AMOR.

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Disfrutaba el olor que impregnaba mis fosas nasales. Sin embargo, pretendía depositar mis pensamientos únicamente en los relatos de la persona que ocupaba el asiento frente a mi. Separados únicamente por una mesa de metal, fría y vieja. Protegido solamente por mi arma, y las esposas cuya función estaban siendo realizadas a la perfección.

Tomé un sorbo de mi café. Cerré los ojos brevemente, respiré profundamente.

-Esa chica era un torbellino. -Soltó de la nada, rompiendo el incómodo silencio. -Sara no tenía un lugar de mierda al cual ir, por eso, decidí ofrecerle mi pequeño espacio.

Observé atento mientras el negaba con la cabeza.
-Mi casa no era grande -Siguió-.Deseaba ver cuánto tiempo necesitaba para que la maldita pastilla hiciera efecto. ¿Alguna vez había escuchado hablar sobre Rolhy?

Simulo pensar para luego negar ligeramente con la cabeza. -No. -Afirmo, con voz segura y neutra.

-¿No?, cada día me sorprende más, señor detective. -Acomoda sus viejos lentes, mostrando una sinica sonrisa probablemente burlesca. -Es una pequeña píldora, un somnífero. Debería haber hecho efecto los primeros treinta minutos, sin embargo, no fue así. Ella seguía removiendose cuan gusano fuera de su habitad. Opté por ofrecerle un trago aún más fuerte. Claro, sin ella saberlo.

》Se hacían las tres de la madrugada, era una madrugada cálida pese a la nieve y los fríos vientos de navidad. Sara se había quedado dormida. Podía apreciar lo delicada que se veía. ¿Una mujer en mi cama? Por Dios, era increíble.

-¿Delicada?

-Si. Su piel era realmente pálida, era ella delgada y su sonrisa se me hacia tierna. -Coloca sus manos en su frente, dejando ver sus codos rojos. -La observé dormir un buen rato, aún dormida se movía mucho.

-¿Sentía culpa en aquel momento?

-¿Culpa?, aún no había hecho nada con ella. Debo describirlo como un sentimiento de lástima. Tuvimos una conversación muy agradable e interesante, a ella no le importó mi horrible cara, ni mi patética voz. Se acostó en mi cama, era la primera en hacerlo.

-Entonces, ¿qué pasó después?

-Mi cuerpo no reaccionaba, realmente comenzaba a pensar que ella era una bruja. El reloj sonó, marcando las tres y media. Ya debía deshacerme de ella. Comencé mi marcha hacia la cocina, en busca de el cuchillo más grande que tuviese en mi gavetero. Observé una para filetear, era perfecta para la ocasión. Volví hacia el dormitorio, cada vez me acercaba más a ella.

Detuvo la conversación en seco. Juntó las cejas, lo más que se podía.

-De pronto, ella despertó. -Levantó su rostro y clavó sus fríos ojos en los míos. -Había tenido el tiempo suficiente para ocultar la navaja, "¿pasa algo?", con una sonrisa nerviosa, dije. "¿Estas listo?" Sonrió. Entonces, se desvestia de una manera rápida pero sensual. Ella estaba lista para acostarse conmigo.

-¿Y usted?

-Una idea vaga pasaba por mi mente, ella era hermosa. Pero había un problema. -Apretó los labios. -Jamás había estado con una mujer.

-Pero, ¿en que momento la mató?

-Es una historia larga sabe, después de aquella noche apasionada, volvimos a vernos un par de veces más.

-¿Empezaron a salir?

-Algo así. Después de un tiempo ella se mudó a mi casa. Pude lograr que ella dejara la asquerosa vida que llevaba, o eso era lo que mi ingenua mente creía. Sara, poco a poco, me enseñaba a amar.

El gusto rojoWhere stories live. Discover now