LA ESTÚPIDA HEROICIDAD

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"Los médicos son héroes sin capa. Con su bisturí, abren, curan la patología y suturan. Un médico jamás admite que necesita ayuda o que una situación puede salir mal, no está en su naturaleza. Nunca flaquea, no hay nada imposible en su vocabulario. Son cowboys que pulen imperfecciones. La verdad es que a todo el mundo le gusta pensar que es fuerte, pero no solamente se trata de ser duro. Se trata de asimilarlo. A veces debes darte incluso permiso para no ser fuerte y flaquear. No tienes que ser duro cada minuto de tu vida. Está bien bajar la guardia, siempre que escojas los momentos con cabeza, porque sino estas perdido".

Alba se encontraba en la habitación de Julieta Rubio, la joven a la que habia atendido en el parto de los trillizos. Ahora se encontraba sedada tras una crisis nerviosa. Aun no podía creer como una mujer con tanta vida dentro de ella, era capaz de destrozarsela solo por una dosis. Una dosis que habia provocado una corrosión en el sistema respiratorio de su hija Nerea y problemas renales a su hijo Kevin, por no mencionar el problema de corazón de su pequeña Alicia. Alba apretaba los dientes sin dejar de prestarle atención. Ella adoraba a los niños, siempre les habia considerado los mejores seres del universo porque no juzgan sino les haces daño. ¿Qué clase de hijo puede tener respeto a una madre que nunca les ha demostrado un poco de cariño? Alba caminó hacia el interior y se sentó en el sillon de los acompañantes, que por ahora, permanecía vacio. Nadie tenia un historial solido de la chica. Ignoraban quien era el padre del niño o si tenia mas familia que los tres bebes que luchaban por su vida en una fría incubadora. ¿De verdad solo les tenia a ellos?

-Le he aumentado la dosis de tiamina esta mañana- Alba alzó el rostro y sonrió-. ¿Llevas mucho tiempo ahí sentada?

-Nadie ha venido a verla desde que dio a luz- suspiró-.

-Lo se- asintió-.

-Natalia si yo estuviese ahí- apretó los dientes-. Tendria a Marina a los pies de la cama, a mi madre dando vueltas por la habitación e incordiando a los médicos, a mi padre intentado calmar a mi madre y a un docena mas de familiares y amigos preguntando a disestro y siniestro por mi estado. Ella no tiene a nadie- gruñó-. Nadie que le tome la mano en su letargo, nadie que le coloque la almohada, nadie que la arrope. No tiene a nadie que la informe del estado de sus hijos.

-Alba- su tono era reclamante-. Eres médico y tu único deber es curar a sus hijos y hacer que ella salga de aquí en mejores condiciones.

-¿Y si no tiene a nadie que la ayude?- suspiró-. Es drogadicta Natalia- gruñó-. Su informe es el paraíso del adicto.

-Eres médico- se acercó a ella-. Y nuestro trabajo es abrir y cerrar. Nada mas, no podemos Alba- le tomó la mano-, implicarnos con cada paciente que ocupa una cama.

-¿Qué clase de mujer mata a sus hijos por un poco de nicotina?- Alba suspiró-.

-La pondremos en el programa de fumadores- sonrió-. Vivirá toda su vida con ella- le aseguró-. Y te aseguro que no hay mayor castigo que ese.

-¿Será una buena madre?- Alba suspiro-.

-Ha tenido trillizos- sonrió-. Cuando se de cuenta de lo acompañada que esta, no querrá dejar de estarlo nunca.

-Eres una pediatra muy optimista Lacunza-Alba se quejó-. Se supone que tienes que enseñarme los golpes de realidad.

-Eres una residente aventajada- sonrió-. De esas que suben a cornisas, rompen ventanas y salvan bebes.

-Es por el gorro de superhéroe- aseguró Alba señalando su pantalón donde lo llevaba colgado-. Solo quiero que me digas que esos niños tendrán una vida feliz. Dejé mis dedos reanimando a esa niña. Es como algo mio, digamos que es la primera bebe que salvo.

Pulsaciones. Where stories live. Discover now