V: La Carta

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Los días pasaban convirtiéndose en semanas, las semanas en meses, tres meses pasaban ya, pero no me preocupaba.

Perdón, me olvidé de decir que este capítulo lo narraré yo, Cassandra, en lugar de Varian.

Por donde iba, Rapunzel, Eugene y Max lo habían entendido todo, por lo que no tenía problemas con ellos, de hecho me ayudarían a ocultar mi inmortalidad, y en cuanto a Paracelsus, me alivió mucho saber que, mientras intentaba recrear su experimento, finalmente lo habían logrado detener y no haría daño a nadie más.

Parecía que todo iba saliendo bien, mi actuación al enfrentarme a los hombres de mi padre los impresionó mucho, decidieron olvidar mi “pequeña" traición y ahora era una importante guardia real, estaba muy orgullosa.

No volví a sentirme preocupada por nada hasta que me llegó una carta de la Capitana Amelia que decía así:

Estimada Cassandra:

He vuelto antes de lo esperado por un problema con el barco y necesito hablar contigo en persona.

No te voy a mentir, un barco pirata nos divisó y nos abordaron, saquearon todo y hundieron el barco, luché, pero no pude contra ellos, solo dos de mis hombres y yo logramos escapar. No hay rastro de Varian, supongo que sabrás lo que eso significa.

Si deseas hablar, estaré en puerto 10 días.

Mi mayor pesame
Amelia"


No creo que existan palabras para describir como me sentí, me pareció imposible, una broma pesada o algo así. Somos inmortales, por definición, no podemos morir, Varian no podía estar muerto y menos cuando lo envié lejos para salvarlo. Era muy extraño.

Cuando leí la carta mi corazón se encogió y comencé a llorar de tristeza y preocupación, pero, mientras ese algo en mi interior me decía que llorase, que Varian había muerto por mi culpa y que no lo volvería a ver, mi cerebro trataba inútilmente de sobreponerse diciendo que era mentira y que no podía morir.

No soy una persona que se lleve mucho por emociones y mi cordura fue la que ganó a batalla. Varian debía estar vivo, no cabía de otra, pero si era así ¿Dónde estaba?

Recogí mi arma, me puse una capa y, tras ensillar a mi caballo, cabalgué al encuentro de Amelia, debía hablar con ella.

...

-Lo siento, Cassandra. Aunque fuese cierto lo que me cuentas de la inmortalidad, estos piratas ya lo habrán matado, cuentan de ellos las típicas historias de que a los enemigos que no mueren en el asalto los matan ellos mismos, les disparan o les atan algo pesado a los pies y los lanzan al mar. Escúchame, se que es duro, yo también he perdido amigos, pero es imposible que haya salido de esta, debes asumirlo y pasar página, lo siento, fue culpa mía y realmente lo siento.

-No es culpa tuya, es de los piratas.

Amelia asintió.

-¿Estas segura de que no quieres tomar nada? -Me preguntó.

-No, mejor vuelvo ya a casa.

Me levanté de la mesa de aquél destartalado bar de marineros.

-Adiós, Amelia.

-Adiós.

Di media vuelta y salí de aquél lugar mientras oía a la capitana pedir otra bebida.

The Alchemist Return - 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora