Capítulo XIX

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Los fuertes vientos del Norte azotaban las velas con el símbolo del diamante Blanco, las olas frías chocaban contra la fuerte madera que cubría el gran barco Diamante y el resplandeciente sol, iluminaba desde el alto cielo azul sin nubes. Han pasado tres meses y medio, un viaje demasiado largo como cansado para las Diamond.

En todo ese tiempo, Jasper ha estado al mando de la ruta y para ello, trajo consigo un artefacto, una tipo brújula antiguo para guiarse hacia su destino. Su forma era redonda y en medio de esta, había un agujero en el que se encuentra una barra incrustada de diez centímetros, tomando parecido a un trompo de madera, midiendo no más grande que la palma de su mano; cuando lo ponían contra los rayos del sol, esto reflejaba una sombra, si dicha sombra se pasaba de las marcas en la madera significaba que se estaba desviando, pero si la sombra estaba en la marca designada eso quería decir, que estaban en la ruta correcta. Como era de esperarse, La Capitán Jasper, estaba en la ruta correcta, si sus cálculos no le fallaban, en horas ya estarían viendo tierras Noruegas.

Jasper mira con los ojos entrecerrados al mar enfrente de ella para luego ponerse de pie, era hora de prepararse, en cualquier momento comenzaría la acción. Caminó hacia la prisionera que aún se mantenía amarrada en el palo trinquete, justo en la proa, a un lado de la balista. Tomó con su mano pesada el hombro sudoroso y le habló sonriendo de lado. —— Ya estamos cerca Bismuto...prepárate.

Jasper bajó las escaleras para dirigirse hacia sus superiores y en el camino dio orden de tocar los tambores para avisar a los demás barcos, avisando a los soldados prepararse para la batalla. El sonido de tanto las trompetas como los tambores sustituyeron el rugido de vientos y las olas.

White y Yellow se encontraban en el camarote real, ambas estaban revisando los planes de ataque y las diferentes áreas, repasando una y otra vez, para anular la más mínima falla. El sonido de nudillos en su puerta las sacó de su pequeña conversación. Con un leve Adelante por parte de White, la capitán entró, se puso firme con las manos tras la espalda y habló con voz clara y gruesa. —— Ya estamos en mares Nórdicos.

Tambores rugieron con fervor, se escuchaba claro y fuerte incluso ensordeciendo a los vientos fuertes. Los soldados pronto estaba listos y mentalizados, sus pulidas armaduras brillaban por los fuertes rayos de sol, reluciendo el símbolo de su Reina, el Diamante Blanco, sus espadas afiladas descansaban en sus cinturas en espera de ser utilizadas y algunos tenían en sus manos las ballestas, listas y cargadas para lo que venía. Sonidos de cadenas siendo jaladas, gritos de órdenes, relincho de corceles y pesadas piedras perfectamente redondas siendo cargadas para la catapulta fueron sonidos de una posguerra. Yellow y White salieron del camarote real y subieron a la popa para tener una mejor vista de la distancia de las tierras nuevas, ignorando el ajetreo de los soldados. Yellow miraba con ojos asombrados la cantidad de color verde que inundaba toda la costa de Noruega, vio que en la entrada había una estatua inmensa de un hombre musculoso con una gran hacha en mano y casco de cuernos, un símbolo de fuerza. Su vista fue interrumpida por un largo mechón rubio que revoloteaba en el aire, su propio mechón se le pegó a su rostro y la rubia de inmediato lo puso tras su oreja, estaba peinada con una trenza que le llegan hasta no muy por debajo de los hombros, consecuencia de pasar del tiempo sin cortarse el cabello.

La ojo ámbar ya estaba lista vestida con su habitual armadura, decidió que sería un ligero conjunto, su pecho y brazos eran protegidos por la malla de acero, sobre el mismo se puso una escarcela que solo cubría la parte de busto, dejando que la pancera se amoldara a su figura y sobre ello, se sobre protegió con una faja de cuero que se sujetaba con cinturones. Tenía puesto sus coderas de acero y terminaba con unos pantalones negros y sus botas cafés largas.

White pronto salió vestida con su nueva armadura. Sus cabellos están tejidos en una trenza desordenada por los fuertes vientos, a pesar de eso aun se veía peligrosa, su cuello estaba protegido con una gola, un protector de cuello de cuero café imposible de perforar, sus hombros estaban cubiertos por una hombreras de metal de punta redonda, tanto sus brazos como el torso eran protegido por una malla de anillas de acero entrelazadas y su pecho y espalda por un peto y una escarcela. Sus manos fueron cubiertas por unos guantes del antes mencionado cuero, tapando solo el dorso, palma y los dedos mayor e índice para poder tensar su arco. Sin olvidar que tenía puesto un pantalón del mismo cuero que su gola, cubriendo sus muslos junto con sus botas negras altas que le llegaban hasta por debajo de la rodilla.

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