fifteen

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April

— Me alegra mucho verte tan feliz, April —afirma Louis con una sonrisa tan grande, tan espontánea, tan auténtica (a través de ella se puede ver reflejada la personalidad tan alegre, tan leal y trabajadora que Louis posee; algo que siempre he admirado de él y que pude comprobar la primera vez que nos conocimos es la capacidad que tiene para que, con tan solo un movimiento tan normal como sería un pestañeo, tú seas capaz de ver a través de esa actividad su esencia, su entidad) que denota sinceridad por las palabras que acaba de pronunciar, dándole veracidad al sentimiento de orgullo que se ve reflejado en sus pupilas azules como el mar calmado en un día soleado —en cuanto la parte artística de mi mente que se encarga de permitirme en la piel de un personaje totalmente opuesto a mí crea esta metáfora, no puedo sentir un golpe en el pecho que se expande por todo mi cuerpo con una extrema rapidez al darme cuenta de que yo me siento igual, de que yo soy esa metáfora: mi mente está igual de sosegada, de tranquila que ese mar y, el haberme encontrado a mí misma a la par que me reconcilio con la April del pasado, me está permitiendo ver por fin el sol, ver la luz en todo lo bueno que la vida tiene; definitivamente, todo se lo debo a Zayn, la única persona que de verdad ha querido siempre lo mejor para mí aunque eso supusiera lo peor para él... Tengo suerte de tenerle aún en mi vida—. Una pequeña sonrisa cómplice se me escapa cuando mi vista se detiene un segundo en el brazo de Louis alrededor de la cintura de Zoe con tanta fuerza que da la sensación de que le encantaría haber creado él el mundo para eliminar las leyes de la física y poder estar aún más cerca de ella: estoy feliz por ellos, estoy feliz por ver cómo su relación está mejor que nunca y cómo los dos se hacen felices... Se lo merecen—. Hace mucho tiempo que no te veía estar tan relajada, disfrutando del momento y no absorta en otros pensamientos —confiesa asintiendo con la cabeza levemente, como si estuviera de acuerdo con mi nuevo comportamiento.

Mi respuesta a una confesión tan especial, tan necesitada por mí en estos momentos —saber que, no solo yo, sino más personas son conscientes de mi cambio, más personas perciben que hay algo distinto en la April de siempre, más personas se contagian de la calma que por fin irradio, más personas ven la felicidad a través de mi lenguaje corporal (el único lenguaje que siempre hablará más de una persona, que siempre contará más cosas que las palabras que esa persona pueda articular; gracias al teatro, gracias a las miles de funciones, gracias a los interminables ensayos, he aprendido demasiado en este campo y cada día intento mejorar, cada día intento aprender más... Cada día intento ser mejor) es algo que me motiva para querer llegar hasta el final de la meta, es algo que me revitaliza, es algo que me empuja para no rendirme y seguir en mi camino hacia mi metamorfosis— se limita a ser una pequeña risa acompañada de una pequeña sonrisa final tímida porque, aunque sé que hay algo en mí que nunca ha estado, todavía se siente extraño tener cierto equilibrio, tener cierta paz mental y me cuesta creerlo, me cuesta creer que lo estoy consiguiendo, lo estoy haciendo, me estoy deshaciendo de todo lo tóxico que había en mí y que me afectaba tanto a mí como a las personas que me rodeaban; sin embargo, no puedo mentirme a mí misma, no puedo afirmar que estoy relajada ahora mismo porque el haber visto a Zayn me ha provocado todas las sensaciones del mundo menos tranquilidad o calma: mi cuerpo siempre sufre una inmensa revolución de sentimientos, de emociones, de síntomas físicos casi tan dolorosos como el haber tenido que tratarle como un viejo amigo con el cual he compartido una relación sentimental cuando, lo cierto, es que sigue siendo —y siempre lo será; es lo único seguro que tengo en mi vida, es la única certeza que puedo compartir sin temor a que en un futuro pase lo contrario porque sé perfectamente que no ocurrirá— el amor de mi vida, el chico de mis sueños, el único chico que me ha sacado de mis casillas a la vez que me sacaba de mis propios límites... 

Aún soy capaz de recordar a mi psicólogo preguntándome el por qué creo que Zayn es el amor de mi vida, aún soy capaz de escucharme responder «no lo sé, simplemente lo sé», aún soy capaz de ver cómo apuntaba en su cuaderno —probablemente, ese pequeño trozo de papel sepa más de mí que yo misma— en total silencio, aún soy capaz de volver a revivir cómo me sentí cuando me dijo mi reto semanal antes de que saliera de su consulta dirección hacia la habitación del hotel donde me hospedo ahora para cambiarme rápidamente, dirigirme corriendo hacia el aeropuerto con el objetivo de llegar puntual al cumpleaños de Zoe: debo averiguar por qué, debo darle una respuesta a ese «no lo sé»... y cuando, después de sorprender; saludar; abrazar; hablar; felicitar y avisar de que pronto tendrá mi regalo a la que es mi hermana de diferente sangre, le divisé en la barra junto a Laura observándome con una mirada atónita, lo supe, la respuesta a mi duda la tenía, cumplí mi reto en un segundo —el tiempo que duró nuestros ojos conectados únicamente por nuestras almas antes de que, para no parecer desesperada por querer tenerlo de vuelto en mi vida, a mi lado, comprendiéndome como solo él sabe hacerlo, me acerqué a los dos con sorpresa porque realmente no me esperaba encontrarlos y simpatía a pesar de la órdenes que mi cuerpo me mandaba y que consistían en tirarme hacia Zayn, gritarle un perdón más alto que mis errores y pedirle que regrese a mi vida porque, aunque por fin está un poco ordenada, me falta él; siempre me faltará él, me ha faltado incluso lo he tenido—: sé que es el amor de mi vida porque no importa las veces que esté separada de él; no importa las veces que un océano nos separe físicamente; no importa las veces que estemos incomunicados por decisión propia, siempre sentiré que vuelvo a nacer cuando clava sus pupilas en la mía... y es esto precisamente lo que busco en la persona con la que quiero compartir mi vida, el que me dé la sensación de que nunca moriré, de que me queda toda la vida por delante. Sin embargo, tuve que tratarle más suavemente de lo que quería ya que el tiempo que nos hemos separado nos ha venido estupendamente a los dos; casi arruina este plan cuando vi en su expresión que tenía en la punta de su lengua un «aún te sigo queriendo» que nunca pronunció porque se dio cuenta de que, si de verdad queremos sanar lo nuestro, debemos dejar que el tiempo haga su labor. 

They » z.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora