro comenzaré a llorar sin control. ¿Desde cuando me he vuelto tan sensible?

—Lo que dices no tiene ningún sentido, tú misma has visto todo lo que he cambiado desde el Duelo. Yo me siento diferente desde que desperté, todos saben que soy diferente, hasta tú. No dejes que el miedo te ciegue, ¿sí?

Tyler me sostiene la mirada por varios segundos y luego quita su mano de mi boca con cuidado.

—¿Pero y si...?

No logro terminar de hablar porque Tyler une sus labios a los míos, aprovechando mi queja para meter su lengua en mi cavidad y al cabo de unos segundos, termino cediendo.

—Ya aprendí que esa es la única forma de callarte en estas ocasiones. —Tyler sonríe de esa manera que me roba el aliento y suspiro, sujetándolo de las hebillas del pantalón.

—Tyler, estoy hablando en serio.

—Yo también —contesta—. Tienes que dejar de crear esas locas teorías en tu cabeza, terminaras más loca que Kendall, Peyton y Tiffany juntas.

—Solo... estoy preocupada, ¿de acuerdo? —confieso en un suspiro con la voz temblorosa—. Después de todo lo que hemos pasado, no puedo si quiera hacerme a la idea de que algo malo te pase.

—Entonces no lo hagas, voy a estar bien —asegura tomando mi rostro entre sus manos—. Y mientras tú no huyas a la mitad de la noche por la ventana, tú también lo estarás.

—Esa fue la excepción —río y suelto un profundo suspiro, pegando mi frente a su pecho—. Lamento pensar cosas tan tontas. Yo solo... no se que me pasa.

—No te disculpes, haz pasado cosas malas estos últimos meses —susurra besando la cima de mi cabeza y rozando la parte baja de mis costillas con una de sus manos mientras que con la otra levanta mi rostro para hacer que lo mire—. Ahora, a la ducha y luego a dormir. Necesitas descansar.

—¿En que momento dejaste de ser mi esposo y te convertiste en mi padre? —chisto, haciéndolo reír.

—¿Tu padre? —Me reta, aprovechando el acceso de mi vestido para bajar las mangas por mis hombros y dejarlo caer al suelo, quedando únicamente en ropa interior de encaje frente a él, encendiendo sus ojos oscuros—. No creo que sea apropiado que tu padre te hiciera las cosas que yo te hago, ¿o si?

—Para nada —susurro contra sus labios, envolviendo su cuello con mis brazos mientras sus manos se ajustan a mis caderas.

Desde que tengo la marca, mi deseo por mi esposo no ha hecho más que aumentar, como una bola de nieve al caer por una montaña. Tiffany nos ha llamado perros en celo un par de veces, pero yo prefiero pensar que somos una joven pareja recién casada, disfrutando de nosotros y de nuestra nueva libertad.

La Alfa (Trilogía Alfas #3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora