Capítulo 11

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La observó comer, y sonrió divertido, antes de tomar un poco de crema, de la porción del pastel en su dedo, y pasársela a ella por labios. Se inclinó hacia adelante, y lo devoró, junto con los labios de ella, siguiendo en un deseoso beso.

Llevaban ya tres días viviendo allí, juntos, y jamás se había sentido tan completo, tan feliz. Era una sensación única el poder amanecer con ella en sus brazos, el poder besarla, el tener sexo juntos.

Nidia se estaba metiendo muy profundo dentro de su piel.

Lo tomó suavemente del rostro, y sonrió contra sus labios. Era muy pronto para decir que Maizak era el hombre que ella necesitaba a su lado, pero así comenzaba a sentirlo.

Él juntó su frente con la de ella, y rozó suavemente la punta de su nariz con la de la castaña, antes de darle un corto beso, y hacerla sonreír.

—Que lindo eres —le dijo en un tono suave, dulce—. Muy lindo y tierno.

La tomó del rostro, y ella abrió su boca deseosa, besándolo. Maizak comenzaba a ser todo lo que había querido. Y deseaba tanto que la eligiera.

***

—Sábado por la mañana—

Había llegado muy temprano aquel día a la tribu del este, y luego de registrarse en el hotel, había ido a su habitación a tomar una ducha y dormir un rato, antes de buscar a Nidia.

Sabía, o al menos tenía la leve esperanza, de encontrar a la castaña en el desayuno. Había sido una de las primeras en bajar a desayunar, y se sentó en una de las primeras mesas.

Tomó un poco de café, y luego de casi quince minutos, se quedó helada, al ver entrar al comedor a una joven pareja... Qué ella conocía muy bien.

Eran Maizak y Nidia, entrando de la mano. E incluso él la besó, sin notarla, antes de sentarse en una de las mesas del fondo.

No podía ser cierto ¿Qué significaba eso? Se... Se suponía que ellos no se habían encontrado. No podía creerlo, Nidia realmente se había acostado con él.

Se levantó de su asiento, y antes de poder llegar a ellos, Maizak giró la cabeza, al sentir su aroma, mirándola desconcertado.

—¿Ahora están juntos? —le preguntó con rabia a Nidia—. ¿Y así dices ser mi amiga?

—I-Isa, tú-

—No eres más que una puta barata regalada —pronunció con desprecio, asco—. Por eso tu familia te echó de tu casa... No vales nada —le dijo con lágrimas en los ojos—. Tú sabías muy bien lo que sentía.

Los ojos de Nidia se aguaron, y antes de poder levantarse, Maizak la sujetó de la mano.

—Y tú —le dijo mirando al rubio, con tristeza—. Haber cuanto le dura su "amor". En el primer descuido, la encuentras en la cama con otro. Lo único que le importa es follar, no sabe lo que es la lealtad.

La castaña se soltó de Maizak, y se fue lo más rápido que pudo del comedor, llorando. Y no se fue a su habitación, salió del hotel... Sintiéndose tan avergonzada, tan humillada.

Todos los que estaban allí habían escuchando lo que Isabella había dicho.

—¿Por qué haces esto? —le Inquirió el muchacho.

Y no esperó a que le respondiera, se puso de pie y la tomó de uno de sus brazos. Pero la morena se soltó, saliendo ambos del hotel, para poder hablar sin la presencia de las personas chismosas.

—¿Por qué dijiste eso? ¿Qué pasa contigo?

—Ella sabía que tú me gustabas, y no creí... Qué tú fueras a acostarte con ella ¡Ni siquiera la conoces! —le dijo con rabia—. ¿Tan "necesitado" estabas? ¿O es que cualquiera te viene bien?

—¿T-Tú sentías eso por mi? —preguntó aturdido.

—¡Sí! —exclamó llorando—. Pero eras mi paciente, y no nos conocíamos. ¿Cómo iba a decirte algo así? Hubiese perdido mi trabajo, y muchas cosas más... Jamás creí que tú la ibas a aceptar tan fácilmente, pensé que sentías lo mismo por mí.

Maizak la abrazó, sin saber cómo sentirse en ese momento.

***

Sólo era una puta, nada más ¿Quién podría elegir a una mujer como ella? Así había conseguido su trabajo, huyendo de un hogar disfuncional.

¿Quién podría entenderla? Nadie, nadie la entendía. Nadie veía que detrás de cada cama por la que había pasado, sólo buscaba algo de calor... Cariño.

Y no iba a victimizarse, porque muchas veces lo había hecho por puro placer. Pero detrás de cada hombre, buscaba uno que pudiera aceptarla, quererla... Elegirla.

Le habían dicho que los machos Kanatitas podían ser uno de esos hombres. Qué ellos eran tiernos y leales a sus parejas, cuando las tomaban como tal.

Pero ella no había conocido ninguno que realmente le atrajera. Hasta que había conocido a Maizak. En él, en su mirada, había encontrado lo mismo que en la suya propia, un vacío y deseo de pertenecer a alguien.

Y muy en el fondo, Nidia creyó que quizás ambos podría complementarse, que dos mitades, podrían hacer uno.

Pero el problema era Isabella, ella también sentía algo por él.

Y durante tres meses se había mantenido alejada de esos pensamientos, viviendo en la cama de alguien más. Esperando a encontrar a alguien más que pudiera ser como ella.

Pero al notar que Isabella no iba a avanzar, que quizás lo que sentía no era tan fuerte, había decidido intentarlo ella... Isabella tampoco le había dicho que no fuera a buscarlo, cuando le había dicho que sólo era para follar.

Y al recibir todas aquellas llamadas, y mensajes, supo que la morena tenía un interés real en él. Y si no estaba dispuesta a ir a buscarlo ¿Por qué ahora que ella si lo había hecho quería verlo nuevamente?

Puta, puta, y mil veces puta... Por haberse fijado en el mismo hombre que su amiga. Por haberlo buscado, por haberse entregado a él... Por aquellos nuevos sentimientos.

Puta por traicionar a la única amiga verdadera que tenía. Puta por haberse metido en la cama del hombre que le robaba suspiros a aquella mujer que se había apiadado de ella, dándole un lugar en su hogar.

Puta... Por haberse enamorado de un hombre, en cuestión de días, por unas simples caricias y besos a su alma rota y maltratada.

...

Hasta aquí por hoy ❤️💕❤️

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