-Capítulo 24- Pero los buenos días siempre son engañosos.

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—Deja de jugar con ese espejo Ashido —Hablo Sero con calma mientras se paraba a esperarla, resoplo hastiada mientras continuaba acicalando sus cabellos en el sucio y roto espejo del abandonado vehículo

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—Deja de jugar con ese espejo Ashido —Hablo Sero con calma mientras se paraba a esperarla, resoplo hastiada mientras continuaba acicalando sus cabellos en el sucio y roto espejo del abandonado vehículo.


—Mi cabello es un asco —Gruño de mala gana —No se hace cuanto no lo eh lavado, al menos un poco de agua, se me están viendo las raíces.


—Son rubias, no te quejes —Dijo Hanta con normalidad cruzándose de brazos, el pelinegro beta le esperaba para que continuaran su camino.




Tiro uno de sus mechones hacia atrás, reincorporándose y acercándose al pelinegro. Ambos retomaron su camino con relativa calma.




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El eco que resonaba entre las casas abandonadas comenzaba a ponerle los nervios de punta, Hanta parecía calmado a pesar de todo, en cambio ella no podía solo relajarse, en su boca un mal sabor y en su garganta un nudo que desconoce su motivo.

Viajando a cada pared y ventana, viendo los reflejos de los sucios cristales de estas, era estúpido de su parte preocuparse por algo como esto, se supone que no había nadie cerca, ni infectado ni vivo; aun así, su alfa interna le hacia permanecer alerta a su entorno.




—¿Por qué no tratamos con esta? —Propuso Hanta señalando una de las tantas casas, su aspecto demacrado igualaba la del resto con la única diferencia de que su puerta se encontraba cerrada con su cerradura intacta.


—No perdemos nada —Sonrió un tanto forzada, aun sintiendo esa opresión en el pecho.




La casa como tal no era tan distinta a la que llevaban viendo desde hace un buen tiempo, paredes sucias y deslavadas de color, algunas zonas mohosas y telarañas decorando los viejos y abandonados muebles cubiertos de polvo. Como pensaron la cerradura estaba intacta, pero la puerta trasera de vidrio había sido destrozada y los vidrios decoraban el suelo de madera por donde pasaron.

Sin mucho animo avanzaron viendo los pocos muebles de la cocina, algunas latas polvorientas que aun tenían tiempo antes de caducar, Hanta asintió mientras abría su propio bolso para guardarlas. Al menos consiguieron algo, aun les quedaba tiempo para seguir buscando antes de tener que volver a su refugio.

Ambos salen por la destrozada puerta de cristal, deteniéndose abruptamente al escuchar el chillido doloroso de un hombre cercano seguido de la risa sádicamente infantil que resuena entre las casas, rebotando en los vidrios del desolado lugar.

Tan rápido como puede ambos se vuelven a adentrar a la casa.




—¡¿Y eso por que fue?! —Una voz grave adolorida, resonando entre las paredes, Hanta trata de asomarse, pero su mano rápidamente se agarra a él, negando rápidamente —¡Ese corte no era necesario!


—¡Lo era! —La voz infantil, aguda y divertida que provoco pánico entre ambos. Todo su cuerpo se tenso mientras sus ojos se fijaban por el espacio donde la luz del día se colaba por la puerta de cristal —¡Estoy aburrida! No eh encontrado nada de diversión en las últimas semanas ¡Nada para cortar! ¿Qué quieres que haga? Necesitaba ver algo lindo, solo fue un corte y ya —aceleradamente, cual niña queriendo explicar por que robo una galleta y eso, a ella, solo le estresaba.


—Ashido —Susurro Hanta incomodo, sabia lo que el pelinegro quería decir.


—S-Solo hay que evitar que nos olfatee, h-hay que mantener la calma... —Susurro, más para ella que para el beta a su lado.




Hay algo que puede asegurar y es que esa alfa psicópata que camina demasiado cerca de ellos tiene un olfato peligrosamente agudo y lo que menos quiere es que ella y Hanta tengas que pelear contra ella y su compañero.

La risa continuaba, seguida de la voz susurrante del otro, palabras aceleradas que le hacían dudar de la sanidad de este.




—¡Wow! ¡Cerezo y chicle! —Repentinamente grito animadamente la lunática, toda su espalda se tenso y Hanta se sobresalto ante el repentino aumento de su agarre en su pecho —Tan dulce...¡Y familiar!


—¿de que hablas? —Dijo el otro desconcertado, en tanto la alfa rubia rio eufórica, el sudor en su espalda comenzó a correr.


—La chica de ojos bonitos —Ronroneo la alfa, ella trago nerviosa, tenían que salir y correr rápidamente —Ya sabes, esa chica de ojitos bonitos con delineador, bueno, tenia delineador —Cada vez sonaba más cercana aquella voz, no había duda.




Se levanto de golpe obligando al beta a levantarse, tiro de él saliendo por el patio trasero, el vidrio bajo sus pies resonó ante el repentino peso, pero no había tiempo de preocuparse ni retroceder.

Ambos fueron hasta la muralla de cemento que separaba con la otra casa, asintió al beta juntando sus manos; Sero dudo, sabiendo que silenciosamente le estaba ordenando usar sus manos para pasarse al otro lado, gruño por lo bajo y el beta resignado acepto, apoyando su pie y saltando al otro lado, ahogo un quejido de dolor ante la vieja herida que cerraba en su mano.

Se estremeció al volver a escuchar la risa, cercana, el césped reseco siendo pisado, no había tiempo de quejarse de dolor. De un salto agarro el borde rasposo y se impulsó, dando un salto al otro lado, rodando en su caída para amortiguarla.




—¡Hey!¡Ojos bonitos no te vayas! —Escucho desde el otro lado, rápidamente se levanto y junto a Hanta comenzaron a correr despavoridos.




A la distancia escucho un cuerpo cayendo al suelo, los estaban siguiendo y la risa divertida de la rubia resonó en sus odios. Tenían que correr lo más rápido que pudieran o esa chica los alcanzaría.




—Continuara—


●Desertic days and rotten meat● 〚Katsudeku〛Where stories live. Discover now